La elección presidencial celebrada el domingo 17 de junio fue no solo el triunfo de Iván Duque, sino sobre todo una victoria de la democracia en Colombia.
El proceso electoral se realizó en plena paz, y lo más importante es que los resultados fueron anunciados en menos de dos horas, y eso que no fueron hechos por un sistema electrónico, sino por un conteo manual, como se hacía antes en nuestro país sin que mediara el “mejor sistema electrónico del mundo”, que suele tardar horas en dar a conocer al ganador.
También vale la pena resaltar que en Colombia no existe la parafernalia del plan República y las mesas abren y cierran a la hora indicada, sin que importe que haya gente que se presente a deshora.
La observación nacional e internacional fue amplia, con un único incidente, que por cierto le valió su descalificación a la diputada de Podemos, quien se pronunció públicamente en favor de Petro, cuando un observador no debe pronunciarse ni a favor ni en contra de un determinado candidato.
También es muestra de democracia que la información de los resultados parciales puede ser seguida por cualquier persona en la página de la Registraduría.
Colombia tiene ya un presidente electo, Iván Duque, quién le ganó a Gustavo Petro por una diferencia de 12% y todos aceptaron sin escándalos los resultados.
Ojalá en nuestro país podamos tener pronto un sistema electoral parecido, con el que nadie dude de los resultados, y tal vez podamos constatar que no era necesaria tanta maquinaria electrónica para brindar en tiempo real y breve resultados confiables para todos.
