COP26 … sin Rusia y China (Primera parte)

Desde hace 25 años, las Naciones Unidas, organizan una conferencia anual con el fin de encontrar estrategias que ayuden a las economías mundiales a mitigar el aumento de temperatura global y de esa forma combatir el cambio climático.

Esta conferencia se llama COP, que en inglés significa “Conference of the Parties”, y para el 2021, este COP26, que se llevará a cabo en Glasgow, toma una mayor importancia, ya que este año tiene como objetivo central, corregir lo que no se viene haciendo bien desde el COP21, más conocido como los Acuerdos de París, donde muchos países tomaron la iniciativa de reducir sus emisiones de carbono al 2030 y ser carbono neutro para el 2050.

Es cierto que los Acuerdos de París dieron el impulso inicial para que el mundo fuera consciente de la relevancia que tiene la lucha contra el cambio climático, pero también es cierto que muchos países de manera acelerada han incorporado modelos de transición energética dentro de sus matrices, que, en conjunto con la pandemia, han generado volatilidad en los mercados de commodities como el crudo y gas natural, entre otros.

Este COP26 tiene como fin principal, enfocar las economías hacia una transición energética más real y alineada a las necesidades económicas y sociales de los pueblos.

Sin embargo, las grandes ausencias serán las de Rusia y China, y esto genera un reto importante con respecto a las decisiones que se vayan a tomar, ya que China es el mayor consumidor de energía del mundo, y responsable del 27% de emisión de gases invernadero y Rusia, siendo el segundo mayor productor de crudo y gas natural en el mundo después de Estados Unidos.

Un COP sin China y Rusia es como organizar una Copa del Mundo sin Brasil o Argentina, y las estrategias que se incorporen en la conferencia, no tendrán la misma potencia sin estos países.

Las razones por las cuales Rusia y China no serán parte activa del COP26 son exclusivamente geopolíticas, ya que estos países consideran la transición energética como un tema adyacente a su crecimiento económico, y a su vez, en el caso de Rusia, al ser juez y parte dentro de la matriz energética europea.

Esto genera un escenario energético mundial de deseo vs realidad, donde los países van a tomar como prioridad el crecimiento de sus economías por encima de los compromisos adquiridos en los Acuerdos de París.

Por ejemplo, en Europa ya vemos esta situación, donde la aceleración excesiva de una transición de un modelo a otro, sin un método sostenible de crecimiento, ha hecho que su modelo de consumo energético vuelva a los hidrocarburos. Es más, si en Europa se presenta un invierno más frío de lo normal, no sólo vamos a pasar a un modelo de dependencia de gas natural a petróleo casi que de forma inmediata, sino que tendremos precios de gas natural en el rango de USD$12-16/mcf, y esto conllevaría a tener unos precios de barril de crudo que oscilen los USD$100.

La razón de esto se debe a que la acelerada transición energética obligó a Europa a reducir sus inventarios de gas natural. A su vez, esto causó que el mercado europeo sufriera por falta de inversión en términos de infraestructura logística, y que sumado al aumento de demanda post pandemia, hizo que los inventarios colapsaran y no pudieran cubrir esa necesidad. ¿Y dónde juega Rusia en este escenario? Simple, con la construcción del poliducto Nord Stream 2, toda Europa queda sujeta a lo que decida Rusia en términos de oferta de gas natural.

Con respecto a China, como lo dije en una columna anterior, viven una situación similar a Europa, donde su demanda energética post pandemia hizo que no sólo pasaran de gas natural a petróleo, pero también ayudó a que prendieran de nuevo plantas de carbón, no solo con el fin de cubrir su necesidad energética, pero al mismo tiempo crear fuentes de empleo que fortalecieran el crecimiento de su economía.

Para el caso de Estados Unidos, el tema es más fácil de analizar, ya que sólo exportan el 20% de su producción de gas natural a Europa y Asia, y al tener una infraestructura de poliductos robusta, les permite jugar con varios escenarios, y en caso de que su demanda aumente en el invierno, tienen el 80% disponible para abastecer sus necesidades energéticas. A pesar de eso, y aunque las estrategias de transición energética en ese país no han sido tan aceleradas, han reducido su producción de crudo para fortalecer la incorporación de energías renovables, afectando directamente la economía, generando volatilidad interna e hiperinflación.

Al final del día, el COP26 le mostrará a los gobiernos mundiales que deben ajustarse a las tendencias del mercado, y con base en eso incorporar sus políticas públicas, y que aunque el objetivo de una economía verde sea el norte en común, donde seguramente se generarán muchas oportunidades económicas, no se puede olvidar el riesgo económico y social que genera incorporar de forma unilateral políticas aceleradas de transición energética, donde en muchos países, sobretodo los que están en vías de desarrollo, el alto costo de incorporar estas políticas aumentará el déficit fiscal y exacerbará aún más las brechas sociales.

En mi siguiente columna, explicaré en detalle la situación del mercado colombiano con respecto al COP26 y los retos a enfrentar. Por ahora, disfrutemos de las fotos de los líderes mundiales con la reina Isabel, Boris Johnson y Greta Thunberg, ya que, sin Rusia y China, esta conferencia será superflua.

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