Lo que me llevaba

Dom, 28/04/2013 - 01:03
Me quedaban diez minutos en El Dorado, entré a la librería y tomé de afán el último libro de Santiago Gamboa,

Me quedaban diez minutos en El Dorado, entré a la librería y tomé de afán el último libro de Santiago Gamboa, Plegarias nocturnas.

Había leído a Gamboa hacía años y después de la vida de un joven llamado Esteban, le había perdido la pista. Al tomar Plegarias nocturnas en mis manos me sorprendió su aparente brevedad. Metí este objeto liviano y empacado en plástico al vacío en mi maleta y entré al limbo de emigración. Recordé la escritura anterior de Gamboa, agradable, rica, como la conversación de un amigo que cuenta cuentos interesantes, pero un poco largos.

Plegarias me dio una sensación totalmente distinta: una trama trágica, urdida en un argumento policial. Sin embargo, lejos está de ser sólo un libro de suspenso. Disfruté varios dones de Gamboa: es políglota, y caracteriza con muchísima precisión; domina el ritmo; y plantea ideas importantes.

No sé cuántos idiomas hablará Gamboa, ni esto viene al caso. Pero es pasmosa su facilidad para los dialectos colombianos: estudiante de la nacional, muchacho de clase media, señor bogotano de clase media rasa, gomelo o joven adinerado, policía del DAS, ex reina de belleza y la lista sigue.

Plegarias Nocturnas se trata del amor entre dos hermanos. El hermano, un joven estudiante de literatura, se halla preso en una cárcel en Bangkok, y le escribe al cónsul en Nueva Delhi para que lo ayude a escapar la pena de muerte y a descubrir el paradero de su hermana, desaparecida desde hace varios años.

El personaje de Juana, la hermana, es tal vez lo mejor del libro. Gamboa construye una mujer fuerte y dura, cuya meta en la vida es proteger la sensibilidad de su hermano.

A través de Juana, y de su situación familiar, Gamboa nos presenta la historia reciente del país, durante los años del gobierno de Álvaro Uribe, desde la esfera privada. La joven estudiante de la Universidad Nacional discute con su padre, un hombre conservador, que ve a Uribe como el salvador del país. Gamboa acierta a mostrar la violencia privada, o invisible, como él mismo la ha llamado, que se propagó mientras aumentaba la llamada seguridad. A través de los movimientos de la joven Juana, Gamboa ilustra la Colombia de falsos positivos, espionajes, y sobrepasos de la policía.

Plegarias Nocturnas es una tragedia actual, desgarradora, y una ventana quizás más compleja y menos polarizada para mirar la historia reciente de Colombia. No sospechaba yo lo que me llevaba en esa reciente salida del país: páginas que volaron por mis dedos, y que me hicieron intimar con esta historia tan reciente que lucho por entender.

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