El fenómeno del reclutamiento forzado (en conflictos armados de carácter no internacional) ha sido un problema estructural para el desarrollo del Estado. Para los agentes que intervienen en estos conflictos, el reclutamiento se convirtió, por un lado, en un daño moral y físico para la sociedad (difícil de recuperar), y, por otro lado, en una oportunidad para equiparar la fuerza regular del Estado buscando su confrontación y por consecuente, su implosión (situación que no se logra con facilidad y perpetúa el daño societal).
Usualmente, por no decir que en la mayoría de las situaciones, el reclutamiento forzado ha tenido una audiencia objetivo; los niños, niñas, adolescentes y jóvenes (NNAJ) quienes son usados, utilizados y violentados en sus derechos, de manera directa o indirecta, por los grupos irregulares que se benefician de este proceso ilegal. Y quienes a través de la persuasión, el engaño y la obligación atomizan el carácter “forzado” del reclutamiento, afectando la seguridad humana de los NNAJ.
Para los países que mantienen conflictos armados activos el reclutamiento forzado ha tenido una mayor indecencia sobre los procesos sociales y culturales durante los últimos diez años. La revolución tecnológica y el aumento sistemático en el uso del internet, hizo posible la transformación (o mutación) de los métodos de reclutamiento hacia el “ciber-reclutamiento”. Hoy día contamos con un nuevo espacio (las redes sociales) donde las amenazas y los peligros mutan rápidamente. Y como si fuera poco, los grupos armados irregulares utilizan dentro de este nuevo proceso acciones de adoctrinamiento, adiestramiento, propaganda y radicalización.
La trasmisión de información de forma rápida e instantánea ha permitido captar el interés de NNAJ abriendo la posibilidad de ser “ciber-reclutados”. Además, la variable física y geográfica para el reclutamiento ya no es necesaria, a decir verdad, la virtualidad trajo “campos de entrenamiento virtual” que permiten tener mayores audiencias y mayores impactos.
El problema principal que se da como consecuencia de esta nueva (inter) actividad, es la situación de fragilidad y vulnerabilidad en la que se ponen a los NNAJ. Agregando, la afectación de los Derechos Humanos y resaltando el reto sensible de prevenir y anticipar amenazas y peligros de “ciber-reclutamiento”.