Casi dos semanas más tarde no he dejado de pensar en la infamia que llegó a mis manos. Decidí quedarme callada un tiempo, le dicen ‘bajo perfil’. Aunque para algunos el tema haya pasado de moda, el machismo y la infamia en este país siguen rampantes. Por eso no me quedo callada, y sigo hablando del tema, que en mi cabeza no se agota.
Sin la intención de justificar la denuncia que hice pública de la mano de Leszli Kalli, quiero explicar cómo llegó a mí. El por qué.
Desde que llegué a Colombia, hace casi año y medio, he defendido a Gustavo Petro con un único argumento: ¡DÉJENLO TRABAJAR! Esta ciudad es caótica. ¿Cómo pretenden que haga magia y convierta a Bogotá en una metrópolis del primer mundo, en un año, dos años, cuatro años? ¿Cómo? Lo más fácil es sentarse a criticar. Déjenlo trabajar. He defendido al alcalde de Bogotá ante innumerables taxistas que destilan veneno por la boca al referirse a Petro. Lo hago frente a mi viejo, que se arrepiente de haber votado por él.
Y entonces el viernes, hace dos semanas, veo un trino de María Fernanda Carrascal, desde su cuenta, la misma que utiliza para hacerle buena propaganda a Petro, labor por la cual le pagan un sueldo en la Alcaldía. Así sea contratista, así fuera empleada. La verdad da lo mismo. En su trino, como respuesta a un problema aparentemente personal entre las dos, Carrascal resolvió amenazarla con revelarle a sus 20.000 seguidores la razón por la cual Leszli Kalli salió de la Alcaldía.
Mi reacción fue, y así se lo hice saber en varios trinos en que la mencione durante casi 3 horas seguidas: ¿Esta mujer que representa a la Alcaldía está amenazando, con una herramienta de trabajo, a una persona que fue funcionaria de la misma? Si María Fernanda Carrascal amenazó a Leszli Kalli en nombre de la Alcaldía, era una amenaza de la cual Petro es responsable, pues él es el capitán del barco. Y así sean los marineros quienes se portan mal, la responsabilidad es del capitán. Puerco. Desagradable. Poco profesional. Infame. Absurdo. Me queda imposible quedarme callada. Entonces arremetí contra ella en un intento por lograr que se disculpara con Leszli, y que así mismo lo hiciera la Alcaldía. La forma en que me dirigí a ella está en mi TL, en Twitter. Ahí está la prueba de que en ningún momento la matonee, como Carrascal aseguró que hice. Exigir disculpas ante su matoneo no constituye matoneo. No me crean tan estúpida.
Hasta el momento, lo que pretendía hacer era defender a Petro. Necesitaba saber que podía defenderlo, que tenía argumentos. Y entonces me llamó Kalli a explicarme lo que estaba pasando ´detrás de bambalinas´. Y qué miedo. Qué miedo.
El cuento ya lo conocen. Y aquí comienza la segunda parte de esta columna. Mi análisis de la manera en que se manejó el tema en la mayoría de los medios que siguieron la denuncia y la explotaron durante toda la semana.
¿Lío de faldas? Llamarlo de tal forma es trivializar algo que es mucho más grave que muy grave. Toda esta historia comienza, al parecer, con un lío de faldas, sí. Un lío de faldas que estaría dentro de la imaginación de la mujer del Alcalde. De ahí en adelante dejó de ser un lío de faldas y se convirtió en una infamia. Que un periodista como Felipe Zuleta Lleras, precisamente él, diga que el texto es amarillista y que se trata de un lío de faldas es un descaro de su parte. Y me refiero específicamente al hecho de que hace pocas semanas se atrevió a denunciar que un exconcejal tiene SIDA. No repetiré su nombre a propósito, en un intento por no seguir embarrando su vida personal, que al fin y al cabo solo le incumbe a él. Que Zuleta Lleras diga que el SIDA es como tener diabetes es una infamia. Y él, como un hombre abiertamente homosexual de 53 años lo sabe muy bien. No, tener SIDA (o VIH) no es lo mismo que tener diabetes. No nos engañemos. El SIDA viene con una carga social que la diabetes jamás padece. Repito, no me crean tan estúpida.
Esa, señor Felipe Zuleta Lleras, es una noticia amarillista. Y con ella usted se graduó de amarillista. La denuncia que yo hice, la cual usted trivializó convirtiéndola en un lío de faldas, es algo muy grave. Algo que usted, en su cruzada por sacar homosexuales del clóset, no tiene la capacidad de comprender. Respete los tiempos ajenos, así como su tiempo fue respetado.
Que luego Kalli y Carrascal hayan discutido al aire en La W es otra historia. Si mi cabeza estuviera en juego, también daría patadas de ahogada y me concentraría en lo menos importante, como lo hizo Carrascal. Y es más, nadie se imagina el ruido, el escándalo y la histeria que yo expresaría si me amenazaran como amenazaron a Leszli Kalli en la Alcaldía.
Dos semanas después, aún espero una disculpa más seria y profesional por parte de Gustavo Petro. Algo más real que la desfachatez con la que se refirió a Leszli Kalli en Twitter. Me quedé sin argumentos para defenderlo y en su lugar me he llenado de una suerte de vergüenza por su falta de profesionalismo. Qué desilusión, Petro. Qué desilusión y qué miedo. Me produce miedo un ambiente laboral tan contaminado, una supuesta Bogotá Humana. Infame. Lo que pasó aquí es infame y a nadie se le debería olvidar.
Yo sigo haciendo ruido. Confío en que algo pueda cambiar. Me reservo el derecho a ser una soñadora y vivir la vida como tal.
@Virginia_Mayer
¿Ya se les olvidó?
Vie, 19/07/2013 - 01:06
Casi dos semanas más tarde no he dejado de pensar en la infamia que llegó a mis manos. Decidí quedarme callada un tiempo, le dicen ‘bajo perfil’. Aunque para algunos el tema haya pasado de moda