Hemos presenciado un debate presidencial, en el que las estrategias de campaña, tanto en primera vuelta, como en la segunda vuelta para escoger el próximo presidente de los colombianos para los próximos cuatro años, son una vergüenza nacional, sin precedentes en nuestra historia democrática. Se han desarrollado una serie de prácticas inmorales en el ejercicio de la política práctica, que violentan los valores, la ética y el verdadero sentido político en la sociedad contemporánea. Un accionar donde “el todo vale”, para sacar de la contienda electoral a los rivales, utilizando toda suerte de estrategias oscuras, maquiavélicas, combinando lo que en el lenguaje de izquierda se denomina todas las formas de lucha, está a la orden del día. Estas actuaciones atentan contra la dignidad de las personas, la honra, la moral, el libre ejercicio de la democracia y sus libertades, restándole dignidad a una de las ciencias más nobles de la humanidad, como es la política, concebida para ser puesta para servir al pueblo. Acciones que son desde todo punto de vista inaceptables y repudiables.
Evidenciamos un relativismo moral, en donde el fin justifica los medios, en donde el discurso de la ética y la política real han quedado a un lado, se ha recurrido al populismo, al lenguaje descalificador y mentiroso, como simple justificación para obtener el ejercicio del poder a toda costa, sin ningún código de conducta, cuyas acciones, superan las cláusulas de Nicolás Maquiavelo -considerado el fundador del pensamiento político moderno- quien en su libro “El Príncipe” pone de manifiesto que “la conducta práctica del político se ha de desarrollar al margen de consideraciones teóricas fuera de la realidad; y la obsesiva persecución del poder y del prestigio cueste lo que cueste, con independencia de consideraciones éticas que se posponen a ese fin, ya que el fin importa más que los medios.” o también las prácticas inmorales del célebre político francés José Fouché, discípulo de Maquiavelo, conocido como el genio tenebroso, traidor de nacimiento, miserable e intrigante y que en la lucha por permanecer en el poder, utilizó las estrategias más oscuras y detestables para aniquilar a sus enemigos. Así ha sido esta contienda, el fin ha justificado los medios.
La ética en la política es fundamental porque conlleva al ejercicio transparente en la administración pública, orientada al bien común, para lo que se les da el mandato a nuestros gobernantes, para que garantice legitimidad, confianza en las instituciones democráticas y mantenga una sociedad cohesionada en valores morales y éticos, en la que los gobernantes deben dar ejemplo para la sociedad.
Lo que los colombianos estamos observando a pocos días de elegir el próximo presidente de la República, es una campaña atípica, marcada por actuaciones inmorales por parte de algunos actores de la contienda que, mediante estrategias del marketing político, desarrollan tácticas de destrucción que, superan a los pensadores y políticos de la historia francesa, anteriormente mencionados.
En los últimos días se ha filtrado videos de la campaña del Pacto Histórico que ponen de manifiesto diversas maneras, planes para atacar y eliminar políticamente a los contenedores que permanecen en la disputa electoral, vienen degradando el verdadero y noble sentido del ejercicio práctico de la política, en donde no predomina el intercambio de ideas y propuestas de campaña. El debate político respetuoso y propositivo pasaron a un segundo plano, dando lugar a los ataques personales o insultos que no aportan al debate democrático.
Hoy, después de superada la primera vuelta presidencial, los colombianos tendremos la responsabilidad democrática de escoger entre el candidato Rodolfo Hernández, candidato de la Liga de Gobernantes anticorrupción y Gustavo Petro del denominado Pacto Histórico. Las últimas encuestas de intención de voto realizadas por distintas firmas encuestadoras indican un empate técnico, lo que hace prever que las elecciones del próximo domingo 19 de junio, serán apretadas y los resultados pueden estar entre 4 o 5 puntos de diferencia, es decir, entre un millón y ochocientos mil votos.
Sin duda alguna, ha sido esta una campaña electoral sin precedentes, las apuestas apuntaban a un enfrentamiento en segunda vuelta entre el candidato Fico Gutiérrez y Gustavo Petro, sin embargo, los electores colombianos se pronunciaron en las urnas y escogieron al candidato Rodolfo Hernández, para enfrentar a Gustavo Petro, en segunda vuelta. Rodolfo Hernández, quien se presenta como un candidato independiente a los partidos tradicionales, con discurso espléndido, franco, sincero, bajo el lema de la lucha contra la corrupción, no robar y la austeridad en el gasto público, ha conquistado la atención de los electores en todos los estratos sociales; promoviendo estrategias de campaña no convencionales, por redes sociales, entrevistas en medios de comunicación, con insignificantes recursos de campaña y sin estructuras políticas que lo acompañen, convirtiéndose hoy, en uno de los candidatos con mayor opción, para ostentar la primera magistratura de nuestro país.
