Impotentes frente a un mundo que se descuaderna

Sáb, 03/11/2018 - 08:44
Siempre he sostenido que los tantos cambios adversos que a presente nos perturban no hacen nuestra contemporaneidad peor que los tiempos pasados; atribuyo la sensación de malestar generalizado a la i
Siempre he sostenido que los tantos cambios adversos que a presente nos perturban no hacen nuestra contemporaneidad peor que los tiempos pasados; atribuyo la sensación de malestar generalizado a la inmediatez de las noticias. Por ejemplo, un asesinato en algún lugar del planeta es sabido al instante, lo que deja la percepción que el número de delitos se ha multiplicado vertiginosamente. En siglos anteriores grandes barbaries eran cometidas pero las noticias llegaban con gran retraso, si es que estas eran conocidas. Pueblos enteros arrasados, incendiados, mujeres violadas, niños exterminados y hombres reducidos a la esclavitud o a la muerte. A pesar de los horrores actuales en el Medio Oriente, en particular los provocados por ISIS, no se equiparan al nivel de monstruosidad de antaño, al medioeval, ni al de las dos últimas conflagraciones mundiales, o a las atrocidades de Mao con sus compatriotas. Las numerosas tropelías que nos abruman últimamente hacen vacilar mi premisa. Son excesivos los desmanes que acometen ciertos gobernantes contra sus pueblos, las arbitrariedades, ultrajes, corruptelas y errores garrafales. Desesperan las inicuas noticias y descorazona la impotencia frente a estos rufianes que perduran en el poder, que imponen vejámenes a sus gobernados sin que nadie pueda hacer nada; los pueblos son sometidos en nombre de pseudodemocracias, que sirven de pretexto para justificar sinrazones. La noción de humanismo sólo tiene sentido retórico en cabeza de algunas ONGs, y es eclipsado por “superiores” intereses económicos que no entienden de ética, ni menos de mansedumbre, paz o compasión. Un ejemplo evidente es la venta de armas a los países en conflicto que no sólo refuerza las despiadadas contiendas, sino que contribuye a someter más a sus vecinos, a sus propios ciudadanos y a intensificar la crueldad. Con simplismo piensa uno que tanto desmán acaece sólo en países tercermundistas, en repúblicas bananeras, allí donde la civilización y la democracia no se han impuesto. Que gran yerro, está ocurriendo también en los países del primer mundo. La debacle es generalizada. Hagamos un sucinto recuento, no exhaustivo, para situar el desbarrancadero por el que deslizamos:
  • Los EEUU encaramaron a un ser despreciable e inepto al poder; su lema único: enriquecer más a los acaudalados y desatender a los demás. Macroeconómicamente está siendo exitoso, a expensas de la justicia social, del ultraje a los Derechos Humanos, del fomento de una indebida colaboración entre países, de la deseable ayuda a países pobres. Juega el magnate Trump con fuego que encandece el planeta (re)abriendo focos de conflicto, impidiendo la defensa ecológica del planeta y dando pauta de autoritarismo, de falta de cordura y mediocridad.
  • Rusia nunca buscó un sistema democrático y no lo hará en lustros; pasó bruscamente del autoritarismo comunista al capitalismo neoliberal, sin cambiar el “título” de comunismo. Putin encarna bien un despotismo que no admite oposición y elimina contradictores; su objetivo: reinar en el mundo a cualquier costo. China con menos belicosidad guerrista tiene un proceder de idéntica naturaleza.
  • Italia después de una vergonzosa administración del millonario Berlusconi que se lució por el despilfarro y los escándalos monetarios y sexuales, las cosas fueron todavía más a la derecha, como si suficiente no hubiera sido. Ahora insensatamente está gobernada con marcado acento populista y extremista por una alianza entre el M5S, inventado por un actor clownesco, y la lega, cuyo líder Salvini es un nostálgico de Mussolini.
