Messi, por no creerse un Dios

Administrador de empresas y periodista. Premio Nacional de periodismo SIMÓN BOLÍVAR. Galardón vida y obra “Orlando Sierra”. Alumno orgulloso de Juan Gossain, Yamit Amad, Guillermo Lema, José F Corredor y Javier Giraldo Neira. Experiencia en Radio prensa, tv, internet.

Esteban Jaramillo Osorio
Publicado por: carolina.rodriguez el Lun, 19/12/2022 - 10:23
Creado Por
Esteban Jaramillo Osorio
"Messi reivindicó el “10” funcional, con perímetro amplio en su acción, tan desacreditado por entrenadores sin argumentos futbolísticos, resultadistas, paloteadores y demagogos".

Delirante Messi. Capaz de llevar en sus hombros el peso del desprestigiado mundial de Catar, donde fue el mejor, el goleador, para reafirmar sus inigualables registros históricos.

De conducir a remolque hasta el título, a un apasionado, comprometido, compacto y disciplinado equipo, ante el rugido de su desbordada hinchada.

Once fieras, hambrientas. 

Messi por su talento único, porque marcó abismales diferencias con los demás, por sus regates creativos, los pases finos, las conexiones imposibles, los quiebres de cintura y sus goles a los ángulos.

Por sus toques deliciosos, su influencia en el rendimiento colectivo, su visión de ataque y por hilvanar el juego con estética. 

Por caminar para pensar y correr para jugar.

Por saber desligarse de la vieja y perniciosa polémica, fabricada por los medios, que lo enfrentó a Maradona, en tarea comparativa con desprecio.

De todo se dijo para, a menudo, ridiculizarlo: Pecho frío, autista, porque miraba al piso, hablaba poco o sonreía con timidez.

Messi reivindicó el “10” funcional, con perímetro amplio en su acción, tan desacreditado por entrenadores sin argumentos futbolísticos, resultadistas, paloteadores y demagogos.

Por liderar a sus compañeros secundarios en los imprevistos. Por hacer útil la posesión del balón.

Por ser la alegría del fútbol. 

Por dominar, en las canchas, el paso del tiempo, por su disciplina de personaje ejemplar, con rechazo a los escándalos.

Por demostrar que el futbol es espectáculo, a pesar de los ataques inescrupulosos del negocio.

Por sufrir, llorar y celebrar y, a pesar de ser excepcional, no creerse un Dios.