El acalorado debate que se ha presentado en el nivel nacional, sobre quienes deben ir a La Habana en representación de las víctimas, deja como lección, no solo al gobierno central, sino a todos los sectores, que no se debe esperar hasta el último momento para darle inicio a un proceso de selección y escogencia de personas en un tema que es bastante delicado y levanta ampollas.
Entiendo las razones que tienen las organizaciones que opinan que quienes deben viajar a La Habana deberían ser únicamente los colombianos que representan a las víctimas de los delitos que ejecutaron las Farc, con quien el gobierno busca un acuerdo para finalizar la confrontación. A la final son ellos quienes conocen el sufrimiento al que han estado sometidos por las acciones de este grupo armado durante mucho tiempo, porque lo han padecido.
Pero también hay que entender que los diálogos en La Habana con las Farc podrían ser la puerta de entrada a la finalización del conflicto armado en Colombia, y esto incluye una posible conversación con el ELN y la desmovilización de reductos de otros grupos armados al margen de la ley como el EPL que aún subsisten, y por qué no también, el sometimiento a la justicia de los miembros de las bacrim.
Es lamentable que el resto de organizaciones no lo entiendan y se haya configurado un debate innecesario, polarizando aún más al país, en el que no han faltado personas que no son precisamente víctimas, pero que han aprovechado el momento para pescar en río revuelto y tratar de enlodar este proceso, en donde el Centro Democrático no podía desaprovechar la ocasión para utilizar a uno de sus miembros, quien a nombre de la Organización Tierra y Vida se presentó en los foros de Villavicencio y Cali con el ánimo de sabotear el normal desarrollo del evento.
Es difícil ponerse de acuerdo, lo sé, sobre todo si se trata de organizaciones de víctimas del conflicto armado, que representan el universo de personas que por una u otra razón se han visto perjudicadas por los violentos y por el mismo Estado, y que tienen motivaciones e intereses distintos, pero considero que deberíamos ser justamente nosotros, quienes demostremos actos de entendimiento y capacidad para ponernos de acuerdo entre sí, dejando atrás cualquier protagonismo y figuración.
Creo que si entre las víctimas del conflicto es difícil ponerse de acuerdo, cuando se supone que lo que se busca es un fin común, (Reparación a quienes han sufrido algún daño, restitución de sus bienes, la verdad de los hechos y garantías de no repetición), será entonces complicado pedirle al gobierno nacional y los grupos armados llegar a un entendimiento que ponga fin a la confrontación armada.
Desafortunadamente ni gobierno nacional ni sociedad civil previeron esto con anticipación y ahora se debe buscar la manera de apagar el incendio, sin perder de vista que la refrendación de los acuerdos en La Habana, son estos mismos quienes al final ayudarán a impulsar.
Esta es la principal lección que nos debe quedar a todos, si en realidad queremos que esto siga adelante, y los diálogos de paz lleguen a feliz término como es lo deseado, al menos por lo que queremos el fin de conflicto por la vía civilizada.
Cambiando de tema, no puedo dejar de enviar mis saludos y felicitaciones al excongresista y ahora Director de la Oficina de Derechos Humanos de la Presidencia de la República, Guillermo Rivera. Su nombramiento no es sino la exaltación al buen desempeño de las responsabilidades y las ganas de que este país sea cada día mejor.
@ludyspalencia
Lección para las víctimas y el gobierno nacional
Vie, 15/08/2014 - 15:14
El acalorado debate que se ha presentado en el nivel nacional, sobre quienes deben ir a La Habana en representación de las víctimas, deja como lección, no solo al gobierno central, sino a todos l