El proceso que culmina deja muchas lecciones. Es importante empezar por un principio básico en las democracias: saber aceptar las derrotas y asumirlas con decoro. Ahora ¿por qué perdimos?
Creo que el establecimiento no entendió las señales de descontento y de rabia de algunos sectores de la sociedad.
Quisiera tomar solo dos factores que incidieron notablemente en el resultado, sin duda la rampante y descarada corrupción en todos los niveles, incluyendo algunos sectores de la justicia y el otro factor, la pobreza, que por múltiples causas -los efectos de la pandemia, la inflación que desató en el planeta la invasión rusa a Ucrania- llegó a niveles insostenibles y acentuó la desigualdad y la injusticia social.
El discurso de Petro llegó a esos sectores como una luz de esperanza y no valió razón alguna para convencer a esa población -que no tenía nada perder- de que cambiara su voto protesta. Advertí además que la presencia de Francia Márquez en la vicepresidencia era un mensaje no solo a las minorías étnicas y a los habitantes de los litorales, sino a los “nadies y nadias” que vieron en ella una reivindicación histórica. Mientras más se mofaban algunos de su discurso, más se valorizaba ella como símbolo de exclusión y de abandono.
Si bien es cierto que el ingeniero Rodolfo Hernández se consolidó como la otra visión de país y como antídoto contra la desbordada corrupción, cometió graves errores, fruto de su inexperiencia política, que al final frustraron su aspiración y dejaron expósito a medio país que lo vio como garantía de cambio dentro del sistema. Despreciar y ofender a sus potenciales votantes innecesariamente, lo condujo a perder electores que prefirieron la abstención o votar en blanco, y que sin duda terminaron por ser los cinco centavos que le hicieron falta al peso.
No podemos llorar sobre la leche derramada. Hay que erguir la cabeza y asumir el presente como guardianes de nuestra nacionalidad y defensores de nuestra democracia y su fundamento esencial, la Libertad. Así como en el fútbol el partido se juega en la cancha y no en las graderías, es aquí y ahora cuando debemos asumir este reto histórico. No se trata de estorbar pero tampoco de claudicar , tenemos la obligación de entender que debemos asumir el cambio sobre todo en la lucha contra el cáncer que nos llevó a la derrota, un establecimiento desprestigiado que incluye sectores público y privado, Instituciones como el congreso y la justicia, partidos políticos etc etc y muy especialmente debemos contribuir a extirpar de raíz la corrupción y la pobreza, estos dos puntos deben ser parte del aporte al programa del nuevo gobierno.
No nos debe asustar el esquema gobierno, oposición, a veces estos retos son necesarios para mejorar y volver a ser alternativa de poder, como es normal en cualquier democracia.
Los hechos son tozudos: nos cambiaron. Lo advertí hace 24 años cuando dí posesión a Andrés Pastrana en mi calidad de presidente del congreso y sentencié , "o cambiamos o nos cambian". Hoy nos toco hacer un alto en el camino y reinventarnos pensando en el 2026
¡Nos queda una gran tarea: Colombia