Colombia estaba cocinada y lista para entregarse a Petro y a la rapiña socialista, cuando el carismático Iván Duque, enamorador del alma nacional, les arrebató la presidencia, y el país se salvó de ser gobernado y exprimido por una cúpula de no más de cien tipos, que se autodenominarían Estado, como pasó con la URSS, Venezuela y Cuba.
Iván Duque regresó del BID cargando la admiración de Álvaro Uribe y fue por dos años consecutivos el mejor senador de Colombia, pero esto no le alcanzaba para equiparar el derecho político de quienes se reputaban herederos naturales del ex presidente; a ellos no los preocupó el nombre de Duque, demasiado joven, desconocido e inexperto en la marrulla electoral. No tenía futuro.
En 2015 solo dos personas creían en esa candidatura: Iván Duque y Luigi Echeverri, su jefe en el BID, quien igual que Uribe, detectó en él, al estadista, pero el ex presidente lo reservaba para el 2022, porque cumpliría primero su compromiso moral con Oscar Iván Zuluaga y Luis Alfredo Ramos, robados ambos en su aspiración presidencial a punta de mañas y corrupción judicial. Esa determinación de Uribe era el principal escollo, o reto, porque Luigi es rejoneador.
Yo me encontraba en la canicular Aguachica cuando recibí la llamada de Luigi, invitándome a conocer el pensamiento del senador Duque y me impactó su sabiduría, su claridad y su memoria, así que dejé las demás actividades y me dediqué, -a su lado- a trabajar la campaña a diario, sin descanso, desde Bogotá o Panamá, con la pluma que es mi arma de combate. Creando contenidos, uno tras otro y difundiendo argumentos ideológicos contra la guerra semántica, desde el noticiero Todelar con Artunduaga, desde las redes y desde medios virtuales y físicos.
La primera reunión en su casa, fue de unas 10 personas, entre quienes recuerdo a Clara María González, Alicia Arango, Miguel Ceballos, Andrés Barreto y Gloriza Ramírez, fundamentales desde el primero hasta el último día.
En adelante, la personalidad arrolladora de Iván Duque y la estrategia de Luigi vencieron obstáculos y opositores. Uribe supo que su pupilo era un león y dio el espaldarazo que terminó por pintar de naranja todas las ciudades del país.
A cada victoria se sumó más gente preparada, que contribuyó al triunfo y hoy llueven duquistas de los árboles, con más mérito que nosotros, pero jamás olvidaré ese primer equipo, a quienes correspondió, como en mi caso, publicar por primera vez el término “duquismo” y recibir palo, porque no había sino uribismo, y luchar para que los maestros de la Simón Bolívar de Cúcuta, me llenaran el auditorio para escuchar al senador, a quien se le comenzaba a conocer en la frontera por la difusión que le hacían Juan Capacho y Moncho Cabrales. Los cocteles y las multitudes vinieron después, con los mercaderistas, los analistas, los copy creativos y con millones de colombianos esperanzados en la esperanza que significa nuestro presidente.
Un día tuve mi primera y única discrepancia con Luigi, cuando pretendí acercar a la campaña varios de mis amigos congresistas y políticos. El No de Luigi fue rotundo y traté de comprender cómo era que quería ganar una contienda política sin políticos. Sin trago, sin tamal, sin cemento y sin populismo. Solo con honestidad, austeridad y transparencia.
Y Ganamos. Su estrategia nos llevó al triunfo contra todos los escepticismos, mediante una campaña inusual e inédita en la historia electoral de Colombia, y aquella noche, en el cubículo del Salón de Convenciones, donde nos reunió para estar atentos a los escrutinios definitivos, comprendí la dimensión del alma de Luigi cuando evocó el nombre de su padre Fabio Echeverri Correa, cuyo trabajo fue sustancial para poner a Álvaro Uribe en el solio presidencial en 2002.
El nombre de Luis Guillermo Echeverri trascendió a niveles internacionales y hoy está nominado en los premios Reed Latino, que organiza la revista Campaigns & Elections, 2018, como el Mejor Estratega Electoral del Año; como el Mejor Consultor Político y como la Mejor Campaña presidencial.
Se llena de orgullo a Colombia y con mayor razón quienes de una u otra forma, combatimos a su lado en esta batalla, casi siempre desigual, por el presidente Iván Duque, que es lo mismo que por todos los colombianos.
El premio se conferirá el próximo 27 de octubre en Playa del Carmen, México.
Muy orgullosos presidente Duque, Muy orgullosos Luis Guillermo Echeverri.
Iván Duque y Luigi Echeverri. Reconocimiento internacional
Mié, 24/10/2018 - 06:48
Colombia estaba cocinada y lista para entregarse a Petro y a la rapiña socialista, cuando el carismático Iván Duque, enamorador del alma nacional, les arrebató la presidencia, y el país se salvó