Por más de cuarenta años se ha hablado en Bogotá de tener un Metro. Ya nadie cree, ni confía en que en la capital de la república, ese anhelo se vaya a hacer realidad. Sin embargo, esta semana el Concejo de Bogotá deberá tomar una de las decisiones históricas más importantes; aprobar las vigencias futuras para que finalmente se pueda dar inicio a la contratación y construcción del Metro.
La opción elegida será un Metro Elevado con tres troncales de Transmilenio que lo complementarán en la Avenida 68, la Avenida Boyacá y la Avenida Ciudad de Cali. Tendrá 15 estaciones y en 10 de estas se conectará con Transmilenio.
Esta alternativa, le permitirá a la ciudad mover más de un millón de pasajeros al día y en el año 2024 cuando terminé su construcción, los bogotanos tendremos una estación de Metro o Transmilenio a máximo un kilómetro de distancia de nuestras casas y solo habrá que hacer un transbordo para llegar a cualquier punto de la ciudad.
Hay que pasar la página, dejar tanta discusión y más bien enfocarnos en la construcción del Metro. Lo que reclaman y merecen los ciudadanos son soluciones reales de movilidad. La administración de Enrique Peñalosa tiene que entender, que uno de los legados más importantes para lograr el mejor sistema de transporte público de América Latina, como lo prometió, es iniciar la construcción del Metro.
El Metro elevado es la opción más social y sostenible para la ciudad; los estudios técnicos muestran que beneficiará a casi tres millones de hogares en el occidente de Bogotá. Serán las familias de Bosa, Kennedy, Engativá y Fontibón unas de las principalmente beneficiadas, inclusive las de Soacha tendrán acceso a través de conectarse con la ampliación que tendrá la Avenida Ciudad de Cali con Transmilenio. Localidades que hoy duran horas, solo para salir al portal de las Américas, podrán llegar en 25 minutos al centro de la ciudad, beneficios reales en calidad de vida para cientos de miles de familias.
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El Metro elevado será un gran promotor de la renovación urbana, no solo porque tendrá estaciones laterales modernas con centros comerciales, sino porque, al mismo tiempo de la obra, se renovarán más de 22 km de avenidas paralelas y sus respectivos andenes y espacios públicos circundantes. De hecho, una de las innovaciones, es que debajo del Metro y por entre sus columnas irá una ciclorruta de más de 14 km.
El Metro, con un valor de 12,9 billones de pesos, se convertirá en la obra de infraestructura más importante del país y la Administración tiene la responsabilidad de que estos recursos ayuden a transformar la ciudad. Ello requiere involucrar a las comunidades circundantes, a las universidades, al sector privado y a lo mejor de la ingeniería del mundo. Una obra que sea apropiada por todos.
El Metro debe permitir a Bogotá dar pasos enormes en materia de sostenibilidad, puesto que disminuirá las emisiones de C02 y por lo tanto, la contaminación de la ciudad. Su sistema eléctrico deberá de ser de última tecnología para gastar menos energía y no generar ruido.
Por supuesto, debe ser una obra tan bien diseñada y con tal nivel de seguridad y dignidad que muchos se bajen de su carro o moto particular y se suban al transporte público. Así como los paisas son orgullosos de su Metro y los colombianos admiramos cómo es protegido por todos sus ciudadanos, se debe asegurar que se cree una cultura metro, en donde los bogotanos quieran, respeten y se tenga cultura ciudadana dentro y alrededor del metro.
La construcción de la obra debe generar un gran saldo pedagógico y de transformación cultural de la ciudadanía.
En vez de criticar y buscar excusas de por qué no se debe hacer el Metro Elevado, enfoquémonos en cómo construimos el mejor Metro y Sistema de Transporte Público de Latinoamérica, dejemos tanta discusión y todos los sectores a involucrarse en cómo hacerlo con la mayor celeridad y transparencia.
Hoy ya somos 8 millones de habitantes en Bogotá, no se puede seguir postergando la construcción del Metro, millones reclamamos Metro YA.
