Luego del triunfo del candidato de extrema izquierda Gustavo Petro surgió una corriente sentimental, entre seguidores y opositores, consistente en desearle buena suerte, anhelo resumido por el escritor Héctor Abad F. (El Espectador, 26jun22) con estas palabras: “Ojalá le vaya bien”. Pero, dada la compleja psicología del nuevo mandatario, cabe preguntarse cuándo podría decirse “que le va bien”. Una forma de responder es con apoyo del índice petrista de satisfacción, IPS, conjunto de hechos (20 en este caso) que proporcionarán al ganador y sus adeptos la sensación de que todo, en lo personal, le marcha según los buenos deseos. Por lo tanto, a Petro le irá bien:
• Si cumple las promesas hechas a las organizaciones guerrilleras por respaldarlo en las pasadas elecciones.
• Si es fiel a los compromisos políticos adquiridos con los partidos Comunista, Comunes y otros de ultraizquierda por la misma razón.
• Si les responde a Fecode, a los sindicatos del Impec, otras uniones sindicales, las comunidades raizales y de toda clase, etc., por apoyarlo con sufragios “amarrados”.
• Si va satisfaciendo las expectativas creadas en los extraditables, los reclusos, los carteles de la droga, las bandas criminales, etc.
• Si ejecuta las ofertas de todo tipo (nombramientos, contratos, etc.) realizadas a los alfiles del expresidente J. Manuel Santos en la campaña: Roy Barreras, Armando Benedetti, Alfonso Prada, Juan Fernando Cristo, Alejandro Gaviria, Guillermo Rivera y otros.
• Si “entierra” al expresidente Álvaro Uribe después de llevar más de veinte años vapuleándolo sin clemencia.
• Si puede valerse de recursos disuasivos no institucionales (como la Primera Línea, la toma de las calles, el bloqueo de ciudades, la destrucción de símbolos “burgueses”, etc.) para atemorizar a las fuerzas sociales, económicas y políticas que se opongan a ciertas medidas.
• Si no defrauda a Ernesto Samper, César Gaviria y J. Manuel Santos, ascendientes y predecesores suyos en la Casa de Nariño.
• Si conserva el apoyo de caciques de la política tradicional sin importar lo que hayan hecho o dicho en ocasiones anteriores.
• Si sus fieles de dentro y fuera del país lo reconocen como “el mejor presidente en la historia de Colombia y Latinoamérica”.
• Si es entrevistado por medios internacionales en una asiduidad tal, que se afirma que a ningún mandatario le habían dado tanta importancia.
• Si los escritores, analistas y periodistas proclaman que es “el nuevo Gaitán” de la historia nacional.
• Si los caricaturistas Matador, Vladdo, Tola y Maruja, Garzón y otros se abstienen de incomodarlo y en su lugar critican a Uribe y Duque.
• Si los medios de comunicación lo respetan, felicitan, elogian, y se niegan a mencionar temas incómodos sobre su pasado o presente, lo
que agradecerá con jugosas partidas de publicidad oficial.
• Si recibe invitaciones de decenas de instituciones educativas y ONG del país y de fuera para narrar su vida y sus milagros.
• Si termina el primer año con el mismo equipo con el que empieza.
• Si gana el Nobel de Paz, el mismo de su ángel guardián, pues se presume que todos los grupos subversivos dejarán las armas para colaborar en la construcción en Colombia del socialismo cubano, uno de los viejos sueños de Petro.
• Si “el pueblo colombiano” cree que su familia es la ideal para que se convierta en la familia presidencial que se necesita en los próximos 50 años.
• Si se gesta un movimiento masivo que exija su reelección indefinida, so pena de arrasar con cuanto se oponga.
• Si las Fuerzas Militares y de Policía marchan a su ritmo y no él al de ellas, le juran “fidelidad eterna a la causa del pueblo” y acogen como grito de guerra “¡Petro o muerte!”.
En la medida en que esos escenarios se den, se podrá concluir que a Petro le está yendo muy bien, y estará exultante si su IPS es 100 al valer 5 puntos cada uno de los 20 indicadores…
INFLEXIÓN. Claro que una cosa es que a él le vaya bien y otra, muy distinta, que con él le vaya bien a Colombia. Lo veremos.