Acostumbrado a sus jugadas maestras que lo mantienen en la cúspide, pero también a su desbordada egolatría, Cristiano Ronaldo vive, entre triunfos resonantes y caídas estrepitosas, los compases finales de su brillante carrera.
¡Que goleador!
Lo hace con rabietas y berrinches de chiquilín.
Su último arrebato, conocido solo hace unos días tras su paso por Juventus, fue una furiosa perorata, increpando a su equipo por una derrota. Solo Juan Guillermo Cuadrado respondió intentando frenar su enojo, mientras sus compañeros fastidiados callaban.
Por si no lo sabías, así fueron las reacciones de James Rodríguez en el reciente pasado, cuando buscaba frenéticamente entre sus compañeros, a quien adjudicar responsabilidades por su mal juego o el de la selección.
A propósito de la tricolor, varios de sus compañeros tienen un presente incierto en sus clubes, siendo el más delicado el de Davinson Sánchez, quien atraviesa pasajes confusos por la desconfianza de sus entrenadores y los aficionados del Tottenham.
Mientras tanto, Muriel y Zapata demuestran con Atalanta que los goles se consiguen pisando fuerte, con recorridos de frente a la portería adversaria y no en vía contraria, como se acostumbra en el combinado nacional.
En el futbol local llega el caos de fin de año, con programación estrecha e incierta por el acoso de los violentos que ponen en jaque a las autoridades que deliberan impotentes.
Por fortuna las emociones logran picos altos en los distintos cruces, lo que eleva la temperatura de la competencia con especiales momentos de exaltación.
Se avecinan las fiestas, a un mes de las luces decembrinas con su alegría, sus bailes, los sonsonetes del reguetón, los “chicharrones” para la dirigencia del futbol, con los manidos atentados al juego limpio y las falsas promesas sobre un torneo renovado.
P. D. Por viral que sea, no me voy a ensañar en el Tino Asprilla ante sus inconvenientes empresariales. No me incumben. Para ello sus detractores que mezclan envidia, amor y odio. Del Tino, su amistad, sus faenas con futbol extraordinario y uno que otro desfase en público, que ningún daño hicieron.