Esta campaña presidencial deja varias enseñanzas: en primera instancia, un castigo a los partidos políticos tradicionales que se quedaron sin candidato a la presidencia, la urgente necesidad de modernizarse y sintonizarse con un elector más racional y exigente, y en segundo lugar, un cambio enorme en la forma convencional de hacer la política, con un lenguaje directo, franco y bajos costos económicos, sin compra de votos, una clara manifestación de repudio a los altos índices de corrupción, pobreza y desigualdades sociales, que no han podido superarse en gobiernos anteriores.
En esta recta final, las estrategias de campaña apuntan a la conquista de los indecisos que, de acuerdo con las encuestadoras, estaría alrededor del 5 % y del voto en blanco que, en promedio, se encuentra entre el 2 % y el 4 %, lo que equivale a, más o menos, un millón de electores por convencer, que podría definir la elección del próximo presidente, es ahí, en esa población, en donde el candidato Hernández, tiene la mayor posibilidad de crecer en todos los estratos sociales, enfocado en las propuestas, en las soluciones que el país requiere a corto y mediano plazo. Es evidente que hay un considerable nerviosismo en los electores y sus candidatos, lo más seguro, es que esta elección se defina en un entorno electoral de “voto finish”, por lo que se hace necesaria, una estricta vigilancia y supervisión rigurosa para evitar fraudes o deslegitimación de sus resultados.
Los colombianos tenemos una responsabilidad inmensa con nuestra democracia, nuestras instituciones, libertades y el futuro del país. El próximo 19 de junio, no podemos retroceder, cuando las perspectivas de crecimiento de nuestra economía son alentadoras -según los pronósticos de la OCDE-, que, para este año, sería del 6.1 % del PIB.
Por lo anterior, hay que elegir un presidente que genere la suficiente confianza a los colombianos, a los inversionistas nacionales y extranjeros, que genere empleo de calidad, reduzca las desigualdades sociales, combata los altos niveles de pobreza, focalice la inversión en las regiones que más la necesitan, la lucha frontal contra la corrupción, impulse las grandes transformaciones que requiere el país y recupere la confianza de los ciudadanos en sus instituciones.
De ahí la importancia de revisar racionalmente las propuestas de los dos candidatos, escoger la que demuestre que son realizables y sostenibles en el tiempo, que no generen incertidumbre, que generen confianza inversionista, que no generen inestabilidad jurídica que conduzca al fracaso o una crisis económica de incalculables consecuencias. Hay que elegir bien y con responsabilidad patriótica.
PERSPECTIVAS DE CRECIMIENTO ECONÓMICO
Son muy alentadoras para el país, las perspectivas de crecimiento económico para el presente año. La economía colombiana viene en un proceso de reactivación ascendente, después de los estragos causados por la Covid-19. Según la OCDE, se prevé para el 2022, un crecimiento del PIB de 6.1 %, y otras entidades internacionales, estiman un crecimiento del 5.5 % del PIB, jalonado especialmente, por el consumo privado, el repunte gradual del empleo en los sectores productivos y el comercio en general. Esto evidencia que las políticas macroeconómicas implementadas por el gobierno del presidente Iván Duque, han sido efectivas y han sentado unas bases sólidas para un crecimiento económico sostenido.
En el primer trimestre del presente año el PIB nacional creció 8,5 %, jalonado principalmente, por una dinámica fuerte de la demanda interna y los estímulos fiscales que implantó el gobierno nacional para contener la presión inflacionaria de los primeros meses, y, por la renta que le ingresa al país como consecuencia de los altos precios del petróleo.
Estas perspectivas de crecimiento y reactivación económica, son esenciales para mantener el futuro de nuestra economía. Por ello, es de vital importancia, escoger un candidato que sea prenda de garantía, para que el sector empresarial y los inversionistas, puedan crecer y generar empleo, garantizar la estabilidad macroeconómica del país. Quien rija los destinos de este país, deberá manejar con prudencia y racionalidad, nuestra economía.