Hay quienes creen que para administrar el Estado basta con tener el deseo de desarrollar una idea que parece buena y correcta. Hay otros que sin ninguna idea quieren hacerse elegir por el simple hecho de gozar de popularidad en el deporte o en la farándula. Lo desconsolador es que en algunos casos lo logran, el pueblo incauto e ignorante los elige, con los deplorables resultados que conocemos.
No, para ser dirigente público no basta con tener una idea, o ser popular en la televisión, o ser honesto, es también necesario tener una formación. La política por siniestra que se nos presente exige como cualquier oficio: preparación, experiencia, conocimientos (economía, leyes, tratados, negociación, etc.), caso contrario se queda en meras intenciones y en la paga inútil de salarios; los incompetentes aprendices una vez ungidos se enmudecen frente a un quehacer que desconocen. Mucha atención ha de tenerse estos días de contienda electoral en que abundan estos incapaces aspirantes.
Por eso estamos presenciando el funesto caso venezolano, en donde un militarote, sin ningún preparación, otra que la de berrear arrrr, se hizo elegir y se casó incompetentemente con el poder por 14 años, hasta que la muerte los separó. Como si la desgracia estuviera incompleta lo reemplazó un chofer de bus también sin conocimiento ni experiencia en Gestión Pública. Muy acertadamente escribía estos días un columnista: “Maduro es una copia burda del hombre que estaba llevando a Venezuela al despeñadero.”
Como era de esperar, los resultados de estos dos ignorantes han sido catastróficos; sus logros pueden resumirse así: empobrecimiento de la población; inflación ruinosa superior al 50%; caída considerable de la producción petrolífera; ahuyentamiento de la inversión extranjera; aumento incontrolado de la inseguridad ciudadana: asesinatos por creces; gran deterioración de la convivencia social; menoscabo de la democracia y su reemplazo por el fascismo; aletargamiento general de la fuerza laboral; intensificación de la corrupción estatal; extinción de la industria nacional; aniquilamiento de la agricultura; y la entrega del manejo gubernamental a un país extranjero: Cuba.
Mientras estos chambones populistas destruían el país, lo saqueaban, regalaban dinero y petróleo, y exportaban calamitosas revoluciones gritaban triunfantes: Socialismo del Siglo XXI. Un eufemismo barato que ya poco engaña, es comunismo en su acepción añeja, con todos los errores del pasado; ni siquiera es versión criolla pues es copia conforme de la fallida política cubana.
¿Quién diría que Cuba con una revolución fracasada, que sobrevive gracias a los millones de barriles y dinero que el estado, dizque bolivariano, le enchufa, se haya constituido en el gobernante y policía de ese país? ¿Quién diría que otros gobernantes latinoamericanos acudan a este país, de la más larga trayectoria dictatorial mundial, para que les dictaminen su proceder democrático? Colombia, y bajo pretexto de paz, lo hace a través de las Farc que ahora tienen su sede allí.
El Socialismo del Siglo XXI no existe, desengañémonos, lo que existe es un cambio “táctico” del nombre del comunismo, perseverante en el concepto marxista, mal interpretado por cierto, y que conlleva a: inviabilidad económica, miseria, opresión, pérdida de libertades, anulación de la libertad y extirpación del derecho de expresión.
¿Por qué fingen estos señores no enterarse del error que se evidencia en cifras y en descontento general? Porque el país ha sido militarizado a ultranza, buena parte de la población adoctrinada, asistida al extremo, sin que les hayan inculcado necesidad ni consciencia de trabajo, pero sobre todo respaldado por la nueva ricachona casta chavista, los boliburgueses, que se ha robado el país y vive como en el Imperio que dicen detestar, en condiciones superiores a las de cualquier capitalista. Que la anécdota sirva: ¿Sabían que las hijas de Chávez no han abandonado el palacio dictatorial (perdón, presidencial) de Miraflores porque lo consideran herencia de su padre san Hugo? Y que gastan fortunas en viajes, paseos, comidas y fiestas,... claro, la familia de un revolucionario necesita esas holguras, así como nuestros guerrilleros se regocijan con las comodidades, víveres y productos de las naciones que tildan y califican de explotadoras. La alineación por el mínimo común denominador –la miseria– es para el pueblo enceguecido, para sus dirigentes y legatarios las mieles de la opulencia.
Ya todas las excusas a la escasez y desabastecimiento de productos básicos en Venezuela han sido ensayadas, hasta las más inverosímiles lanzadas: dizque no hay suficiente papel higiénico porque el Socialismo del Siglo XXI ha dado de comer en demasía al pueblo y por tanto el papel existente no alcanza. Pura m.... los boliburgueses que se alimentan y abastecen en Miami ignoran las estanterías vacías de la republiqueta bolivariana en que han convertido la república venezolana.
Ante las actuales desgracias venezolanas que deploramos los colombianos es preciso pensar en cómo evitar que el mismo desastre nos ocurra. Un llamado a los políticos corruptos, a los aspirantes que no entienden del manejo del Estado, y a la ciudadanía que candorosamente se deja hipnotizar por cantos de falsas sirenas, para alertar y crear consciencia del precipicio que algunos instalan a nuestro vulnerable futuro.
La lección que debe sacarse es advertidora para no caer en un régimen totalitario, ese que algunos soterradamente predican y que disimulan con mantos de igualdad, ese que tribunos como William Ospina –de tan buena prosa de ficción como torpe su visión política– se atreven a apoyar irrestrictamente; ¡afirmaba este escritor de marras que Chávez era el inventor de la democracia moderna! Abusan deliberadamente de la semántica para enterrarnos en los anacrónicos mundos comunistas. La antigua Rusia y el conglomerado de países que se anexó, es un ejemplo fehaciente; China está mutando sin confesarlo abiertamente. Ambos países liberándose del lastre comunista están experimentando bonanzas.
El maniqueísmo y simplismo de pensamiento hacen que los defensores de tales esperpentos ideológicos acusen a los no complacientes con el sistema comunista de pertenecer a la extrema derecha, o de ser obstructores de una mejor distribución de la riqueza. Son solos yerros sofísticos a los que poca, por fortuna, atención se presta, o en todo caso que se deben desenmascarar antes de que la raíz sea inextirpable. Los comunistas recalcitrantes (disfrazados muchos) tienen por objetivo instalar una ficticia igualdad nivelada por lo bajo; todos en la penuria como en Cuba... ah, que añoranzas tiene de esto el tambaleante burgomaestre de Bogotá.
Las protestas de Venezuela, pacíficas para los manifestantes, violentas para las autoridades dictatoriales que ya han dado de baja a más de 15 jóvenes, tendrán resultados, como mínimo en la toma de consciencia nacional y de la opinión internacional. Ucrania es el ejemplo probado: optó por el mismo camino y lo logró, destituyó a su autoritario presidente y sacó de las cárceles a los presos políticos. Así sea.
Venezuela tiranizada y abusada
Sáb, 01/03/2014 - 18:43
Hay quienes creen que para administrar el Estado basta con tener el deseo de desarrollar una idea que parece buena y correcta. Hay otros que sin ninguna idea quieren hacerse elegir por el simple hecho