¿Seguiremos siendo eternamente pobres?

Jue, 06/02/2014 - 07:34
Para todos es conocido que la última semana de enero se celebró en Davos, Suiza, el Foro Económico Mundial (FEM), tal vez uno de los mejores escenarios donde se debaten durante tres días el crecim
Para todos es conocido que la última semana de enero se celebró en Davos, Suiza, el Foro Económico Mundial (FEM), tal vez uno de los mejores escenarios donde se debaten durante tres días el crecimiento económico global, la competitividad, la sostenibilidad, la tecnología y los avances en salud, pobreza y medioambiente principalmente. A este asistieron 40 jefes de Estado y gobierno y 1.500 líderes empresariales. El foro fue inaugurado por el primer ministro japonés, Shinzo Abe, dentro de un ambiente donde la crisis financiera y económica global todavía no se ha solucionado. Durante el foro en Davos, el tema de conversación general fue el optimista pronóstico de Bill Gates al asegurar que en el año 2035 la pobreza mundial acabará. Unos días anteriores al foro, Gates publicó su Carta Anual donde manifiesta no solo los mitos que frena el crecimiento de los pobres, sino que tiene una gran evidencia que señala que la pobreza es menor y más mitigada, gracias en una buena parte a los avances de la tecnología. Por su parte, durante el Foro, la ONG Oxfam sacude la opinión general donde sostiene que el 85 % de las personas más ricas del mundo tienen los mismos recursos de los 3.575 millones de los habitantes más pobres y señala además, que más de la mitad de la riqueza está en el 1% de la población. Declara que las políticas económicas son “manipuladas” por los más ricos para favorecer sus negocios, porque claro, son los que mejor se educan, dejando atrás las políticas que podrían beneficiar a los más pobres. Oxfam hace referencia inclusive a que después de la crisis del 2008, no solo los más ricos ganan más, sino que ve una clara destrucción de la clase media, moviéndose a esferas de clases más bajas. La desigualdad es cada vez más marcada. Un artículo recientemente publicado por el diario El País de España, donde según el Banco Mundial y la Eurostat, la situación del crecimiento de la brecha social es evidente y señala: “En general, la tendencia es preocupante en toda Europa, pero no caben los tenebrismos: las desigualdades son superiores en EE.UU. y en los países emergentes, donde la renta per cápita sube, pero los más ricos son mucho más ricos que los pobres en comparación con los estándares europeos. Los países latinos, anglosajones y bálticos son los más desiguales.” En otras palabras, le está dando la razón a Oxfam. Mi opinión sobre si Gates u Oxfam están en lo cierto es que ninguno de los dos son excluyentes, son complementarios, aunque tiendo a ser optimista e irme por la línea de Gates, pero leyendo bien los indicadores. Indiscutiblemente, el mundo es menos pobre y ha hecho avances significativos. La pobreza mundialmente está definida en términos generales (aunque hay muchos otros índices de medición) como aquellas personas que viven con menos de un dólar al día. Esos pobres que avanzaron, están hoy ganando $1.26 dólares diarios, pero no necesariamente significa que hayan salido de la pobreza. En el caso de Colombia, existen varias dudas, ¿seguiremos siendo eternamente pobres? ¿Por qué nuestros gobiernos, pese a los esfuerzos que se hacen, el dinero que se invierte, no acaba con la pobreza? ¿Por qué a pesar que en los últimos 10 años hemos crecido en promedio 3.9% del PIB, el 34% de la población colombiana sigue siendo pobre? De hecho, y según el anuncio reciente de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y El Caribe de Naciones Unidas), los países de la región crecerán en un 3.2 % en el 2014, donde Colombia crecerá a un ritmo del 4.5% del PIB. Sin embargo, somos de los países a nivel latinoamericano que nos disputamos los tres primeros puestos con la mayor disparidad social los últimos 4 años. Claro, la gran mayoría tendemos a pensar que no acabamos la pobreza porque hay alto nivel corrupción; eso mismo lo señala Jeffrey Sach de las Naciones Unidas cuando manifiesta que la corrupción es la gran trampa de la pobreza pues esta genera más corrupción y a la vez crea más pobreza. En la medida que exista una mejora del nivel de vida, eso permite a la sociedad civil tener mayor y mejor acceso a la educación que permita a los gobiernos hacer cumplir las leyes. Pero el tema es más de fondo. Según el libro titulado Repensar la Pobreza (Poor Economics), escrito por la gran economista francesa Esther Duflo y el hindú Abhijit Benarjee, ambos de MIT: “En los estados hay una imperfección en la visión institucional sobre la economía del desarrollo. …Si la política funciona al final acabarán apareciendo buenas políticas.” Según esta perspectiva, el verdadero problema del desarrollo no solo está en la elaboración de las buenas prácticas y políticas, sino cómo arreglar el proceso político para hacer que se cumplan. Eso lo manifiesta también William Eastery, economista de Oxford al mencionar que existen las buenas políticas macroeconómicas, pero malas instituciones. Eso en mi lenguaje social-empresarial significa tener buenos planeadores, pero muy malos ejecutores. No conozco cifras oficiales a nivel colombiano que determine qué porcentaje de inversión social realmente es inyectado a los programas de desarrollo de manera efectiva, que sean realmente medibles, y cuánto dinero se queda en burocracia. Pero sí hay un caso que me llama particularmente la atención del libro de Duflo y Benarjee, donde el gobierno de Uganda financia las escuelas y centros educativos para mantener sus edificios y dotarlos de libros; de 100 dólares que el gobierno central asigna, sólo el 50% de los colegios recibieron el dinero, pero a estos, sólo les llegó 13 dólares. Para poder avanzar en materia de pobreza hay que tomarse la tarea en serio; se debe hacer unos esfuerzos importantes por parte del gobierno, la sociedad civil y los empresarios con real determinación como en su momento lo hizo España para poder entrar a la Comunidad Europea. No me cabe duda que grandes ejecutivos colombianos conocedores del tema han estado a la cabeza de las instituciones de gobierno los últimos años, pero no han podido avanzar más rápido porque se quedan poco tiempo y las instituciones por su misma inercia son paquidérmicas, cortoplacistas y politizadas. No hemos aprendido que el verdadero desarrollo social sostenible de nuestra nación va de la mano de la inversión en la base de pirámide de manera más contundente, efectiva y medible. Hoy el problema de la pobreza va muy rápido y las acciones públicas muy despacio y así, la cosa seguirá igual.
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