Por supuesto que sí. Debemos hacerlo. Debemos preocuparnos por sus condiciones de vida y por el impacto innegable que causa en los residentes de nuestra ciudad. No solo es cuestión de solidaridad o de humanidad. Es nuestra obligación. Según nuestra constitución los extranjeros residentes en Colombia tienen los mismos derechos que nosotros los colombianos.
El problema es tan grande que es necesario que el gobierno nacional estructure una política pública diferencial para atender a los migrantes. Y en Bogotá debemos seguir manejando el impacto de la migración del vecino país de la mejor manera posible.
Según cifras entregadas por la Personería de Bogotá, en la ciudad se registra oficialmente que habitan 117.000 venezolanos, de los cuales 43.483 ingresaron de manera irregular al país y no cuentan con los permisos especiales de permanencia. De esta población, el 23,6% está en la informalidad, el 18% está desempleado y no hay información sobre otro 18%. Esto implica que el 60% de ellos está en condición de vulnerabilidad.
Sin embargo estas cifras son bastante más bajas que las del observatorio Bogotá Como Vamos, que calcula una población de 204.000 venezolanos viviendo en Bogotá.
Esta población, especialmente la más pobre que no cuenta con un permiso especial de permanencia, busca su superviviencia en actividades diversas.
Muchas de ellas han llegado a Bogotá a dedicarse al comercio informal y esto ha causado un impacto económico muy fuerte entre los cerca de 120.000 vendedores informales colombianos que viven en la ciudad. Esto ha generado muchos conflictos, enfrentamientos y riñas callejeras.
Así mismo, preocupa especialmente el delito de trata de personas de que está siendo víctima la población venezolana, son ya muchos los casos de explotación sexual y laboral que se han reportado, en el que las víctimas son venezolanos que han tenido que abandonar su país por la tragedia humanitaria que están viviendo allí.
Según cifras oficiales, los casos han venido en aumento, reportándose también que en Bogotá uno de cada tres trabajadores sexuales es venezolano.
El sentimiento de xenofobia hacia la población venezolana va en aumento. En muchos casos asociado a la percepción de inseguridad de la ciudad. Y los datos son complicados. Solo entre el 1 y el 30 de enero de 2019 se capturaron en flagrancia en Bogotá 181 venezolanos, de los cuales 101 son reincidentes.
Ante esta situación debemos recordar que son unos pocos los que cometen delitos, y debe existir la decisión contundente de deportar a todo aquel que sea delincuente, teniendo siempre presente que son más los buenos que los malos. Y recordar también que hace varios años fueron los venezolanos los que acogieron con solidaridad a los miles de colombianos que buscaron refugio y trabajo en ese país.
Reconozco que la Secretaría de Integración Social ha trabajado de manera seria y eficiente para manejar esta crisis humanitaria en Bogotá. Así mismo las diferentes instituciones han facilitado el acceso a los servicios de salud y educación del Distrito. Muy importante la labor realizada desde la Secretaría de Salud para prestar servicios básicos de salud y urgencias sin importar nacionalidad y estatus migratorio, priorizando la atención a madres gestantes, primera infancia y vacunación. A través de la Red Pública de Salud, en 2017 y 2018 se atendieron 8.964 personas venezolanas, lo que corresponde a 625.825 atenciones, donde 71% fueron a mujeres y el 29% restante a hombres.
También se atendieron cerca de 2.118 mujeres venezolanas por parto o por cesárea.
Así mismo, la Secretaría de Educación confirma que cerca de 2.800 menores inmigrantes de Venezuela tienen cupo en la educación oficial distrital, particularmente en el nivel preescolar (687) y en la básica primaria (1.186).
Independientemente de las cifras, los bogotanos debemos entender que se trata de una población hermana y este rechazo a nuestros hermanos venezolanos debe parar. Aunque la crisis política del vecino país termine, la presencia de venezolanos en Colombia y en Bogotá no va a desaparecer. Debemos trabajar para que no prospere el sentimiento xenófobo entre los bogotanos. Esto debemos hacerlo a través de campañas efectivas de cultura ciudadana que permitan desactivar los sentimientos y actitudes negativos.
Debemos trabajar por la integración de las personas venezolanas de bien a la comunidad de Bogotá y procurar ofrecerles las oportunidades que le permitan a cada una de estas familias tener una vida digna y un futuro próspero en nuestra ciudad.
Migración venezolana: ¿Un reto para Bogotá?
Vie, 08/02/2019 - 06:24
Por supuesto que sí. Debemos hacerlo. Debemos preocuparnos por sus condiciones de vida y por el impacto innegable que causa en los residentes de nuestra ciudad. No solo es cuestión de solidaridad o