¿Alguien estaba preparado para la pandemia? La respuesta es un contundente y ensordecedor NO. Es un escenario inédito y nos tomó a todos por sorpresa, aunque desde Latinoamérica ya veíamos con asombro lo que ocurría en China y Europa. Fue un tsunami.
Los efectos son de pánico. En lo sanitario Colombia superó los 550 mil contagios y más de 17 mil fallecimientos. Pero en lo económico, se vive una pandemia paralela, desempleo sin control con tasas históricas superiores al 20%, quiebra de empresas, cierre de negocios y desesperación de infarto. Consecuencias sociales sin precedentes. Hay preocupación colectiva.
El virus no se ha ido. Nunca estuvimos preparados para enfrentar el coronavirus y tampoco lo estamos para lo que se viene. Con el anuncio oficial de ingresar a un aislamiento selectivo, nos asomamos a nuevos episodios, que implican una responsabilidad individual más férrea de la que hasta ahora se ha demostrado.
Es inadecuado hablar de nueva realidad. El lenguaje es tan importante como las medidas que se adopten para asimilar los tiempos de incertidumbre venideros. La anormalidad es y sigue siendo la constante. Las rutinas de siempre, aún tardarán en volver.
Estamos frente a una sociedad temerosa. Se viene un gran desafío de entendimiento y comprensión. Aquí los gobernantes no se pueden equivocar, hay que entender los comportamientos de la gente y con base en ellos, generar estrategias enfocadas a canalizar emociones. Hemos carecido de campañas comunicativas y pedagógicas más asertivas y hasta creativas. Pero aún hay tiempo para corregir.
Hay que trabajar mucho sobre las conductas particulares. Y es urgente identificar nuevas formas de entregar el mensaje, acudir estrictamente a la comunicación de riesgo ( poco usada por aquí), que le permita a la gente no perderle el miedo al virus, lo contrario sería la relajación, que implica descuidos y bajar la guardia. De ninguna manera se puede admitir una desobediencia ante las medidas de bioseguridad, un aislamiento propio se dice desde el gobierno. Es necesario mantenernos preocupados.
Son tiempos de incertidumbre. Eso significa que no se tolerarán grietas en las políticas públicas de pedagogía para asumir la post cuarentena o aislamiento selectivo. Hay que comunicar bien y mejor.
La ausencia de solidaridad entre líderes es otro inconveniente. Y no es un asunto propio de Colombia, en este confinamiento global el fenómeno se repitió como la pandemia misma en muchas latitudes. Aquí son varios los desacuerdos públicos entre el presidente Iván Duque y la alcaldesa de Bogotá Claudia López. Pero será objeto de otra columna, las implicaciones políticas por el manejo del coronavirus.
Uno de los grandes expertos en comunicación en América Latina Mario Riorda, lanzó desde el inicio de la pandemia varias advertencias y recomendaciones a los gobiernos de la región: “ El riesgo trabaja básicamente sobre la alerta pública y para activarla es necesario introducir el miedo. Si alguien no tiene miedo, no modifica el hábito” Pero esa mecánica, insisto, ha sido casi nula, los enfoques han sido más emocionales.
Lo que viene es la continuación de un año raro. La post cuarentena del siglo, jamás debe entenderse como el fin de esta problemática de salud histórica. Un descuido en cada una de las normas mínimas de protección, es un riesgo para retornar a un encierro estricto, no debemos olvidar que la emergencia sanitaria se extendió hasta el 30 de noviembre.
El reto es inmenso. Se debe desarrollar un gran sentido de la responsabilidad. Hay que evitar la indisciplina cívica o la indisciplina estimulará la propagación del virus. Vamos a estar más cerca, pero debemos seguir lejos.
La pregunta incómoda
¿A quién le estará haciendo campaña para las presidenciales de 2022 el alcalde de Medellín?