Los alcahuetas de izquierda

Mar, 23/04/2013 - 01:03
Soy una izquierdista que se permite dudar del socialismo del siglo XXI, como hace muchos años me permití dudar del comunismo del siglo XX, especialm
Soy una izquierdista que se permite dudar del socialismo del siglo XXI, como hace muchos años me permití dudar del comunismo del siglo XX, especialmente ese que martirizó a las gentes de la cortina de hierro. También me permití dudar de la revolución cubana, después de esa primera etapa romántica de los barbudos de la Sierra Maestra. Ni qué decir del desencanto con revolución nicaragüense hoy en manos de un Daniel Ortega, abusador y corrupto. Sin embargo, de esas épocas revolucionarias quedaron también cosas buenas, experiencias que se frustraron por la barbarie de la derecha, pero que con el tiempo se han ido decantando en un grupo de políticos sensatos y modernos. Gentes como Michelle Bachelet, Ricardo Lagos, Pepe Mujica, Lula da Silva y Dilma Rousseff, ha conducido con serenidad sus países a períodos de prosperidad y mayor equidad, sin atropellar los derechos, ni recortar libertades.  Estos gobernantes han demostrado que socialismo y libertad individual no son incompatibles. Por eso, no se entienden solidaridades a ultranza con relación a Venezuela. El gobierno de Maduro está mostrando un talante más parecido al régimen cubano que al de los gobiernos socialistas de Uruguay, Brasil o los chilenos de Lagos y Bachelet. En estos países la oposición ha tenido todas las garantías, las elecciones han sido limpias y los medios de comunicación han podido criticar a su antojo, mientras en Venezuela, se pisotea a quien no se arrodilla al Chavismo. El régimen ha cooptado todos los espacios institucionales: la rama judicial, las fuerzas armadas, el poder electoral y ahora el legislativo. Pero los líderes de izquierda latinoamericanos se pliegan a estos abusos. ¿Por qué? ¿Permitirían ellos acaso que algo así pasara en sus países? Muchos de ellos, con toda razón, se han alzado contra las atrocidades de la derecha, por lo que han sufrido torturas, persecución, cárcel o destierro. Pero muy pocas veces han denunciado atropellos cuando provienen de su propia orilla, como en Venezuela y Cuba. ¿Será que prima la solidaridad ideológica por encima de la solidaridad democrática? ¿Acaso no es autoritario, represivo e ilegítimo un gobierno que cierra medios de comunicación, que impide la movilización popular, que arrebata la palabra a la oposición en el Congreso, que amenaza con meter presos a quien se le atraviese, que entrega la soberanía y regale sus recursos naturales? Esto ha hecho Maduro en los pocos días que lleva en el poder sin recibir la más mínima reprimenda de Unasur, el Alba o vecinos como Colombia. No creo que las izquierdas le hagan un bien a la democracia alcahueteando estas arbitrariedades. En nombre de las ideologías, comunistas, fascistas, populistas, capitalistas, se han cometido los peores crímenes de la humanidad. Tal vez por eso hoy estoy convencida de que hay que juzgar los gobiernos por lo que son y no por lo que dicen que son. Ninguno, Mojica, Rousseff, Lula, o inclusive la Kichner, se atreverían a llegar a esos extremos. Entonces ¿por qué toleran la falta de democracia en Venezuela?  www.margaritalondoño.com http://blogs.elespectador.com/sisifus/
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