Mientras todo esto pasa…

Mar, 01/05/2018 - 03:25
La política parece absorberlo todo. Llevamos meses hablando de que quién será el próximo presidente. La recta final es larguísima pues estamos todavía lejos de la fecha final. Parece como si ava
La política parece absorberlo todo. Llevamos meses hablando de que quién será el próximo presidente. La recta final es larguísima pues estamos todavía lejos de la fecha final. Parece como si avanzáramos en cámara lenta. El desgaste de los debates insulsos, las interminables encuestas con sus controversiales interpretaciones, la avalancha de publicidad y el derroche de recursos desplazan todo lo demás. Cuando se sabe que la mitad de los habilitados para votar les importa un pepino la política, todo este despliegue resulta aún más desproporcionado. Parece como si los temas reales hubiesen sido petrificados. La crisis de Venezuela con su horrible balance humanitario, los problemas del sistema de salud, el déficit presupuestal de las universidades públicas, el endeudamiento de la economía, el colapso de la justicia, los carteles de la contratación, los abusos de los oligopolios, el derroche en subsidios innecesario, las comunas en manos del hampa, la expansión del narcotráfico o la inseguridad ciudadana ocupan el segundo plano mientras se adelanta la lucha por el poder. El problema es que la conquista del poder es, en teoría, para resolver estos problemas. Se supone que estamos eligiendo a quien tiene la capacidad y la voluntad de enfrentarlos con decisión para que vivamos mejor, para que todos vivamos mejor. ¿Por qué entonces a tantos les cuesta reconocer en la política la herramienta que puede mejorar nuestras vidas? ¿Por qué tantos consideran que la política es parte del problema y no parte de la solución nacional? ¿Por qué es identificada como la actividad más baja y ruin que un ser humano pueda ejercer? La política es el reflejo de las virtudes y defectos que tenemos como seres humanos y como pueblo. Sería ilógico que, de un pueblo que ha sacrificado la ética, pudiésemos obtener políticos éticos. No se podría explicar que en una sociedad que no respeta la vida, los valores excelsos fuesen la característica de la vida política. Tenemos los hombres políticos que merecemos, con sus fortalezas y debilidades. Además los elegimos y reelegimos a pesar de conocer muchas de sus falencias. Para no deprimirnos, es importante señalar que en la mayoría de los países del mundo sucede algo similar. La gente no cree en la política y ella ocupa un lugar desmedido en la atención de los medios. Mientras tanto, la vida sigue porque no puede ser de otra manera.   
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