Quiero ser Magistrado de cualquier Corte

Mié, 11/03/2015 - 06:31
En el país de miss Tanguita y de hombres haciendo striptease en parques para celebrar el día de la mujer con entrada gratis para niños; ser Magistrado tiene una connotación especial, que va más a
En el país de miss Tanguita y de hombres haciendo striptease en parques para celebrar el día de la mujer con entrada gratis para niños; ser Magistrado tiene una connotación especial, que va más a allá de impartir justicia y ser una persona honorable. Ustedes se preguntarán ¿Por qué este columnista quiere ser Magistrado?, simple, entre otras, por lo chévere de trabajar con toga y birrete, debe uno sentirse como una especie de enviado de Dios, con esos atuendos medievales, como sacerdotes, y con la función de impartir justicia, pero que a cambio, se reciben jugosas limosnas que puede llegar hasta 500 millones de pesos cuando se trata de una tutela “malonga”, porque hay tutelas por las que se puede cobrar entre 3000 y 4000 millones. ¿Les parece poco? Además de eso, podría recibir prebendas y regalos, como los botines importados que le dio Giorgio Sale al Magistrado José Alfredo Escobar y de ñapa, un bolso fino para mi esposa, preferiblemente, Prada o Louis Vuitton; eso, sin mencionar las cenas en los mejores restaurantes de la capital de los que puedo disfrutar por cuenta de un abogado muy generoso como Víctor Pacheco. Ser Magistrado, es garantía de tener trabajo siempre, si termina el periodo en la Constitucional, acudiendo a un carrusel bien elaborado, puedo pasar al Consejo de Estado y luego a la Corte Suprema de Justicia y si me pillan en algo raro, como al Magistrado Alberto Rojas, con alguna argucia puedo regresar. Ser Magistrado, no es solo tener carro blindado y escoltas, también le da uno licencia para robar viudas, maltratar a un humilde carpintero y la posibilidad de defenderse en un ascensor de las agresiones de una vecina, sin que haya ninguna consecuencia, porque lo mejor de todo, es que los compañeros, en un verdadero acto de solidaridad me apoyarán siempre. Puedo recibir saludos en discos vallenatos como Jorge Pretelt o disfrutar de vuelos chárter, invitado por personajes como Ascencio Reyes que se esmeran en atenciones con buenos cocteles, quien sabe, de pronto hasta una prepago para pasar un buen rato, lo que sí exigiré es que no me vayan a salir ni Gatúbelas, ni Yayitas. Asimismo, podría disfrutar de muchos viajes al exterior en el año para adelantar congresos, con viáticos de 700 dólares diarios; cruceros donde perfectamente puedo leer los expedientes, al fin y al cabo, ya lo experimentó  la ex presidente de la Corte Suprema, Ruth Marina Díaz y le fue muy bien. Ser Magistrado también sirve para ayudar a la familia, le puedo prestar a mi hijo la camioneta oficial para que desarrolle las fantasías sexuales con su novia en plena calle, como hizo el presidente de la Corte, el Magistrado Luis Gabriel Miranda. También lograría ayudar de buena manera a mi círculo más íntimo, como el Dr Leónidas Bustos, quien ubicó con salarios millonarios, a la ex esposa y esposa, en la procuraduría; eso es ser un buen marido y mejor ex marido, que viva la modernidad. En cuanto a las pensiones, todavía es mejor, pueden oscilar entre 20 y 30 millones de pesos, que me pueden servir para la vejez y para cualquier inversión, por supuesto que no sea en Interbolsa. Además como ex Magistrado se tiene la ventaja de poder asesorar empresas, especialmente petroleras que generan grandes dividendos, si se hace un buen lobbismo  como el ex magistrado Rodrigo Escobar. Ya entienden porque quiero ser Magistrado. @JACOBOSOLANOC
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