Fue hija ilegítima de un vendedor ambulante, huérfana de madre, educada en un orfanato por unas monjas que la enseñaron a coser; su temperamento inquieto y su instinto para la confección
Fue hija ilegítima de un vendedor ambulante, huérfana de madre, educada en un orfanato por unas monjas que la enseñaron a coser; su temperamento inquieto y su instinto para la confección le abrieron las puertas del selecto mundo de la moda. Pero la leyenda negra la vincula con la Francia que colaboró con la Alemania Nazi. Dos historias de una mujer tan fascinante como contradictoria.
La colaboracionista
Edif Piaf, el actor Maurice Chevalier, el escritor Jean Cocteau, Pablo Picasso y la propia Coco Chanel permanecieron en su país cuando las fuerzas armadas alemanas ocuparon Francia en junio de 1940. Muchos artistas huyeron hacia los Estados Unidos y algunos buscaron refugio momentáneo en Inglaterra. La ocupación se dio sin mayores traumatismos, aunque afectó la vida cotidiana de los parisinos que veían cómo los nazis se adueñaban de todos los tesoros y controlaban la política del país. Esto no hubiera sido posible sin la colaboración de muchos franceses, motivados por el miedo, la seguridad o la codicia.
El historiador Hals Vaughan en su biografía ‘Durmiendo con el enemigo’, afirma que Chanel trabajó para los servicios de inteligencia alemanes durante la guerra. Señala que “Chanel era una oportunista consumada. Los nazis tenían el poder y ella gravitaba hacia este. Era la historia de su vida”. Evidencias no faltan, es sabido que ella se ocultaba en el hotel Ritz durante aquellos años, un privilegio que se concedía a muy pocos ciudadanos no alemanes, incluso se afirma que fue amante de un agente de inteligencia alemán, Hans Gunther barón von Dincklage, quince años más joven que ella.
Agrega Vaughan que “Hans Guenther era un playboy aficionado al tenis”. Al parecer fue él quien coordinó su estadía en el dicho hotel, además de coordinar sus relaciones comerciales con las autoridades de la ocupación. Llegando al punto, según el autor, de contar con un nombre en la red de cooperantes: agente F-7124, apodada “Westminster”. Por otro lado, Coco Chanel ideó un plan que la haría no sólo más famosa, sino una suerte de "salvadora del mundo". Según el blog 'Exodos' aprovechando la posición de su amante alemán, le pidió que la pusiera en contacto con Walter Schelenberg para concertar una entrevista entre Churchill y el Jefe de la Inteligencia alemana. El plan fue llamado "Bonnet" y creía ella que gracias a sus amistades de alcoba, podría tener éxito una mediación para lograr la paz, pero el plan no prosperó.
Por su parte, Justine Picardie y autora del libro ‘Chanel, leyenda de una vida’, afirma que los motivos de su cercanía con la ocupación nazi eran menos escabrosos de lo que suele sospechar, ya que toda su vida fue una contante paradoja. “ella era tan contradictoria. Por un lado hizo comentarios antisemitas. Sin embargo, uno de sus mejores clientes era judío, los Rothschilds”. De hecho su socio en el negocio era un judío, que lo siguió siendo después de la guerra.
Más allá de las especulaciones sobre su colaboración, hay un hecho incontrovertible: su sobrino había sido llevado a un campo de concentración, por lo que utilizó todos sus contactos para liberarlo. Viajó a España en 1941, donde logró reunirse con un oficial alemán quien movió sus fichas para que Chanel regresara a Francia con la seguridad de que su familia estaría tranquila.
Aunque esto no la convierte en una espía, sino en una especie de facilitadora. Finalizada la guerra fue acusada de colaboracionista, por lo que huyó a Suiza, al parecer por la intermediación del Primer Ministro británico Winston Churchill. Dicho percance no afectó su regreso triunfal a París en 1954, restableciendo su negocio de costura "gracias a la financiación de Pierre Wertheimer, uno de los hombres que Coco Chanel intentó desposeer durante la ocupación alemana.