  • España destituyó a su Presidente Rajoy por embrollos de corrupción, lo que permitió a Pedro Sánchez erigir una batería de leguleyadas y dudosas alianzas que le obviaron someterse a las urnas y quedarse con el poder. Ahora tiene al país en inestabilidades, zozobra y complicidades inadecuadas con los separatistas.
  • Inglaterra y su “Reino Unido”, después de un innecesario referéndum en el que predominaron los falsos supuestos, los populistas de derecha lograron obtener una “victoria para liberarse del yugo europeo”. Ahora la rondan grandes nubarrones económicos y políticos, está en un atolladero sin cómo avanzar, el camino a seguir es oscuro para su mandataria Teresa May: o el precipicio del Brexit o una consulta adicional para desbaratar el entuerto en que andan estancados.
  • Los países del Este europeo viran hacia la extrema derecha; después de una larga sujeción al comunismo de la ex URSS, liberados ahora de ese fardo corren hacia al polo opuesto: el intolerante, el que busca sólo bienes materiales, el que no se compadece de los pueblos. El mejor ejemplo es Hungría en donde reina Viktor Orbán: amiguista, nepotista, xenófobo.
  • Para Venezuela ya no quedan adjetivos para describir la dictadura, el populismo, el monstruoso manejo social y económico y la corrupción. De ese barrizal anacrónico comunista difícilmente saldrá. Un alto porcentaje de la ciudadanía desesperanzada y arruinada abandona el país.
  • Ahora Brasil se lanza en las toldas del extremismo de derecha, y elije con amplio margen a Bolsonaro quien tiene una Hoja de Vida clara: racista, homofóbico, militarista, autoritario, misógino. México con López Obrador hace el experimento extremo contrario. Perú se tambalea entre la inestabilidad gubernamental y la corrupción.
  • Imposible pasar en revista el destartalado mundo entero. Colombia, a pesar de tanta violencia y desigualdad posee una cierta estabilidad política. No obstante algunos luchan por hacerlo avanzar hacia la izquierda radical. Para ello e influenciados por la legendaria guerrilla y sus subrepticios afines ha venido preparando esa “evolución”. Comenzó con un Presidente cómplice que fraguó un inconsecuente pacto de paz, en contra de la voluntad del pueblo que se opuso en las urnas. Luego mediante alianzas soterradas buscan estos extremistas conseguir el poder Ejecutivo, lo intentaron con su candidato Petro en las últimas elecciones presidenciales. El pulpo radical de muchos tentáculos campa en: las Altas Cortes; en un inicuo tribunal de paz (la JEP) cuyo objetivo es dar impunidad legal a los asesinos de las FARC; en aventajados agitadores que con crítica y manifestaciones sin cuartel avasallan al nuevo Presidente de sólo algunos meses en el poder; en la locuacidad de los senadores guerrilleros que sin menesteres de urnas fueron instalados en el Congreso como “premio” a sus atrocidades. Todas las formas de lucha es la premisa de esta tendencia: por la democracia infiltrada y por la “disidencia guerrillera” planeada.
  • Entretanto legiones de refugiados acuden a los “paraísos occidentales” y son rechazados o tratados como indeseables y subhumanos, después de haber expuesto sus vidas por mar o tierra. Tal es el desastre y la desigualdad que deciden “invadir” a como dé lugar otros países de aparente mejor futuro.
Estamos en un mundo convulso en donde el péndulo vital oscila ahora con más larga elongación y con una frecuencia menos acelerada; este marcador se encamina, en general, hacia la extrema derecha, después de haber cumplido un ciclo del lado justo contrario. Desearía uno que este infatigable péndulo tuviese oscilaciones menos largas y menos amplias, que se situase en colocaciones centrales en donde parece reinar más la cordura y el equilibrio, porque en los extremos y por más que parezcan opuestos prevalece indistintamente: el desprecio a la libertad de expresión y por ende obstaculización a los medios de comunicación; la obsesión de acomodar la Constitución a malévolos planes; el rechazo a la crítica y a la oposición; el autoritarismo; el populismo; y la corrupción.
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