La elección de la científica Dolly Montoya Castaño como nueva rectora de la Universidad Nacional de Colombia, es sin lugar a dudas una gran noticia para el país. Es la primera vez, en sus 151 años de vida, que una mujer ocupa ese cargo y lo logró compitiendo con otra mujer y tres hombres. Su hoja de vida es impresionante, pero aún más su visión de lo que espera hacer de la comunidad académica para que se convierta en “Formadora, desde la armonización de las funciones misionales, de científicos y profesionales íntegros, gestores de la ética ciudadana”, según les dijo a quienes en el Consejo Superior Universitario la eligieron. Una meta que esperamos la dejen cumplir, porque en medio de la corrupción que asfixia al mundo y que tiene en Colombia una buena partida de exponentes, de la que no se salvan ni siquiera la Fiscalía General de la nación y la administración de justicia, necesitamos líderes alejados de la avaricia que nubla conciencias para que se formen bajo la tutela de muchas Dolly Montoya en todo el país.
Que una mujer maneje a nuestra principal universidad pública, significa un avance para seguir abonando el terreno de que se logre igualdad de género en un campo donde se requiere integridad para moldear la mente de muchos de los jóvenes que manejarán el país del futuro. En una edición especial para la llegada del siglo 21, la revista Time recogió la respuestas de varias personalidades sobre lo que esperaban para el nuevo milenio y la respuesta de Gabriel García Márquez fue que ojalá al mundo lo administraran las mujeres. Textualmente dijo: “Lo único realmente nuevo que podría intentarse para salvar la humanidad en el siglo XXI es que las mujeres asuman el manejo del mundo. No creo que un sexo sea superior o inferior al otro. Creo que son distintos, con distancias biológicas insalvables, pero la hegemonía masculina ha malbaratado una oportunidad de diez mil años.”
A pesar del deseo expreso de Gabo, el mundo, al menos en estos 18 años que van corridos del siglo XXI, sigue en manos de hombres, de 193 países solo en 16, las jefe de estado son mujeres. Naciones Unidas proyectó en marzo del año pasado que para que haya paridad de género, a menos en los congresos y parlamentos de estos países tendrán que transcurrir por lo menos 50 años y es muy probable que esto se logre cabalmente en los países industrializados, medianamente en algunos en vías de desarrollo, pero en los más atrasados la posibilidad se ve más remota aún. En las recientes elecciones para Congreso en el país, por ejemplo, para las 102 curules en el Senado solo fueron elegidas 23 mujeres y para la Cámara, donde tienen asiento 166 representantes lograron llegar únicamente 29.
Duro reto tiene Dolly Montoya, el rector saliente, Ignacio Mantilla, quien ocupó el cargo durante seis años, hizo un balance poco alentador para su sucesora cuando afirmó que la Nacional se enfrenta a un desfinanciamiento que se evidencia en el deterioro de la infraestructura, la cobertura académica y otra en el campo que ella conoce muy bien, el de la extensión de la investigación, en la que la universidad debe seguir siendo una líder académica respetada y reconocida, a lo que se suma la necesidad de garantizar descentralización en igualdad de condiciones para las ocho sedes que tiene en el país, con sus respectivos campus y núcleos.
El anuncio de que se ocupará de gestionar una reforma a la Ley 30 de 1992 que fijó un tope de financiamiento del presupuesto ligado al IPC, será uno de los primeros compromisos que tendrá que cumplir. A juicio de los expertos habrá que reestructurar estas condiciones, ya que el costo de la educación superior en el mundo crece por encima de éste índice y es la diferencia acumulada durante todos estos años la que tiene en crisis las finanzas de este sector de la educación. La doctora Montoya deberá buscar la ampliación de una base presupuestal para la universidad pública en 50 por ciento. El senador Antanas Mockus, quien también ocupó la rectoría, puede ser su aliado para sacar adelante esa reforma.
Los grupos internos de presión que han acumulado poder y que causan pugnas asfixiantes también deberán ser conjurados por ésta destacada mujer que forma parte del género cuyo misterio -según confesó su colega el científico Stephen Hawking- nunca logró descifrar. Posiblemente con su forma de conducir la Universidad Nacional comience a darle la razón a García Márquez en aquello de que el mundo manejado por mujeres será distinto. La esperanza es que también lo haga mejor.
