La modernización de la ganadería pasa por ver experiencias exitosas. Las giras técnicas se constituyen en la mejor vitrina para revisar nuestra apuesta a los mercados. Van 17 nacionales y con la de México, 5 internacionales, después de visitar Argentina, Uruguay, Brasil y USA. En cada una, más de 200 ganaderos tienen la oportunidad de comprobar qué hacer frente a la competencia. ¿Qué ha pasado, entonces, con la economía ganadera del país azteca?
México ha recorrido un gran trecho con el TLCAN firmado en 1994 con unos resultados positivos y en muchos aspectos, pero en otros no, por el alto costo económico y social que ha debido pagar, y cuyas consecuencias aun no han terminado. Para Colombia la entrada en vigencia del TLC con EE.UU., a juzgar por la experiencia de México, promete ser un tortuoso recorrido en donde miles de productores quedarán en la calle víctimas de un Acuerdo que a todas luces es asimétrico, no sólo por el tamaño de las dos economías, sino por el poder de negociación de la contraparte.
¿Qué ha ocurrido en los 16 años del TLCAN? Mucho. México tenía pequeños y medianos productores que han ido desapareciendo del mercado. Para los analistas, incluso del mismo Gobierno, el TLC “no ayudó a la economía mexicana a crecer al mismo ritmo que la demanda de empleo”. “Entre 1994 y 2002, perdió 1,3 millones de empleos agrícolas”. La explicación: en la primera década de vigencia, las importaciones desde EE.UU. crecieron 234%, el salto más alto de los tres países, y desde Canadá bordearon los 136.000 millones de dólares, al pasar de 2.900 millones de dólares a 8.800 millones de dólares.
En el caso colombiano, la ganadería está compuesta en un 82% por pequeños productores, es decir, 403.000, de los cuales, es probable que un elevado número salga del mercado debido a sus bajas posibilidades de competir, y en especial, por las restricciones sanitarias que México no tenía por gozar de similar estatus cuando se puso en marcha el Tratado. El sector lácteo colombiano -donde está la mayor parte de los pequeños productores- tendrá una amenaza adicional derivada de la entrada sin límites y con arancel cero de los lactosueros (EE.UU., produce más de 5.250 toneladas al día, esto es, más que las importaciones anuales de Colombia).
Mirando el tema desde la otra cara de la moneda, el sector pecuario mexicano se ha transformado profundamente. Los ganaderos piensan en función de la competitividad, analizan profusamente la estructura de costos y las tecnologías disponibles para precisar dónde obtener ventajas comparativas, lo que ajustó la rentabilidad de su negocio y derivó en una concentración de la producción. Los establecimientos ganaderos son grandes en número de bovinos e igualmente en producción, con 30 litros de leche por vaca al día. Altos niveles de eficiencia, generación de valor agregado, integración en la cadena y la eliminación de la informalidad, fue su tabla de salvación.
¿Podrán los productores colombianos avanzar en esa dirección? El reto es importante porque la ganadería especializada no supera en promedio los 17 litros vaca-día.
De contera, con sólo recorrer un pedazo de este México del Alma, se puede comprobar, como ya se hizo en los otros países en los cuales se han hecho giras técnicas, que el ganadero encontró la ruta de la competitividad gracias a una infraestructura de transporte envidiable, tanto en la red vial como férrea -con vías de trocha ancha adecuada para el transporte de grandes volúmenes- a la par de ayudas internas, desde subsidios en las tarifas de energía eléctrica hasta créditos abundantes y a costos bajos.
¿Cuáles vías tiene el sector rural colombiano para sacar los productos así sean solo para el mercado Interno? Infortunadamente esos grandes proyectos viales, que tardíamente se están construyendo, van a servir pero para que ingresen los productos de los competidores a los centros de consumo, mientras nuestra producción quedará atrapada por la desastrosa red terciaría nacional. Ya lo estamos sintiendo a propósito del debate sobre el desabastecimiento de productos lácteos.
Lo que hay que hacer es mucho y el tiempo no está de nuestra parte. Pero no podemos morir en el intento. Tendremos que intentar recuperar el tiempo perdido, y sin vacilaciones, hacer un gran esfuerzo para evitar la pérdida de empleos y la ruina de cientos de miles de productores pequeños y medianos que sin duda se llevarán la peor parte.