La Vicky que yo conozco

Publicado por: admin el Dom, 21/02/2016 - 13:50
abdelaespriella@lawyersenterprise.com

Conozco a Vicky Dávila hace más de 12 años. Trabajamos juntos en la mesa de trabajo de Radio Suce
abdelaespriella@lawyersenterprise.com Conozco a Vicky Dávila hace más de 12 años. Trabajamos juntos en la mesa de trabajo de Radio Sucesos de RCN, al lado de ese gran maestro del periodismo que es Juan Gossaín. Ella leía las noticias y yo era un pichón de analista, que compartía escena con personajes de la talla de Humberto de la Calle y Jaime Castro. Fueron tiempos maravillosos de aprendizaje inagotable. Entre nosotros surgió una linda amistad, que sigue vigente y que, por supuesto, no estuvo exenta de controversias: Vicky es una mujer inteligente, con personalidad y convicciones firmes, posiciones que varias veces nos enfrascaron en discusiones bizantinas, que se resolvían con un abrazo cariñoso. Soy testigo de excepción de la valía de Vicky Dávila como mujer y comunicadora, pues nunca ha tenido agenda propia ni mucho menos intereses distintos de informar. No la embelesa el poder, como a tantos otros periodistas, y no se trasnocha por la pauta, porque siempre ha sido una asalariada. No tiene sesgos ideológicos; su bandera es la verdad; tampoco es calculadora, y, en cambio a veces, peca por cándida. Es una esposa amorosa y una madre ejemplar; como clienta, es aplicada, y, como amiga, siempre daba el mejor de los consejos. No hay duda de que Vicky se equivocó al publicar el video del exsenador Ferro: la información periodística no puede estar por encima de los derechos fundamentales y de la vida íntima de un ser humano y su familia. No es menos cierto que Vicky venía siendo asediada y perseguida por un grupo de policías corruptos, al que ella valientemente desenmascaró. A todo el estrés al que fue sometida, siendo víctima de varios delitos, le atribuyo yo su error de juicio. Por ese solo hecho, Vicky merecía algo de consideración. Quitarle el micrófono es un castigo muy alto, que la revictimiza y que deja en segundo plano lo fundamental en esta historia: en la policía hay elementos deshonestos que deben ser removidos. La tal Comunidad del Anillo, más que una red de prostitución, era una central de espionaje que inducía a ciertos poderosos para que se dejaran llevar por sus bajas pasiones. Consumo de drogas y relaciones sexuales quedaban registradas en video, para luego ser utilizadas como mecanismo de extorsión y manipulación, en asuntos que iban desde ascensos hasta entregas de dinero en efectivo. Como sea que operara esa empresa criminal, fue Vicky Dávila quien se atrevió a denunciarlo y, a pesar del hostigamiento policial y la desidia presidencial, fue constante en su lucha hasta el final. No es justo que Vicky sea linchada, como tampoco es correcto que la familia de Ferro esté viviendo momentos tan aciagos. Errar es de humanos, y tanto la una como el otro merecen una segunda oportunidad. No sé qué será del futuro de Vicky y de Ferro; solo sé que algo muy bueno tuvieron que hacer José Amiro Gnecco y Carlos Ferro, para tener, como esposas, mujeres tan especiales. La ñapa: ¿Si hubiese sido un periodista hombre el que hubiera divulgado el video, habrían pedido su cabeza? La respuesta es no. Colombia es un país machista hasta para la radio.