Bogotá hacia la pobreza: Ayudas y soluciones, ¡embolatadas!

El impacto económico generado por el COVID-19 es evidente y, claramente, tiende a empeorar tras aglomeraciones como las presentadas en los últimos días, lo que, seguramente, llevará a las autoridades a implementar nuevas cuarentenas, pues han demostrado ser la única medida que su capacidad institucional les permite para disminuir el número de contagios y que las entidades de salud tengan capacidad de respuesta, más aún cuando estamos a poco de quedarnos sin disponibilidad de UCI.

El virus llegó a estremecer al mundo entero y los más afectados han sido los ciudadanos de a pie, más, quienes viven en condiciones poco favorables. El panorama antes de la pandemia, según estadísticas del DANE (2019), mostraba que la pobreza monetaria extrema (ingreso mínimo necesario para adquirir exclusivamente una canasta de bienes alimentarios) afectaba a 345 mil bogotanos, lo que representaba el 4,2 % de la población, quienes mensualmente sobrevivían con menos de $170.382 pesos, es decir, $5.500 al día. Por otra parte, si revisamos la pobreza monetaria (ingreso mínimo necesario para adquirir una canasta básica de bienes y servicios) nos encontrábamos que en la ciudad había 2.3 millones de personas que pasaban el mes con un ingreso promedio de $448.749 pesos, $14.700 diarios. 

Esas cifras aumentaron dramáticamente y nos muestran que, para el 2020 tan solo en Bogotá, 1.098.662 personas entraron en situación de pobreza monetaria (3.345.513 en total) y de esas, 764.245 en pobreza monetaria extrema (1.108.836 en total), aportando el 30,9 % y 27,5 % respectivamente al crecimiento de pobreza nacional; es decir, 1 de cada 3 nuevos pobres por la pandemia está en Bogotá. Y preocupa aún más, que son los hogares con jefatura femenina y de jóvenes los más vulnerables de caer en esa situación.

¡De las 7.548.533 personas que habitamos en Bogotá, aproximadamente 3,4 millones, el 44,3 %, está en la pobreza, esto durante el 2020 y la pandemia avanza!

Ahora, otro panorama aún más desalentador, que muestra la poca efectividad de las medidas tomadas por la Administración, es la situación de seguridad alimentaria, revelada por la misma entidad a través de la Encuesta Pulso. La realidad no deja de ser cruda: para el caso particular de la capital se encontró que, antes del inicio de la cuarentena 17 de cada 20 hogares consumían tres comidas al día, mientras que para el primer trimestre de 2021 tan solo 12 de cada 20 lo hicieron, lo que quiere decir que más del 20 % de los hogares entraron a tener riesgo por desnutrición a causa del manejo de la emergencia sanitaria. 

Al inicio de la pandemia, los Gobiernos Nacional y Distrital, diseñaron subsidios para mitigar los evidentes estragos del Coronavirus en los hogares más pobres, a partir de las transferencias monetarias no condicionadas, bonos canjeables o incentivos en especie. De acuerdo con la Alcaldía Mayor, a la fecha se han beneficiado 824.994 hogares, pero ¿qué tanto están ayudando a la población objetivo? ¿Las ayudas están llegando a todas las familias que las necesitan? 

Preparando esta semana nuestro debate sobre Ingreso Mínimo Solidario, recorrimos la localidad de Ciudad Bolívar y recogimos testimonios de habitantes que denunciaron inconvenientes para acceder a los subsidios. Casos de personas que señalaron haber recibido las ayudas tan solo una vez a pesar de estar en la base de datos o familias que, aunque cuentan con todos los requisitos para ser objeto del beneficio y realizaron un sinfín de trámites, no han recibido el primer giro. 

