No es cuestión de melanina

Muchas veces he escuchado a mis amigos afro sustentar que la procedencia étnica de una persona no se puede medir por la variable del color. La piel puede tener más o menos melanina, lo que hace que algunas personas la tengan más oscura que otras. Por decirlo a la manera tradicional hay gente más negra que otra. La pertenencia a grupos denominados minorías étnicas en la Constitución, según este criterio de color no podría medirse por tener o no la piel oscura y el pelo rizado. Entre otras razones porque con el paso de los siglos se ha generado una hibridación racial muy grande en Colombia. Ya casi nadie puede sostener que es 100% blanco, negro o indígena. Por el contrario aquí tenemos un poquito de cada raza en toda la población. Pero la circunscripción especial de negritudes, así como la indígena, se estableció en la Constitución del 91 como una acción positiva de discriminación, que es algo absolutamente válido y necesario cuando se detectan exclusiones y desigualdades hacia un sector específico de la ciudadanía, como pasa en nuestro país con las comunidades Afrodescendientes. Basta mirar al Pacífico para darse cuenta que si uno nace en Puerto Merizalde, por ejemplo, tiene muchas menos posibilidades que una persona que nace en Ciudad Bolivar, para comparar dos situaciones de pobreza, una en el Pacífico y otra en la Capital. Mucho peor si la comparación se hace con alguien que nace en Rosales, en El Poblado o en Ciudad Jardín. Y mucho más grande la diferencia si esas personas son o se consideran “blancas”. Al reconcer la Constitución que somos un país multiétnico y pluricultural se tuvo que obrar en consecuencia y empezar a legislar para buscar condiciones que disminuyeran las grandes inequidades entre etnias y culturas. Con ese propósito se hicieron las circunscripciones especiales para afrodescendientes e indígenas. Desafortunadamente no demoraron mucho los corruptos en darse cuenta que ese espacio se podía cooptar para sus intereses. Por años los elegidos bajo esta circunscripción, en la que además no necesita umbral, no corresponden a los intereses de la minoría afro. Con los indígenas ha sido distinto gracias a un mayor nivel de organización. Pero con los afro esta ley ha sido un rey de burlas, así como lo es la representación de estas comunidades en las corporaciones ambientales. En los comicios que acaban de pasar, la cosa fue todavía más burda. Si antes se habían apropiado de esta curul politiqueros sin escrúpulos, al menos habían tenido la precaución de presentar candidaturas con un nivel de melanina aceptable. Es decir candidatos que pasaba por ser voceros de las negritudes porque se veían negros. El nueve de marzo pasado no fue ni siquiera así. Quienes salieron electos, María del Socorro Bustamante y Moisés Orozco, ni siquiera tienen la piel oscura, que como ya vimos es solo una de las variables para determinar la procedencia étnica y cultural, tampoco viven en una comunidad o en un territorio colectivo. Son políticos de profesión, que se camuflaron allí para salir a trabajar por sus propios intereses y no los de los afrodescendientes. Lo más grave es que en esta circunscripción ni siquiera opera el tema de la doble militancia que si opera para los demás partidos. Es el caso de María del Socorro Bustamante quien fue el año pasado candidata a la Alcaldía de Cartagena con el aval del Pin y Moises Orozco quien fue candidato a la Alcaldía de Yumbo con el Aval de uno de los partidos que maneja Juan Carlos Martinez Sinisterra. ¡Pobres comunidades Afrodescendientes! les están expropiando hasta su derecho a elegir y ser elegidos. www.margaritalondono.com http://blogs.elespectador.com/sisifus/