
«El nacimiento de una nación» es una película de 1915 que demostró los poderes de mi ciencia cinematográfica favorita: la edición. Fue esta la que le dio un poder especial a la obra del director D.W. Griffith, quien fue pionero en el lenguaje cinematográfico al permitir que las imágenes acercaran al público tanto a la majestuosidad del espacio como a la intimidad de un rostro, todo gracias al impacto de un corte.
Este filme, tan revolucionario en su técnica para contar historias, es notable en la historia del cine por otro par de cosas: en primer lugar, por su especial representación del afroamericano; y, por otra parte, por regalarle un atractivo heroico al Ku Klux Klan.
En una secuencia, el público percibió con energía el drama de unos heroicos caballeros de túnica blanca al rescate de una noble familia que es atacada por unos “negros salvajes”. Gracias a la yuxtaposición de imágenes que logra el montaje, el suspenso en este fragmento logró ser más memorable que cualquier historia contada verbalmente. En esta escena, se expresa la idea de que las mujeres estaban en una posición de vulnerabilidad si a su lado había un negro. Esta percepción sesgada –que resultó de la excelente ejecución de la cinta– solo es una pequeña porción del legado tan completo que «El nacimiento de una nación» dejó, como una obra maestra cinematográfica y propaganda.

Cortesía del director Spike Lee, el filme «BlacKkKlansman» abre con otra monumental pieza del séptimo arte: «Lo que el viento se llevó»; particularmente, una escena que evidencia la tragedia de los soldados del sur de los Estados Unidos en plena Guerra Civil sirve como una enérgica muestra de la tragedia que impregnó el conflicto que perdieron los Confederados.
Para reconsiderar el mensaje de estas obras, Lee nos sitúa en la década de los 70: el pueblo norteamericano ha sido impactado por la muerte de un presidente y ha visto como la población afro se ha levantado en marchas por sus derechos civiles. Aquí estallan los discursos de dos bandos políticos contrarios: de un lado, jóvenes afroamericanos agrupados en organizaciones estudiantiles políticamente radicales, buscando igualdad en todas las condiciones; y, del otro, una obstructiva y arcaica ultraderecha, que cree en la supremacía blanca y la segregación social como herramientas para restaurar la gloria de Estados Unidos. El enfrentamiento de estos grupos no se desarrolla en una arena política, sino con reiterativa violencia física e ideológica.
Ron Stallworth es un joven policía dentro de quien coexisten dos identidades innecesariamente contradictorias: una nacional y una negra. Este afroamericano confía en la imagen de las instituciones estadounidenses, y quiere ser policía para demostrar que está dispuesto a trabajar con las autoridades en condiciones de respeto y tolerancia. No obstante, no quiere dejar atrás su identidad cultural: organiza su cabello de forma abombada y siente orgullo por las nuevas representaciones del negro que se vinieron dando a inicios de la década dentro el género cinematográfico conocido como «blaxplotation».
Colocado en la División de Inteligencia, Stallworth enfrenta dificultades cuando se hace pasar telefónicamente por un hombre blanco interesado en ser miembro del Ku Klux Klan. Inhabilitado para infiltrase personalmente, la tarea se cede a Flip, un compañero de Ron quien se introduce en las filas del KKK; mientras, Ron infiltra un grupo estudiantil negro, enfrentándose a preguntas respecto a lo que significa ser negro y hasta dónde sería capaz de llegar para defender los derechos de las personas que comparten su mismo color de piel.
Spike Lee responde a estas preguntas a partir de un detallado estudio sobre lo que significa formar una identidad propia a partir de la cultura popular. Ron ama sus películas «blaxplotation», pero se siente en conflicto con la radicalización de los movimientos estudiantiles; Ron se siente orgulloso de su estilo pero se enfrenta a las representaciones que tienen los demás, particularmente los policías, sobre los negros. Características exageradas como sus labios grandes, así como el prejuicio de ser propenso a la criminalidad debido a su color de piel, le persiguen. En contraste, su labor como policía también le crea un estigma, pues pertenece al principal grupo de victimarios de la gente negra y es llamado «rata» por sus propios compañeros.

Incluso con el conflicto personal de su protagonista, Lee logra colocar ciertos direcciones que nos hacen saber que no debería haber dudas para Ron sobre el camino a seguir. Una serie de tomas preciosas nos muestran a los presentes en una conferencia por el «poder negro», con un fondo negro detrás. Aunque este contraste pudiese ser un gran distractor, la imagen es certera: estos jóvenes negros no son absorbidos por el fondo, sino que ganan más claridad cuando logran formarse una identidad cultural en medio de las circunstancias.
Por otro lado, una importante fortaleza del filme es su representación de lo que se considera violencia. Dentro de la trama solo existe una escena de acción que involucra agresión física; sin embargo, la película lidia con una impactante violencia infiltrada en un discurso en el que los más infames actos son descritos, o con orgullosas obscenidades por un bando, o como nostálgicos y traumatizantes relatos por el otro. El KKK representado por la película busca incitar fanatismo al convencerse a sí mismo de ideas incompletas desprovistas de toda lógica, con el fin de generar odio.
Flip, el compañero de Ron, quien es judío, debe soportar toda clase de comentarios racistas y al mismo tiempo negar su procedencia cultural durante su estancia en el seno del KKK. Otro personaje, Connie –la esposa de uno de los miembros del KKK– se ve inspirada a demostrar su valor tanto a la organización como a su marido, gracias a «El nacimiento de una nación», gritando en voz alta comentarios demasiado inverosímiles mientras espera que se le asignen tareas heroicas en recompensa por su lealtad.
«BlacKkKlansman» tiene la capacidad para estudiar el verdadero valor de la cultura popular en la construcción de las identidades de las comunidades. Empero, cuando la trama termina, esta nos permite llegar a otra conclusión: si la película no representó tanta violencia física durante su duración, es porque guarda los conflictos contemporáneos para el final. En un inolvidable montaje realizado con imágenes de eventos previos al lanzamiento de la película en 2018. Lee reporta el nuevo surgimiento de la supremacía blanca definida en la derecha alternativa (alt-right): un movimiento separatista neofascista, antisemita, neo- Confederado, antifeminista, xenófobo... Lee iza la bandera de su país al revés, simbolizando la alerta que quiere encender en la audiencia estadounidense: la violencia de discurso ha llegado de nuevo a sus hogares, a sus redes sociales e incluso a su conciencia en forma de discursos que corren el riesgo de ser normalizados.
Carlos Yaya
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