Nos pusimos entonces en la tarea de investigar más sobre el tema y encontramos que algunos de los problemas evidenciados para acceder a estas ayudas monetarias se relacionan con que los programas sociales no tienen en consideración a todas aquellas familias cuyos ingresos están muy cercanos a la línea de pobreza, ni a las que, por el puntaje del Sisbén, no son lo suficientemente pobres para beneficiarse de estas. Tampoco tienen en cuenta a quienes están en “Pobreza Oculta o Vergonzante”, es decir, los que habitan en estratos 4, 5 o 6 y carecen de recursos para adquirir, siquiera, los elementos de la canasta básica familiar, situación que afecta, según la alcaldesa, aproximadamente al 16 % de los habitantes de la ciudad, más de 1.150.000 personas.

Como ya lo vimos, en plena pandemia, y a pesar de los subsidios, no fue posible evitar que más ciudadanos cayeran en la pobreza ni garantizar su seguridad alimentaria, esto porque se demostró que hay falencias en la identificación de quienes necesitan las ayudas y en la focalización de estas y, hoy por hoy, ante la coyuntura actual, lo que más preocupa es que no hay claridad de hasta cuándo Bogotá tendrá el músculo financiero requerido para mantener estos programas sociales.

Y entonces, si la plata no alcanza, ¿qué más podemos hacer?

Hasta acá es claro que solo los subsidios y el asistencialismo estatal no son suficientes para garantizar el ingreso mínimo necesario a las familias vulnerables y hogares en situación de pobreza. Pero OJO, de ninguna manera estoy señalando que sean malos o innecesarios, pero sí que deben estar acompañados de estrategias integrales que fomenten la generación de empleo, el crecimiento económico y la competitividad de Bogotá.

Es por esta razón que, desde el Cabildo Distrital, insistimos en repensar la ciudad para que durante las 24 horas del día se redistribuyan las actividades económicas, de estudio y ocio, y así, más personas puedan desempeñar sus labores y obtener por sí mismas recursos para su sustento. Es imperativo que la Administración Distrital reorganice los horarios y modos para desplazarse, pues en las horas pico (de 5 a 7 AM y de 4 a 7 PM) se realizan el 52 % de los viajes, y justamente son esas aglomeraciones las que se deben evitar por ser el mejor medio de propagación del virus.

Pero ¿cómo hacerlo? 

El Grupo SUR de la Universidad de los Andes propone organizar la movilidad (y de manera indirecta el desarrollo de las actividades) de forma que el primer grupo esté integrado por quienes trabajen en servicios básicos como salud, alimentos, manufactura y construcción desde las 4:00 AM; el segundo involucraría a los sectores de educación básica y posgrados, quienes deberían seguir en el horario habitual pues tienen jornadas únicas; para la conformación del tercer grupo se tiene a quienes estén vinculados con los sectores de gobierno, salud y educación superior; en el cuarto a quienes presten servicios profesionales y; el quinto, a las personas que trabajan o tienen relación con los servicios financieros, comercio, educación superior y alimentos, finalizando a las 11:00 PM.

Todo esto está acorde con el Diagnóstico de Bogotá Productiva 24 Horas, presentado en el 2019 por la Secretaría Distrital de Desarrollo Económico, según el cual la noche se divide por sus propias dinámicas, y como se aprecia en la propuesta, esta redistribución de las actividades no vulneraría la imposibilidad que ha planteado el Distrito de prestar servicios de soporte urbano de calidad en la franja horaria conocida como “Noche Profunda”, comprendida entre las 12:00 AM hasta las 3:00 AM, sino que aprovecharía los servicios que la ciudad ya ofrece desde las 4:00 AM hasta la media noche.

Ante este panorama, llegó la hora de hacer algo diferente. FEDESARROLLO demostró cómo las ciudades que han implementado cuarentenas no han logrado un efectivo control epidemiológico, pero sí evidencian un empobrecimiento mayor de la población. Hacer realidad una Bogotá Productiva 24 horas debe ser parte de la estrategia que permita recuperar empleos y brinde alternativas para que la economía no siga cayendo en pique y evitar que Bogotá continúe en carrera hacia la pobreza.

¿Alguien se pega a esta propuesta?

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