Me sumo a la jornada de movilización convocada por Fecode

Mié, 27/08/2014 - 15:35
Ayer Fecode invitó a los colombianos a una jornada de movilización “Por la defensa de la educación pública, el derecho a la vida…” y entre sus demandas se encuentran: la construcción de una
Ayer Fecode invitó a los colombianos a una jornada de movilización “Por la defensa de la educación pública, el derecho a la vida…” y entre sus demandas se encuentran: la construcción de una política pública educativa con todos los actores; la oferta de una educación con calidad y garantías para el ingreso y permanencia de todos los estudiantes; el respeto de la escuela como territorio de paz; el incremento del porcentaje del PIB para educación; la implementación del proceso de nivelación salarial de los maestros; la organización de la discusión de la reforma democrática de la Educación Superior, entre otros. ¿Podría algún colombiano no estar de acuerdo con estas solicitudes? Oyendo las declaraciones de Presidente Santos y de la Ministra Parody, varios de estos puntos podrían coincidir con los que se definan en el programa de gobierno, y la educación, que no fue un pilar del primer Gobierno Santos, lo es, por lo menos en el discurso de Santos II. Así mismo, la sociedad civil, con movimientos como Todos por la Educación, la MANE y el sector fundacional, también, desde hace un tiempo, viene haciendo llamados y propuestas alrededor de las mismas temáticas. En otras palabras, es un buen momento, todos parecemos estar de acuerdo en lo fundamental; la educación no sólo está en la agenda, sino que es prioritaria. En la historia reciente colombiana, hace más o menos 20 años, la educación también tuvo su momento. Grandes intelectuales y académicos del país, conocidos como la Misión de Sabios, elaboraron un documento que trazaba el camino que se debía seguir para lograr una educación de calidad para todos y así, alcanzar bienestar para los colombianos. El Movimiento Pedagógico de finales de los 80 y la nueva Constitución diseñaron la ruta para la construcción de la Ley General de Educación (Ley 115 de 1994). Una ley de vanguardia, absolutamente revolucionaria, que se encuentra vigente y lo más importante, magistralmente construida de manera concertada con todos los sectores: gobierno, sindicato y sociedad civil. Ese, sin duda, también fue un momento para la educación, infortunadamente desaprovechado. Los acuerdos se alcanzaron, pero como muchas veces pasa en Colombia, la realidad del país logró que lo urgente se impusiera sobre lo importante y aunque se avanzó, la gran revolución del sector, no se dio. Ahora, el reto es lograrlo, es saber aprovechar esta oportunidad, es pasar de los acuerdos (que se deben terminar de consolidar), a la implementación de los mismos. Colombia, claramente no se encuentra en el estado de emergencia en el que estuvo sumergido en los años noventa; con suerte, estamos próximos a firmar un acuerdo de paz con el grupo guerrillero más longevo del país; nuestra economía, aunque todavía no logra brindarle bienestar a todos los ciudadanos, viene creciendo de manera sostenida, y no estamos en un gobierno que está buscando su reelección (aunque sí la elección de su vicepresidente, lo que no es tan conveniente en términos políticos). Si no aprovechamos este momento, el costo social para el país será demasiado alto, no se logrará sostener la paz tan anhelada, ni alcanzar las oportunidades que merecen todos los colombianos. Veinte años más sin educación de buena calidad no serán fáciles de enmendar. La tarea no es fácil. El gobierno debe liderarla, debe ser consciente de que las reformas que requiere el sector son costosas políticamente y sus frutos no podrán ser recogidos de manera inmediata. El sindicato debe así mismo hacer concesiones, porque si bien, aunque las condiciones de los docentes empezarán a mejorar rápidamente, el bienestar que merecen, se logrará paulatinamente. Finalmente, la sociedad en general también se tendrá que sacrificar, pues es evidente que seremos todos los ciudadanos los que tendremos que pagar, con nuestros impuestos, las reformas. El sacrificio de todos, con certeza será retribuido con el mejoramiento del sistema educativo y sus repercusiones sobre el desarrollo y la economía del país. Es por esto que todos debemos sumarnos a la movilización: gobierno, sindicato y sociedad civil, sin dudarlo ni desfallecer, para lograr una educación de calidad para todos. Las generaciones que vienen nos lo agradecerán y Colombia en 20 años será un país en el que todos los colombianos querrán vivir.
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