Escuché decir que los seres humanos nos encontramos como sonámbulos lo que me quedó sonando especialmente porque me trajo a la memoria el nombre de algunos cuadros que pinté a finales del siglo pasado que titulé “Como sonámbulos en un aire sólido”. A raíz del Foro de Davos hay quienes consideran que la falta de reacción de la población mundial, ante las delirantes determinaciones que se toman ahí, es el resultado de una perdida de la voluntad como la que sufren quienes están bajo trance hipnótico, que no es muy diferente al del sonambulismo. Allá, en Davos, cabe cualquier locura y lo ha sido así desde su fundación a comienzos de la década de los setenta del siglo pasado, lo que conduce a que personajillos de la talla de un Petro y una Vélez puedan expresar libremente y a sus anchas sus delirantes ideas y se crean escuchados. Actúan con la confianza de un orate en un manicomio, como lo veíamos en el cine.
Si es la gente del mundo entero la que se comporta como sonámbula ¿qué podríamos decir de los colombianos cuando están por cumplirse seis meses de un gobierno en dónde la lógica y la razón están proscritas? Ni siquiera haciendo un esfuerzo sobrehumano podríamos encontrar una pizca de sensatez a la manera como nos gobiernan. Es comprensible que no queramos asumir el reto de enfrentar, de alguna manera lógica, los disparates del actual gobierno y que ni siquiera en nuestras mentes le demos cabida a una situación como la presente y prefiramos delegar nuestra voluntad.
Sin contar con defensas argumentativas difícilmente podremos pasar a la acción. Recuerdo la película de Lars von Trier, “Los idiotas”, en la que un grupo de amigos, representados por actores que tenían que improvisar, deciden hacer cuánto se les venía a la cabeza para con ello sobrellevar una existencia que los sobrepasaba, pretendiendo así hallar una manera de liberación. De pronto nos queda una opción ante la mentalmente enfermiza actitud del gobierno, la de hacernos los idiotas confrontando su estupidez con una Anti lógica que la supere o, al menos, esté al nivel irracional al que nos han acostumbrado.
O seguir como sonámbulos…