Sobre el error y la mentira en nuestro conflicto armado

Sáb, 10/08/2013 - 05:11
Desde el plano ético hay que hacer una distinción fundamental. El error es la discordancia entre lo que es y lo que uno cree que es, mientras la mentira es la discordancia entre lo que se dice o hac
Desde el plano ético hay que hacer una distinción fundamental. El error es la discordancia entre lo que es y lo que uno cree que es, mientras la mentira es la discordancia entre lo que se dice o hace y lo que se piensa. Todos sabemos cuando mentimos, pero no cuando nos equivocamos, porque el error es siempre a posteriori. Es mucho más grave mentir que cometer errores. Errar es de seres humanos, porque no podemos conocerlo todo, nuestras capacidades intelectivas son limitadas y ninguna persona posee la verdad revelada sobre la realidad. Mientras que mentir es una expresión de mala voluntad, por lo general cuando se miente, se tergiversan las cosas para sacar provecho. Una mentira puede ser falsa en todo o en parte, puede ser tanto una falsedad absoluta, como una verdad incompleta, descontextualizada y selectiva. Aquellos guerrilleros que viven el error. Poder identificar dentro de la guerrilla quienes viven dentro del error y quienes viven en la mentira es prácticamente imposible. Los adoctrinamientos en personas que no tienen una formación integral, propios de la insurgencia, conducen al error, haciendo creer que los actos criminales tienen alguna justificación. Por eso mismo podríamos afirmar que muchos de estos insurgentes, pueden vivir más en el error que en la mentira. Gran parte de los que hoy llamamos victimarios, también han sido víctimas del reclutamiento forzado, de la ausencia total de oportunidades, de la ignorancia y del olvido del Estado. A parte de beneficiar a toda la sociedad, no podemos desconocer que la consecución de la paz vale la pena igualmente, por todos aquellos alzados en armas, muchos de ellos niños y niñas que han llegado al conflicto por razones ajenas a su voluntad. Los guerrilleros que mienten. Pero también existen guerrilleros, sobre todo quienes ocupan altas posiciones jerárquicas, que viven más en la mentira que en el error. Asegurar que no tienen tierras, corresponde a una grandísima falsedad, todos sabemos que han despojado a miles de familias, que reclaman más de 700 mil hectáreas. Cuando se instaló la mesa de diálogos, dijeron que no tenían secuestrados, otra mentira colosal. Existen cientos de denuncias sobre personas que se llevaron y de las que no se sabe nada hoy en día. También se burlan de los colombianos cuando niegan haber sido victimarios del pueblo y haberse financiado a través del narcotráfico. Así podríamos seguir enumerando cientos de graves mentiras por parte de ellos. Todo este tipo de falsedades no tienen otro fin que hacer creer algo que ni ellos mismos lo creen. Los deslegitimadores de la paz que están equivocados. También vale la pena hablar sobre los conceptos de error y mentira desde el ángulo opuesto. Para empezar, hay que aclarar con anticipación, que pueda que yo sea quien esté en el error. La inmensa mayoría de personas que están en contra de llegar a la paz a través del diálogo, lo hacen más por estar equivocadas, que por mala fe. Pensar que al final del gobierno de Uribe, las Farc estaban al borde de la derrota y que faltaba muy poco para lograr la victoria militar, para mí es un error. No estamos hablando de un conflicto de cinco, ni de quince sino de cincuenta años. Por desgracia, las Farc siempre han tenido la habilidad para sobreponerse a las condiciones extremas y saber cómo sobrevivir y financiarse; por lo tanto, no faltaban pocos muertos, sino ríos de sangre para derrotarlas. Estar convencidos de que la mejor solución al conflicto es a través de las armas, para mí es totalmente equívoco, porque siempre que haya vencedores y vencidos el tejido social del Estado continuará descompuesto. Afirmar que ellos son delincuentes comunes y no un grupo insurgente, desde mi perspectiva, no corresponde a la realidad, porque desde su nacimiento han concentrado todos sus esfuerzos en combatir al Estado. También creo que están muy equivocados quienes creen que negociar es equivalente a rendirse, ya que nuestro Estado tiene la obligación constitucional de evacuar todas las alternativas posibles para poder garantizar el derecho a la paz. Los enemigos de la paz que mienten. Es pertinente hablar sobre aquellos que deslegitiman el proceso de paz, a través de argumentos que ellos mismos saben que son falsos con el fin de conducir al error y recuperar el poder en las próximas elecciones. Decirle a la fuerza pública que: ya se firmó un acuerdo en La Habana, que se va a reducir al Ejército en un 20 por ciento; que todo el que tenga una investigación va a ser sacado a la fuerza y llevado a las Cortes internacionales; y que se le está pagando a los generales para que apoyen el proceso de paz, constituye una grave calumnia que no tiene otro propósito que desestabilizar para sacar provecho. De igual forma, la persistencia en equiparar al actual gobierno con el Castro-Chavismo, por tener una actitud abierta al diálogo, constituye una grave falta a la verdad. Lo más triste es que quienes sostienen este tipo de falacias en los medios, saben en el fondo que lo que dicen no tiene nada de cierto. A pesar de que en el actual gobierno hay problemas en la ejecución de algunas políticas, todo aquel que sepa algo sobre el tema, sabe distinguir los diferentes matices que hay en las diferentes corrientes políticas. Entre los postulados de la tercera vía y la revolución bolivariana hay un abismo, eso lo saben y no lo hacen con otro propósito que el de confundir, dividir para lograr sus propios cometidos. Por último, quisiera compartir con ustedes, una valiosa reflexión que Camila Herrera, una amiga filósofa hizo por facebook el pasado 7 de agosto: “He oído tantas veces la historia de la guerra de independencia que me gustaría intentar algo nuevo: ¡Qué tal la historia de la independencia de la guerra! ¿Viviré para contarla?”
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