He regresado con gran entusiasmo a mis columnas semanales que tanto quiero. La semana pasada hice un pequeño alto para hacer un balance de mi campaña y tomar un merecido descanso capitalino, luego de siete meses de actividades proselitistas muy positivas, constructivas y edificantes, tanto en lo personal como en lo profesional. Es por eso y más que debo comenzar esta columna agradeciendo a los miles de votantes bogotanos y residentes de nuestra capital por el inmenso apoyo en los recorridos, en cada una de las 20 localidades, en 2.880 barrios, en las calles donde desarrollamos junto con los ciudadanos, políticas para el bienestar de todos, en los territorios de miedo y las zonas más deprimidas por el micro tráfico y el crimen organizado. A todos los que encontraron en mí una buena opción para luchar por las víctimas de Bogotá desde el Concejo, debo dedicarles estas líneas.
El reconocimiento debe empezar por dar un grito de agradecimiento que llegue hasta el cielo, donde está Dios y donde yace mi padre, mi abuela, mi abuelo y mi tío quienes me dieron toda la fortaleza y el valor para desarrollar una campaña ejemplar. Gracias a toda mi familia; a mi mamá que estuvo siempre dispuesta a darme su amor, a hacer llamadas, a repartir volantes y a organizar reuniones.
Gracias a mis amigos que son los hermanos de sangre jamás tuve. Gracias a mi gran aliado David Luna a quien reconozco y admiro como líder y bogotano decente y honesto digno hijo de María Eugenia y David Luis. Gracias por pensar en mí como una de las mejores propuestas al Concejo Distrital. Recorrí nuestra ciudad de cabo a rabo durante siete meses ininterrumpidos para darle tranquilidad a Bogotá. Me siento orgulloso del dolor de espalda que por semanas tuve y de varios pares de medias rotas, porque son producto de caminar buscando una oportunidad digna para la capital. Me apoyaron las víctimas de la narcopolítica, los defensores de DD. HH., y los distintos sectores. El sentimiento que hoy me gobierna es de absoluta gratitud con los diversos medios de comunicación que a través de buenos amigos y relaciones cultivadas de tiempo atrás y que creen en gente buena, me abrieron sus canales, micrófonos, cámaras, direcciones IP y distintas texturas de papel, para ejecutar una gran estrategia mediática.
En algún momento todos esos sentimientos que he descrito, así como la incomparable experiencia y el crecimiento que generosamente me brindó el legítimo ejercicio político, se veían empañados por algo de congoja y nostalgia al ver que Bogotá sigue votando mal; sigue votando por el sistema TLC (Tamal, Lechona y Cerveza), sigue el terrorismo político y subsisten los carteles de la compra y venta de votos. Pero bueno, aquello ya es parte del pasado positivo que estará en el recuerdo de una gran labor social. Además dicen los que saben que la tusa electoral dura máximo dos días y al tercero, todos somos héroes. Pero sin duda lo mejor de todo, es que hay una pomada regia para ese tipo de heridas que deja la quemadura a consecuencia de la conflagración en las urnas. Esta es una cremita de la cual revelaré su secreto sanador y que se compone de: las ganas de seguir trabajando y haciendo patria, buscando la verdad, la justicia y la reparación; luchar por los Derechos Humanos; representará las discriminadas víctimas de la narco violencia y hasta ahí todo normal, pero tiene este extraordinario ungüento un compuesto esencial que lo hace tan único y reparador: una fuerte ilusión emocional. Sí. Llámenlo cariño, afecto, apego, ternura, pasión, adoración, afición, predilección, querer, o como en gana se les venga y mejor se les adecúe para entender, que esta inmejorable y excitante mezcolanza, ha hecho que en este momento, en que el escritor redacta esta pequeña obra de su intelecto al calor de un rico café, vea hacia adelante con todas las ganas de hacer parte del equipo de “los buenos” del cual orgullosamente soy militante, bajo su nueva administración. Todo esto con el anhelo sacro de uno de los mejores logros que un ser humano puede obtener en su vida: el amor.
Adiós a la tusa y bienvenida la ilusión. Hágamosle fuerza a la verdad y a la justicia, al amor divino y al humano, ah!! Y a la selección Colombia ¡! Abrazo cálido. Seguimos trabajando.