Foto Juan Diego Castillo
“ Íntimo y privado es, exclusivo y reservado.
Bien guardado debe estar, un dolor que aún no ha pasado..”
Juliana Reyes
Desde mi palco de buen acomodo observo como en el escenario del teatro Jorge Eliécer Gaitán se pasea por entre brumas auguradoras de tragedia un personaje corpulento, desaliñado y visiblemente preocupado. No bien sonado el tercer timbre anunciador del inicio de la función que el personaje se lanza decidido al micrófono para dar las buenas noches y hacer una declaración por la que muy rápidamente se entiende que es un político que se declara inocente de una sentencia que le dictó la justicia condenándolo a 10 años de cárcel e impidiéndole ejercer cargos públicos por 16. “Soy inocente... se trata de una conspiración política... de una cacería de brujas...”, dice en esencia. Y termina su arenga tirándose un balazo en la sien. Así la obra en ciernes deshace el suspenso y deja al espectador liberado del desenlace para que se concentre en determinar si las últimas palabras del político –Robert se llama– son verdaderas o encubridoras de una falta grave. El resto, más de una hora de representación, es en buena parte flashback.
El cadáver es retirado mientras al ritmo de una coreografía un coro entona con ojos en las manos una simpática y pegajosa cancioncilla: “Nadie puede esconderse / de ese ojo interior, / siempre atento y escondido / siempre listo para ver”.
Se trata de la obra “En caso de muerte” ganadora de la beca de creación distrital 2013 en la categoría Gran Formato. Un espectáculo que plantea una interesante reflexión sobre nuestra contemporaneidad político-mediática. Una producción elaborada de principio a fin con recursos humanos, creativos, artísticos y técnicos colombianos. De qué enorgullecernos. Una nueva creación de la Compañía L´EXPLOSE para la que Juliana Reyes elaboró el texto y Tino Fernández asumió la Dirección General: un binomio que está innovando y refrescando la escena dancístico-teatral en Colombia.
La pieza hace un ameno recuento del caso de Robert que ilustra bien los procesos judiciales actuales en donde la Justicia se convierte en show mediático, en donde las decisiones tienen menos que ver con hechos reales que con el impacto que causen sobre la opinión, en donde los fallos son insustanciales telenovelas que con deleite engulle el público, más interesado en el divertimento que en la probidad. Y que como bien lo advierte el Nóbel Vargas Llosa y de lo que hemos dado parte en esta columna: estamos en una civilización del espectáculo permanente, sin profundidad ni cultura.
Si bien Reyes, la dramaturga, se cuida de no imponer conclusiones, nos deja la tarea de elaborar las nuestras a partir de la narración de los hechos y de la mirada de los diferentes participantes del drama; nos conduce sutilmente por un sendero que muestra ambos lados de esta escabrosa moneda: la Justicia inducida por un público ávido de historietas y el reo presentando a su manera los hechos y acorde con patrones que no “enloden” el fallo, es así como su abogado aconseja terminar con la amante que tiene Robert, y así lo ejecuta al tiempo que esconde a su hijo homosexual.
Capítulo especial amerita la parte musical, más que aquí se trata de un drama musical; toda ella es original y creada completamente para la obra. Por la escena desfilan baladas, rancheras, ritmos tropicales, jazz; un muy agradable y apropiado potpourri que pone a titilar el alma con sus letras y melodías, algunas dulzarronas y ex profeso rayanas en lo cursi, otras cargadas de mensajes, pero todas enrumbadas hacia un claro fin: crear dudas, reflexión y diversión para mantener en alerta al espectador.
Músicos, cantantes, bailarines, actores, un coctel de excelente chispa y sabor que interpretan el drama propuesto en una escenografía sobria, colorida e ingeniosa, con telón de fondo un inmenso ciclorama cargado de refulgente visos y videos, y el conjunto soberbiamente alumbrado por Humberto Hernández. Por la escena desfilan profesionales bien entrenados: la bella cantante Natalia Bedoya (María Barilla entre tantas de sus interpretaciones), la sensacional actriz Mónica Giraldo, quien en el rol de esposa de Robert, duda, calla, no entiende el proceder de su finado marido, sus gestos son dicientes y hablan más que las mil palabras que no emite, que no sabe ni quiere pensar porque su hesitación es extrema. Lograda interpretación también la del novel José Miel a quien le corresponde materializar al hijo andrógino que en las circunstancias del drama hay que ocultar, evitar ventilar para que la justicia que suele mezclar temas no falle con prejuicio. En fin, 18 artistas en las tablas, entre los que figuran el multifacético Ulises González, Wilman “Monkey” Romero (el virtuoso del tap), Carlos Reyes (el rey del Blues): un elenco de calibre que se apropia con destreza de la obra y de la escena.
Un coro danzante y jocoso que integra bailarines y cantantes profesionales representa al público, ese que no se sacia nunca de rumores, que los busca, que los investiga voyerista y morbosamente, que escudriña para para magnificar los hechos, para crear el chisme y el prejuzgamiento: ese que hace daño, ese que es solo espectáculo, de ese que la masa carente de racionalidad está siempre ávida. ¡Ay! cuánta gracia da la desgracia, se oye decir.Triste caterva de rapaces que se abalanza sobre la presa aún agonizante preparándola para descuartizarla. Bien lo anuncia el actor Carlos Aguilar, una especie de menu plaisir al servicio de un rey: el público, a quien explica, divierte e informa; en uno de sus parlamentos nos da parte de los antojos de este su rey: “No hay escondite que evite / la daga de un ojo que indaga. / No existe escondrijo que oculte / la llaga de aquel que naufraga. / Hoy todo se anuncia, / ya nada es secreto”. Y de retacar más tarde: “Hoy nada se oculta / Hoy todo se cuenta. / Hoy somos el blanco / de gente sedienta”. Triste notificación que describe cabalmente la circunstancia imperante actual.
Dos cortas series de presentaciones de esta obra han tenido lugar en los teatros Julio Mario Santo Domingo y en el Jorge Eliécer Gaitán de Bogotá; me dicen la brujas (que nunca fallan) que L´EXPLOSE prepara una larga temporada para el segundo semestre. De momento la pieza inaugurará el Festival de teatro de Manizales en Agosto 2014. Mis recomendaciones para asistir a esta estupenda obra que, como ya lo he indicado, mezcla profesionalismo, originalidad, reflexión, crítica social y, last but not least: diversión sesuda.

