Ha sido motivo de chistes las declaraciones del exvicepresidente Francisco Santos a través de su nota editorial en la página de internet de RCN Radio. Desde mi punto de vista no tiene nada de gracioso sugerir asesinatos y torturas a jóvenes que se atrevieron a mostrar su desacuerdo con el proyecto de reforma a la educación, en un país donde este tipo de hechos sobre líderes que trabajan por causas sociales son pan de cada día.
Está bien demostrado que quien se decide a dar la lucha por la reivindicación de los derechos que le asiste a todas las personas, en Colombia es víctima de amenazas, persecuciones, desaparición, asesinato o tortura; por tanto no es posible que ese tipo de consejos salga de la boca de quien durante su gestión como vicepresidente de la República, tenía como misión la defensa de los derechos humanos, pero que además fue director de la Organización No Gubernamental País Libre, donde se trabaja por este tema. Y lo que es más triste es que los colombianos deban escucharlo de lunes a viernes, transmitiendo noticias a través de las estaciones de radio de RCN, actuando como guardián de la ética y las buenas costumbres, cuando luego de dar este tipo de declaraciones, queda moralmente impedido para ejercer tal labor.
Dice el refrán popular que el pez muere por la boca. Y las frases que utilizó Pacho Santos para sugerir el uso de armas no letales, como “esas que les... meten voltios a los muchachos... el muchacho cae... y se lo llevan arrestado por interferir con una vía pública”, fueron expresadas con más seguridad y convencimiento, que las que usó para disculparse. Si eso dice en público, me imagino lo que es capaz de decir en conversaciones privadas.
Al parecer, Francisco Santos quiso estigmatizar la protesta desconociendo que la inconformidad de los jóvenes se da por la actitud de la Ministra de Educación, quien haciendo alarde de empresaria estrella, experta en competitividad empresarial y expresidenta de la Cámara de Comercio de Bogotá, cree que las soluciones a los problemas de la educación que padece nuestro país pasan por la aprobación de créditos estudiantiles en un sistema bancario depredador, que en lugar de aliviarles la carga a los usuarios, termina ahogándolos en deudas. Me pregunto si Pachito no es capaz de entender que miles de jóvenes en Colombia, piden a grito entero que el Estado sea el garante de su educación tanto básica como superior y que por tanto no pueden estar de acuerdo con una reforma que en nada acompaña sus anhelos de crecer en el nivel profesional.
Por lo anterior, me sorprendió que una persona elegida dos veces en un cargo de representación nacional, en el que se ejercen algunas funciones como la defensa de la Derechos Humanos, sea precisamente quien se atreva a sugerir prácticas letales sobre ciudadanos que ningún mal le están haciendo a la sociedad. Si este tipo de consejos hubiese salido de la boca de alguno de los parapolíticos que hicieron parte de la coalición de congresistas en el gobierno anterior, a quienes Francisco Santos conoce muy bien, no se me haría nada raro, porque en algún momento sacarían el paramilitar que llevan adentro, pero lo menos que uno espera de alguien que se escucha todos los días a través de una estación de radio, que hace parte del sistema de medios de uno de los grupos empresariales más importantes del país, es que guarde un poco de compostura en el momento de ejercer su labor, que entre otros no es precisamente la mejor a juzgar por su capacidad discursiva y de locución a través de los micrófonos de RCN Radio.
De nada servirá que Francisco Santos se disculpe mil y mil veces por aconsejar que se electrocute a quienes piden una reforma educativa que solucione la deserción escolar y amplíe la capacidad de las universidades para que más jóvenes de todos los departamentos del país ingresen a una carrera del nivel profesional. Si en el momento en que se atrevió a dar este tipo de sugerencias, sonó más convincente que cuando hizo el acto de contrición, el hecho debería poner a reflexionar a los directivos de RCN Radio, porque en cuestión de imagen en nada les ayuda un personaje de estos; y a los oyentes, quienes deben ejecutar una sanción moral a quien utilice los micrófonos de un medio de comunicación para alimentar odios en un país que pide a gritos paz y reconciliación.