¿Y dónde está la astucia?

Mié, 23/10/2013 - 07:30
“Golpeemos primero, nos explicaremos después”. Con excesiva frecuencia encontramos en los medios colombianos aplicado este axioma que Balzac propuso en Monografía de la prensa parisina,
“Golpeemos primero, nos explicaremos después”. Con excesiva frecuencia encontramos en los medios colombianos aplicado este axioma que Balzac propuso en Monografía de la prensa parisina, cuando inicia el capítulo dedicado a las piezas periodísticas falsas y artículos inventados para ensalzar o dañar la carrera política de alguien. En una reciente columna de opinión que lleva por título La astucia de Uribe, el periodista -él sí muy astutamente- trata de llevar al lector a hacerle creer que Álvaro Uribe evade las preguntas de sus insidiosos colegas acerca de los problemas al interior del Centro Democrático calificándolos de “cosas menores”. Dice que Uribe se escuda diciendo que “su interés son los grandes temas nacionales”. Califica esto como “una astucia que le ha dado resultado en toda su vida. Ha logrado que buena parte del país le crea. Ha logrado que los propios afectados por sus “acciones menores” proclamen su grandeza. Es una verdadera magia. “Esas cosas menores” han ocupado gran parte de su vida: los ‘voticos’, ‘la listica’, ‘la plática’, ‘la tierrita’, la seguridad personal, la seguridad de sus finquitas, la expansión de sus finquitas. ¿Cuánta atención dedica a estas cosas? ¿Cuánto éxito tiene en ellas?” Me pregunto si no es el deber de un político de la talla de Álvaro Uribe ocuparse de los grandes temas nacionales y no el de caer en las claras provocaciones de quienes lo entrevistan de manera mal intencionada. Para oírlo hablar de “esas cosas menores” habría que escuchar las entrevistas que ha concedido a periodistas como Fernando Londoño, Jaime Baily o a tantos otros de radio y de periódicos regionales, a los que no les ha salpicado nada de la mermelada estatal. En ellas ha podido hacer, sin las interrupciones de quienes lo entrevistan, sus denuncias, sus claros planteamientos para sacar al país de la grave encrucijada en la que se encuentra y también les ha dedicado unos minutos a los voticos, la plática, la listica, la tierrita y muchas otras pequeñas cosas de las que puede hablar sin ambages. También he leído con franco desconcierto una nota al final de la columna de una periodista lo siguiente: “Gran navajazo trapero de Zuluaga y Uribe a Pacho Santos. En la convención amañada, esperan darle la puntilla final. ¿Ganará la política rastrera?” Se requiere de mucho atrevimiento para calificar de “navajazo trapero” y de “política rastrera” a la convención programada para esta semana por el Centro Democrático, de la que saldrá elegido un candidato, como claro ejemplo de los planteamientos renovadores de esta colectividad en los que se proponen opciones de gobernabilidad que sacarán al país del abismo y que con seguridad serán motivo de estudio en un futuro próximo. Esta nueva andanada periodística contra Álvaro Uribe, de los que los dos anteriores ejemplos son tan sólo una pequeñísima muestra, nos lleva a preguntarnos de dónde surge tanta inquietud por lo que acontece al interior del Centro Democrático entre aquellos periodistas que se han hecho conocidos gracias a su odio hacía Álvaro Uribe. Entendemos en buena parte su preocupación. Entre otros motivos vemos que les quedan pocos meses de la bonanza que a cambio de la sumisión de los medios les ha proporcionado el gobierno en su afán de controlarlos. Los resultados están a la vista, marginaron poco a poco a la oposición de la gran prensa, de la radio y de la televisión de manera sagaz y paulatina -no de tajo como en los países vecinos-, para seguir manteniendo la fachada de una libertad de prensa de la que queda poco. Es claramente vergonzoso que lo que ocurría en el Siglo XIX, como Balzac denunció tan enérgicamente en varios de sus libros, siga ocurriendo en pleno Siglo XXI. Los medios ya la vieron muy difícil, saben que no volverán a contar con los casi dos billones de pesos que les ha repartido Juan Manuel Santos para que alimenten su vanidad y camuflen sus desaciertos. Eso se va a acabar. Aquí vale la pena citar a Albert Camus: “Toda reforma moral de la prensa sería vana si no está acompañada de medidas políticas propias que garanticen a los periódicos una independencia real con respecto al capital. Pero, a la inversa, la reforma política no tendría ningún sentido si no está inspirada en unos profundos cuestionamientos al periodismo hecho por los mismos periodistas. Aquí como en otros lugares, hay interdependencia entre la política y la moral”.
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