La nueva Guerra Fría entre Beijing y Washington plantea tres hechos geopolíticos sujetos a valoración estratégica: 1) el sobrevuelo de los globos chinos sobre una parte del continente hace cuatro meses, 2) la reciente Cumbre de seguridad en Asia (Shangri-La Dialogue) y 3) la información sobre una base de espionaje chino en Cuba.
Mientras la prensa estadounidense empezaba a registrar la presencia de un globo espía en espacio aéreo estadounidense, Anthony Blinken cancelaba su visita a Beijing abriendo paso a una nueva tensión diplomática entre ambas superpotencias.
El globo recorrió las Islas Aleutianas, Alaska, Canadá y, finalmente, EE.UU. sobrevolando zonas sensibles o estratégicas cerca de Columbia, Missouri, North Dakota, Wyoming y Montana donde hay más de un centenar de misiles balísticos intercontinentales anclados a la Malmstrom Air Force Base. Posteriormente, otro globo espía sobrevoló América Latina donde Colombia no fue la excepción.
Dado que el globo fue caracterizado por los chinos como un “dirigible civil” con fines exclusivamente meteorológicos el cual se desvió de su ruta planificada por cuestiones climáticas, era obvio que Beijing protestara por la manera con la que se derribó la aeronave civil no tripulada.
En efecto, la conducta china es la típica conducta de los Estados agresores que violando el Derecho Internacional no permitirían que otro Estado hiciera lo mismo que ellos consideran como un simple accidente.
Ahora, partiendo del hecho histórico y probado de que los chinos nunca han gustado de acciones directas y que son proclives a maniobras sutiles y poco obvias, el tema no fue un asunto de espionaje, en el estricto sentido, y mucho menos que resultara una sorpresa que Beijing espiara a Washington.
Lo que hay detrás de todo esto es que China ha puesto a prueba la capacidad de respuesta estadounidense y del resto de países que han sido vulnerados por “el error” de un dirigible, supuestamente civil, inofensivo y pacífico. ¿Momento oportuno para recordar el TIAR?
Pasando a la Cumbre de Seguridad, en Singapur, las dos intervenciones más importantes fueron las de Lloyd Austin y su contraparte, el General Li Shangfu, Ministro de Defensa, quien fue muy claro y enfático sobre el caso Taiwán.
El alto oficial resaltó que a lo largo de los 5.000 años de existencia, China ha sido fiel a los valores de paz y armonía que los hace un pueblo con una tradición pacífica consolidada pero también remarcó que el tema de Taiwán está en el corazón de las prioridades chinas como un asunto de política interna.
En ese sentido, dijo que China no va a renunciar al legítimo derecho de defender sus intereses sin dejarse intimidar por presiones extranjeras y mucho menos de una explícita injerencia en el proceso de reunificación china. Siendo el asunto algo indiscutible, Beijing no renunciará al uso de la fuerza para para lograr esa aspiración histórica al amparo del principio universalmente reconocido como “una sola China”.
En lo referente a la base espía en Cuba, fue el Wall Street Journal el que publicó el 8 de junio: “Cuba to Host Secret Chinese Spy Base Focusing on U.S.”, al día siguiente: “Cuba Spy Station Brings China Rivalry to America’s Doorstep” y el 11 de junio: “White House Says China Has Had Cuba Spy Base Since at Least 2019”
Lo que encendió rápidamente las alarmas, y despertó el fantasma de la crisis de los misiles de 1962, es que la base estaría a 160 kms de la Florida, de allí podría espiar al Comando Central (Tampa) y a la base de Fort Liberty (North Carolina); inicialmente, altos funcionarios de la Casa Blanca como John Kirby, vocero del Consejo de Seguridad Nacional, y el Brigadier General Patrick Ryder, vocero del Pentágono, desestimaron la información por no ser para ellos precisa. Igualmente, hizo el viceministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Carlos Fernández de Cossio, apelando a los estribillos castristas de siempre y Wang Wenbin’s, uno de los voceros del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, quien calificó el tema como una farsa.
Sin embargo, es ahora la misma administración Biden la que se contradice al informar que el espionaje chino desde Cuba se remonta a la administración Trump, más exactamente a 2019. ¿Asunto que podría ser discutido al interior de la OEA?
Frente a estos desafíos geopolíticos, un formulador de política exterior y de defensa colombiano debería valorar los tres hechos como un tema de nivel estratégico toda vez que en ambos tableros de poder marítimo somos profundamente vulnerables y altamente sensibles.
En el Caribe, hemos tenido con La Habana una relación históricamente ambigua que abarca desde la independencia hasta la guerra subversiva. Lo que evidencia aún más los profundos niveles de vulnerabilidad en nuestros destinos es que Jamaica está a menos de 300 kms de Cuba, Haití a poco más de 500 kms y República Dominicana a aproximadamente 800 kms. Estados con los que tenemos frontera marítima.
Sobre la extensa región del Pacífico, Colombia desplegó su Batallón Colombia en 1950 en la península coreana para luchar del lado de Seúl. Hoy en día, lo que pueda alterar el equilibrio en la relación de fuerzas sobre las aguas de Taiwán afectará directamente la política de relacionamiento con Beijing. Por demás, no sobra resaltar que una lectura no convencional y estandarizada de la geografía política global ayudaría a ilustrar mejor la sensibilidad del tema en función del número de colombianos que viven en esa región.
