Noviazgo largo, ruptura pronta

Mar, 20/06/2017 - 04:27
La paz con las Farc se está pareciendo cada día más a esos noviazgos largos y difíciles en los que las dos partes tienen tantos recelos con la otra que no terminan de decidirse por casarse. Se han
La paz con las Farc se está pareciendo cada día más a esos noviazgos largos y difíciles en los que las dos partes tienen tantos recelos con la otra que no terminan de decidirse por casarse. Se han faltado muchas veces, la infidelidad los ronda, las mentiras e incumplimientos ha dado al traste con fechas acordadas para el matrimonio y, sin embargo, no pueden vivir la una sin el otro, se necesitan, son interdependientes. Creíamos que ese noviazgo ya iba vía segura hacia una unión “estable y duradera” después de la primera firma, pero aparecieron los reparos del No y se hubo de aplazar la celebración, como si en plena ceremonia alguien se hubiera levantado a decir “me opongo a ese matrimonio”. Luego las cosas regresaron a la situación inicial y los novios volvieron a comprometerse, esta vez en Bogotá, en ceremonia más cerrada para evitar sorpresa. De ahí en adelante no ha habido un minuto de calma en el proceso. Los últimos inconvenientes han venido del lado poco esperado de la Corte Constitucional, y de uno más que previsible, los militares, que a veces parecen tener una agenda ingobernable, que se pasa por la faja órdenes o se hacen los desorientados. Con la Corte Constitucional no se soñaba Juan Manuel Santos, que había fincado en los nuevos integrantes sus esperanzas de avalar el camino para implementar el acuerdo. Pero no fue así, la sorpresa fue mayor en el gobierno y en las Farc ante el fallo que negó dos aspectos básicos del procedimiento expedito, conocido como Fast Track. Casi se llevan otro susto con la elección de la persona que ocuparía la otra vacante en esa Corte. Venía pisando fuerte el candidato del Uribismo y tuvo que jugársela a fondo el Presidente, con la ayudita de Benedetti para que la elegida fuera una persona de su confianza y así garantizar una mayoría, escasa, pero fundamental para los avales que vienen en camino. Eso fue lo inesperado, los fallos judiciales, porque lo esperado corre por cuenta de las fuerzas armadas que en los últimos días parecen más interesadas en crear problemas que en resolver la situación de seguridad en el país. Hubo un confuso incidente con disparos y un oficial herido en un territorio cercano a una zona veredal. Luego se produjo un sobrevuelo que a la guerrilla le pareció sospechoso y en el fin de semana se supo de la detención en Bogotá, de un alias Jimmy que estaba haciendo, según el propio Timochenko, labores relacionadas con el proceso de paz. Antes de este incidente las aguas se habían calmado gracias al acuerdo sobre un aplazamiento para la entrega de armas, hasta el 20 de junio. Con este anuncio se tranquilizó un poco el ambiente. Pero la dicha duró apenas unos días, el domingo Timochenko, en un anuncio que más parece una amenaza, dejó saber que podrían solicitar un nuevo aplazamiento para el desarme, ante la gravedad del hecho de la detención de Jimmy. Las cosas se están poniendo difíciles y se empeoran con el estilo de Santos, que deja crecer las dificultades para resolverlas cuando ya han subido de tono, como le pasa con las movilizaciones sociales. Ahora está encartado con un plazo, que ya se ve incumplible y con una guerrillerada molesta, entre la cual se siente ya desconfianza hacia el proceso. Ese matrimonio, construido de manera tan difícil, tendrá que cuidarse más de lo que se ha hecho. Para el postconflicto se requiere mucho más compromiso del gobierno. No es suficiente con que Sergio Jaramillo le eche la culpa de los problemas al proceso electoral que ya comenzó. Allí no están las faltas, porque nadie podía garantizar un proceso electoral con candidatos únicamente pro paz. Las faltas están en las propias filas de esta administración, que va lento, que no tiene un buen conductor y que al parecer no ha podido alinear a los militares en un compromiso de respeto a lo acordado, de vigilancia a los líderes sociales y de verdadero combate a las mafias paramilitares. Ojalá este nuevo aplazamiento que anuncia la guerrilla no se dé, porque estaríamos ad portas de una crisis mucho más grande que la de la Corte Constitucional.
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