El momento político y social que vive el país lleva a reflexionar sobre los mecanismos que tenemos para ser escuchados por el Estado, para hacernos parte de las decisiones que nos afectan en espacios de construcción y consolidación de las herramientas que ofrezcan más y mejores oportunidades. ¿Quieres un cambio en la política? ¿Te sientes escuchado? ¿Te sientes bien representado?
Todos estos interrogantes surgen cuando uno se sienta a analizar las encuestas que publican los medios de comunicación. La justicia, el Congreso y los partidos políticos tienen niveles de desaprobación cercanos al 80%. Esto es igual a la imagen negativa que tenemos de los grupos al margen de la ley. No debe ser. Las FARC, por ejemplo, tienen un nivel de desaprobación del 85%, mientras el ELN del 87%. Para rematar, y así entender toda la percepción, el 93% de los colombianos consideramos que la corrupción es cada vez peor. Una triste foto del país.
A pesar de lo preocupante, esto nos invita y motiva a ser partícipes y a exigir más y mejores espacios de participación, para que juntos, unidos, podamos sacar adelante los retos y desafíos que tenemos como nación. Hoy, todos los colombianos hablamos de los jóvenes. Sobre sus derechos, su educación, sus oportunidades. Colombia es un país joven y los jóvenes han sido escuchados. Jóvenes entre 14 y 28 años podrán elegir la conformación de los Consejos Municipales de la Juventud el próximo 28 de noviembre. Son cerca de 10.000 los consejeros juveniles que se eligen en los 1.097 municipios. Debemos fomentar y celebrar su realización.
Estos son espacios de participación, de construcción, de vigilancia y control a la gestión de las autoridades. Estos mecanismos empoderan la veeduría y nos convierten en garantes de nuestro voto. Estamos cansados, mamados, de que los gobernantes tengan un discurso en campaña que seduce a la gente para que una vez elegidos, nos den la espalda y escuchan únicamente a sus amigos. Esto mata los sueños de la gente.
En Bogotá y en Cali, para solo mencionar un par de ejemplos, la alcaldesa López y el alcalde Ospina se eligieron con un discurso, un sentir social y con unas promesas que vemos incumplidas. Prometieron generar más y mejores oportunidades para la gente, preservando el valor democrático de la seguridad. Seguridad ciudadana, seguridad alimentaria, seguridad en la inversión de la política social, pero lo único que se siente es temor al salir a las calles, hambre y programas sociales con una visión limitada para el desarrollo integral de las comunidades. Una desconexión de las administraciones con la realidad y las necesidades de nuestra sultana del valle y de la Atenas de Sudamérica. El diálogo debe ser con todos los sectores, no con unos pocos.
La participación ciudadana es la base para empezar a hacer los cambios que reclama el país. Las reglas de la democracia están definidas y la mejor manera de ser veedores y garantes de nuestra participación, es ejerciendo nuestro voto. La democracia es un compromiso de todos. Ejercer el voto debe ser una manifestación de lo más profundo de las convicciones y siempre debemos respetarlas y honrarlas.
Por eso, generando más y mejores espacios de participación, podremos elegir nuevos liderazgos que escuchen y sientan los reclamos sociales, voces nuevas que fortalezcan la democracia. Espacios de participación en los que se puedan aportar y construir ideas de forma respetuosa y tranquila. Una sociedad unida es capaz de voltear las cifras de percepción para que el 75% de los colombianos sintamos que las cosas van por buen camino, no el 20% que hoy cree que las cosas mejoran. Necesitamos más participación y mejor representación.
