¿Le parece que de repente las calles de su ciudad cambiaron de color? ¿No tiene la ligera impresión de que la contaminación visual se ha incrementado? ¿Cientos de caras impresas en papel barato lo miran desde paredes, postes y ventanales? Estos son los síntomas de que las elecciones están cada día más cerca y todos los candidatos mueren porque su brillante sonrisa sea tenida en cuenta por usted a la hora de marcar el tarjetón.
Pero, seamos francos, ¿la gente vota por un afiche? Si usted va por la calle y ve en un cartel de medio pliego a una señora con una sonrisa muy blanca, un joven con una camisa bien remangada o un caballero con un bigote mejor delineado, ¿estaría dispuesto a darle su voto?
Foto: @siempreconusted
Viendo el asunto en perspectiva, la persona a la que se le ocurre empapelar un barrio, un municipio o una ciudad es un inconsciente de talla mayor. No sólo afea el lugar al que aspira representar, sino que ensucia el espacio público y, además, comete un crimen ecológico espantoso malgastando papel en esos afiches que dudo mucho puedan llegar a sumarle un solo voto.
Foto: @siempreconusted
Un cartel publicitario en política no transmite mucho. A duras penas permite conocer cómo se ve el candidato, cuál es su partido político, su eslogan y su número en el tarjetón. Datos inútiles si se tiene en cuenta que en una elección, sea cual sea, se debe votar por ideas, no por un ‘mamarracho pintoso’.
Y no es solo eso. Lo más grave es que los ‘señores’ candidatos, que deciden empapelar la ciudad o colgar pasacalles en los pueblos, están incumpliendo el Código Electoral colombiano y la resolución 022 de 2011, emitida por el Consejo Nacional Electoral, que reglamenta la publicidad política para las elecciones de autoridades locales.
Foto: Magdalena Beltrán.
La ley 130 de 1994 señala muy claramente que “corresponde a los Alcaldes (...) regular la forma, característica, lugares y condiciones para la fijación de carteles, pasacalles, afiches y vallas destinadas a difundir propaganda electoral a fin de garantizar (...) la utilización de estos medios en armonía con el derecho de la comunidad a disfrutar del uso del espacio público y la preservación de la estética”.
No sé si algún alcalde haya definido que postes de alumbrado público, semáforos y puentes peatonales son las mejores superficies para pegar los carteles de los candidatos de las elecciones que vienen, pero, al menos para mí, aquí no existe ningún tipo de preservación de la estética.
Foto: @siempreconusted
Bueno, pero si no son los candidatos, ¿quién es el responsable de hacer cumplir la ley? Según la resolución 022 de 2011 del Consejo Nacional Electoral (CNE) los encargados de verificar que ni candidatos, ni partidos políticos vayan en contra de lo estipulado por la norma son los registradores municipales, distritales, departamentales, así como los alcaldes, en calidad de máxima autoridad civil. Sin embargo, nada pasa. Los afiches siguen ahí y nadie denuncia ante el CNE las irregularidades cometidas por estos candidatos.
Afortunadamente solo falta una semana para que termine el frenesí electoral. Los carteles caerán por efecto del clima y las paredes volverán a ser las mismas... Claro, hasta que algún músico, artista o fiesta quiera llegar a hacer lo mismo que los políticos: contaminar nuestro espacio público.