La Pluviosidad se relaciona con la cantidad de lluvia que recibe un sitio en determinado periodo de tiempo.
La región Pacífica es la más lluviosa en Colombia y también la que presenta el mayor número medio de días lluviosos: entre 200 y 250 al año, aunque en amplias zonas pueden registrarse alrededor de 300 días con lluvia al año. En la mayor parte del norte y centro de la Región se observa un comportamiento bimodal.
En el corazón del Chocó, se encuentra Tutunendo, una pequeña población con aproximadamente 3.500 habitantes que pertenece al municipio de Quibdó. Este es uno de los lugares más húmedos del mundo, aquí pueden caer unos 1000 litros de agua al mes, por lo que de media caen unos 33 litros al día y que aparece en las revistas científicas o en Google como la tercera región de mayor pluviosidad después de Mawsiynram y Cherrapunji, ambas en las Montañas Khasi de la India.
Pero no se equivoque amigo lector, este artículo no es sobre la lluvia y sus beneficios, solo es una sinopsis de lo recurrente que se ha vuelto en nuestras sociedades la utilización de la lluvia como excusa para “Dejar de Hacer”.
En el Chocó, un “Reino de la Lluvia”, como leyeron anteriormente los datos sobre sus precipitaciones, es frecuente que se retrasen procesos, ya sea porque el invitado no llegue, porque un evento era al aire libre o porque simplemente es mejor esperar que la lluvia cese.
La lluvia es uno de los placeres más grandes y gratuitos que nos regala la naturaleza. ¿Quién puede negar lo delicioso que es dormir escuchando caer un aguacero?
Curiosamente es en este mismo departamento donde se construyó en el corregimiento de La Vuelta, municipio de Lloró, por allá en los años 30s, la más importante central hidroeléctrica de todo el pacifico, desde donde se abastecía de energía a varios municipios y sobre todo a las dragas pertenecientes a las compañías mineras asentadas en la región de san Juan, utilizando el caudal del rio Andagueda.
Obra de infraestructura gringa que dotó de energía por más de 50 años la zona, sobre todo a los norteamericanos que laboraban en la compañía minera Choco Pacifico, quienes disfrutaban de comodidades y lujos que contrastaban con la pobreza de los habitantes de la región.
La hidroeléctrica de La Vuelta, construida en 1923, tuvo una capacidad de 2.000 kilovatios y dos turbinas de 1.000 kilovatios cada una.
Hoy esta importante obra se encuentra en el total abandono mientras varios municipios del Chocó, carecen de energía y el resto cuentan con un servicio deficiente, incluyendo a su capital Quibdó, donde Dispac, la empresa que la suministra, se destaca por su ineficiencia.
Recuperar infraestructuras como esta o en su defecto construir micro centrales para así, abastecer de energía al departamento, deberían ser prioridad para muchos gobiernos paquidérmicos que han pasado por cargos de poder.
La miopía y sordera administrativa, aunada de la incapacidad muy posiblemente cognitiva que les impide racionalizar sobre ciertos temas coyunturales de algunos gobernantes de turno, que no focalizan las inmensas posibilidades y oportunidades de desarrollo socio económico que se presentarían con una mega construcción de estas, hacen que estos pueblos sigan olvidados de la mano de Dios.
El Chocó o mejor sus habitantes, los de bien, que somos más que aquellas manzanas podridas que aprovechan los espacios que regentan solo para llenar sus bolsillos, estamos cansados de que, en el interior del país, seamos visibilizados como los más corruptos y lo peor es que todos saben muy bien quienes son y siguen votando por ellos mismo o por sus áulicos.
Este 29 de mayo, se definirá la historia del país con unas elecciones presidenciales totalmente polarizadas, donde lo más importante es alejarse de conceptos preconcebidos e infundados por encuestas pagadas y amañadas que benefician a candidatos con ideas inviables que, en medio de sus egolatrías, caen en un populismo incoherente, que no beneficiarán en nada a la grave problemática existente en todos y cada uno de las regiones del país.
¡El cambio es ahora, pero hay que saber cómo cambiar!