Los mensaje equivocados

Mar, 05/11/2013 - 11:32
Cuando el desorden en los aspectos nucleares en la acción de un gobierno persiste demasiado tiempo, las cosas se desordenan también en la superficie.

En el espacio político e institucional, la f
Cuando el desorden en los aspectos nucleares en la acción de un gobierno persiste demasiado tiempo, las cosas se desordenan también en la superficie. En el espacio político e institucional, la forma es tan importante como el fondo, porque la primera es la presentación pública de lo segundo. Lo que le llega a los ciudadanos son palabras e imágenes que contribuyen a legitimar o deslegitimar la acción política. El nuestro es un gobierno de pobres realizaciones, errores concatenados y, lamentablemente, es también el gobierno de los mensajes equivocados y del descuido en las formas. Errar en el mensaje no es un mero problema estético, si no que es en realidad la plasmación de un problema político. Estos suelen siempre esconderse, camuflarse o cobrar la apariencia de un problema de orden comunicacional aunque en realidad no sea así. Los mensajes equivocados, como manifestaciones sintomáticas del desorden político del mandato de Santos, comenzaron a verse con fuerza hace ocho meses. Por aquel entonces, el gobierno trató de aplacar el paro cafetero a golpe de subsidio, pero no operó ninguna transformación de relieve que garantizase la sostenibilidad del sector. Así, envió un mensaje equivocado por el que les dijo al resto de sectores con problemas que lo que debían hacer era convocar paros para obtener un subsidio. Así, el gobierno se convirtió en el de la visión de corto plazo y los planes de choque. Más recientemente, cuando el paro agrario emergió ante la imprevisión gubernamental, el Presidente Santos actuó en dos tiempos. Primero negó el problema, cumpliendo disciplinadamente la primera fase psicológica del ser humano al enfrentarse a un problema grave, como es la negación. “No  hay paro agrario en Colombia”, fue la afirmación que colmó la paciencia de los campesinos, que terminaron por bloquear buena parte del país para demostrarle al Presidente que su ceguera no anulaba la realidad a ojos de los colombianos. En segundo lugar, cuando ni las vendas de los ojos le impedían ver los bloqueos, trató no sin dificultades de alcanzar un acuerdo. Y nuevamente puso un parche que puede volver a despegarse en cualquier momento. Hace menos de un mes, en una maniobra que denota un claro alejamiento de la realidad social del país y fruto de una gestión desastrosa de la reforma de la salud, el Presidente le subió por decreto el salario a los congresistas. Y nuevamente aparece el mensaje equivocado. Porque mientras a los médicos y maestros se les dice que como mucho pueden aspirar a una subida salarial del 5%, a los congresistas se les incrementa su asignación en un escandaloso 50%. Y para terminar, en ocasiones el mensaje equivocado se construye a fuerza de silencio. Un silencio  clamoroso del gobierno. Un silencio de imperturbabilidad o quizás de ceguera nuevamente, ante la fotografía en la que toda Colombia ha podido ver cómo los cabecillas de las Farc llevan una vida de lujo mientras sus frentes intensifican sus acciones criminales. Un gobierno que ha perdido la capacidad de acertar con los mensajes, ha perdido, en realidad, la capacidad de mantener el control de la situación. Y por ello será cada vez más presionado y menos respetado y sólo podrá  mantener cerca a sus aliados haciendo un uso ineficiente y reprobable de los recursos públicos, concediendo prebendas a falta de poder ofrecer liderazgo político. Y esto no es sólo un nuevo mensaje equivocado. Es también pobre legado y un triste final para un gobierno.
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