Estamos a pocos días de terminar la que –quizás– ha sido la campaña presidencial más larga, polarizada y reñida de los últimos tiempos, hasta el punto que ni las encuestas, ni los analistas han logrado prever cómo se comportarán los electores el próximo domingo y qué candidatos asegurarán su paso a la segunda vuelta.
Lo cierto es que estos largos meses dejan lecciones aprendidas tanto para quienes nos dedicamos a la política como para las instituciones que se encargan de organizar y vigilar la jornada electoral. Pero también dejan en el ambiente unas preocupaciones que solo tendrán respuestas cuando sepamos con certeza quién será el próximo presidente.
Iniciemos por resaltar lo bueno. Estamos viviendo las primeras elecciones sin las Farc como grupo armado y este puede ser uno de los factores que permita la participación electoral de ciudadanos y territorios históricamente constreñidos por las armas y la violencia. Y, además, en esta ocasión hay candidatos para todos los gustos, lo cual nos ha sumergido en una verdadera competencia entre ellos y generado una movilización ciudadana al punto que los debates han retornado a las plazas públicas.
Pero esto puede traer otra consecuencia positiva para el sistema político y es la posibilidad de que en estos comicios disminuya la abstención a una cifra que sería histórica si –continuando con la tendencia que se empezó a marcar en las últimas elecciones legislativas– más del 50% de los votantes habilitados acuden a las urnas.
Ahora bien, no todo ha funcionado como esperaríamos y los lunares también han sido evidentes en este proceso. Amenazas, guerra sucia, debates donde no se debate, y el más grave: las denuncias de fraude electoral. Y este último problema cobra especial relevancia por encontrarnos ante unas elecciones tan reñidas y porque el contenido de dichas denuncias pone en duda la organización y la transparencia de los comicios.
Así que es hora que la Registraduría se pronuncie y de tranquilidad a las campañas y, principalmente, a los electores; y que el Consejo Nacional Electoral ejerza su labor de control y vigilancia sobre el proceso electoral, especialmente en cuanto al registro y selección de los jurados de votación, tal y como lo anunciaron el pasado 23 de mayo con base en mis denuncias.
¿Y lo feo? Sin duda, la incertidumbre. Y no solo frente a quién va a ser el próximo presidente, sino por cuenta de la continuidad del proceso de paz y su implementación. Solo un candidato –Iván Duque– se opone al acuerdo con las Farc, y de convertirse en el primer mandatario del país, no solo se pondría fin la implementación de lo acordado en La Habana, también tendríamos que lidiar con nuevos focos de conflicto como consecuencia las crecientes disidencias de esta guerrilla, sumado a los otros grupos al margen de la ley que el Gobierno no fue capaz de desaparecer.
No podemos ser irresponsables con el país, ni acabar con el mayor logro político de los últimos años. Los días de campaña pronto acabarán y los resultados de estas elecciones determinarán el futuro de los próximos cuatro años, pero más allá de eso, definirán si continuamos transitando por el camino de la paz o volvemos a los oscuros días de un conflicto que solo suma víctimas y muerte.
¿Y qué nos queda después de la campaña?
Jue, 24/05/2018 - 05:29
Estamos a pocos días de terminar la que –quizás– ha sido la campaña presidencial más larga, polarizada y reñida de los últimos tiempos, hasta el punto que ni las encuestas, ni los analistas