Padilla: Ascenso de un héroe - Parte IV

MARACAIBO 1823: LA BATALLA FINAL

La flota colombiana permanece dentro del lago en espera del avance de las tropas terrestres sobre Maracaibo. A Padilla le llega la noticia de su confirmación como Contralmirante y General de Brigada de la Gran Colombia, “un honor que es, hasta el día de hoy, caso único en la historia del país” (Gossaín).

Y continuamos nuestro itinerario: El 16 de junio, los espías colombianos informan a Padilla que el Brigadier Francisco Tomas Morales, comandante español de Maracaibo, ha movido sus tropas hacia el Castillo de San Carlos de la Barra.

A fin de acelerar las operaciones, en la noche del 28 de junio Padilla puso proa hacia “El Mojan” a sorprender a las fuerzas sutiles enemigas, pero estas ya se habían retirado a los bajos del rio Garabulla. Padilla inició el ataque a la una de la tarde del día siguiente. La acción duró dos horas, y en ella los realistas perdieron 100 hombres entre muertos y heridos, dos piraguas incendiadas y una flechera echada a pique. A su vez los patriotas perdieron 22 hombres.

Padilla: Ascenso de un héroe

En apoyo del general Morales llega entonces, con refuerzos el almirante Ángel Laborde. Y a pesar de la precaria situación de la escuadra española, haciendo gala de fingida superioridad, le envió una intimidación concebida en términos tales que mezclaba la indulgencia con la altanería: “Propongo —le dice— una honrosa capitulación”, y le anuncia, si no la acepta, la destrucción y captura de los buques bajo su mando.

Sin tomarse tiempo, ese mismo día, el 17 de julio, rechaza Padilla, a bordo de “El Independiente” en Altagracia, la insólita propuesta de rendición, que califica como “Si los principios que usted aduce en su nota parlamentaria [..], el honor, ese sagrado timbre que está grabado indestructiblemente en mi corazón me autoriza a contestarle que estoy muy ajeno de prestar oídos a voces quimeras, que son propaladas por el último delirio de un enemigo agonizante”. Y en ardiente proclama les dice a los jefes y oficiales de la Escuadra “Compañeros: os aseguro la victoria; vuestro general os acompañará como siempre, hasta perder su existencia, confiando en vuestro valor y en la justicia de nuestra causa”.

Padilla Maracaibo 2

Muchos son los relatos que han hecho de la batalla del Lago de Maracaibo, con cuyos detalles se podrían llenar páginas interminables. Cada autor tiene su versión, mas o menos aproximada, pero no exacta de unos hechos que de por si son confusos: en gracia de la brevedad y de la síntesis, nos contentaremos con transcribir algunos documentos, como lo he hecho; Padilla dio a sus hombres las siguientes instrucciones: “Marinos y tropas deben estar descalzos, como para un caso de incendio. Sobre las cubiertas de los buques se echará arena mojada, para no resbalar con la sangre, las cobijas estarán empapadas para apagar cualquier fuego. Los cocineros y sirvientes en lugar de confeccionar alimento alguno se ocuparán de arrojar al enemigo granadas de mano y bombas de incendio; todos llevaran un lazo negro en el brazo izquierdo, para distinguirse en la noche de sus enemigos y, en una palabra, se cerrarán las escotillas para que nadie rehuya el cuerpo y no quede otro partido que combatir. La señal de leva se hará con un tiro de pistola, para no alertar al enemigo de nuestra carga, sino cuando ya estemos al abordaje”. También señaló a cada comandante la nave contraria que debía abordar, y advirtiendo bajo pena de muerte no malgastar las municiones hasta tanto no estar a distancia de “toca-penoles” con los barcos realistas.

El 21 de julio zarpa la flota española y se fondea desafiante en línea de batalla frente a los colombianos, al norte del sitio denominado Punta Palma Sur. Las dos flotas se miran en tensa calma, pero el viento se va.

Padilla Maracaibo 3

En la mañana del 23 de julio, regresa finalmente el viento y la flota española se mueve en perfecta formación hacia el sitio llamado Capitán Chico considerado por Laborde como el mas adecuado para una batalla naval a cañonazos. La flota colombiana inicia el ataque. Los españoles abren fuego, pero algunos comandantes colombianos no atienden debidamente las señales que transmite con banderines su nave insignia “Independiente”. Padilla suspende el ataque, se molesta y releva a un par de comandantes.

El claro amanecer del 24 de julio de 1823, presagiaba un bello día en las tranquilas aguas del Lago de Maracaibo. En las horas de la mañana el comandante Padilla pasa revista a todos los barcos de la Escuadra Republicana. “Está próximo -dice a sus marinos- el momento en que nuestras fuerzas se enfrentarán al enemigo para decidir nuestro futuro destino”.

Padilla maracaibo 4

A la una de la tarde, con viento propicio y marca favorable, la Armada patriota puso rumbo en dirección al enemigo, que esperaba fondeado entre Capitán Chico y Maracaibo. Dos goletas, había situado Laborde al extremo norte del bergantín “San Carlos”, seguido de otras unidades, y hacia el sur, dos bergantines que encabezaban sus fuerzas sutiles.

A las dos el buque insignia da la señal de izar las velas y formar la línea de batalla para atacar de frente. Y a las tres, cuando las dos flotas están a un recorrido de “toca-penoles”, rompen fuegos de cañón y fusilería y la proa de las naves chocan contra el maderaje de los buques enemigos, y da Padilla la orden implacable: “¡Al Abordaje!”. Se peleó sin piedad en mar y cubiertas; las tranquilas aguas del lago se cubrieron de sangre y de cadáveres. A las seis de la tarde, los marineros colombianos vieron que el enemigo huía a guarecerse bajo los muros de la ciudad de Maracaibo.

Los realistas habían perdido mas de 800 hombres entre muertos y heridos y 438 prisioneros, entre ellos 69 oficiales. A tiempo que los republicanos, 44 muertos, incluidos 8 oficiales y 120 heridos. El 3 de agosto se firma una honrosa capitulación para vencidos y vencedores.

Padilla Maracaibo 5

Recuperada la soberanía en Maracaibo, se imponía la recuperación de Puerto Cabello, el último baluarte español en Venezuela, defendido fieramente por Calzada. El 8 de noviembre el general José Antonio Páez rinde la fortaleza e impone otra capitulación.

El vicepresidente Santander, al comunicar al Libertador las victorias de Maracaibo y Puerto Cabello, le escribía el 10 de diciembre de 1823: “Al participar a V.E. que no queda un solo súbdito de la España en toda la extensión de Colombia, que prosiga la guerra, debo felicitar a V.E. por un suceso tan importante que presentará a Colombia delante del mundo con la dignidad y la gloria que se merece”.

Las victorias de Maracaibo y Puerto Cabello repercutieron jubilosamente en Caracas, Bogotá, Panamá y Lima. Y pudo el Libertador, restablecida la soberanía en el norte de Colombia, proseguir su marcha triunfal hasta Ayacucho.

Quiero traer a colación las palabras de otro importante historiador, el CN (RA) Carlos Prieto Ávila, actual vicepresidente de la Academia Colombiana de Historia Militar, al decir: “Esta pues fue la Batalla Final, con ella se niega el dominio del mar Caribe a España y por supuesto, cualquier nuevo intento de reconquista de las colonias en tierra. Es la verdadera batalla que sella lo que hace un par de años estamos conmemorando como “Bicentenario de la Independencia”.

Aquí completo el segundo de los tres artículos que me propuse escribir sobre el ascenso de nuestro Héroe Padilla, la Batalla y su Tragedia hasta la muerte.

Continuará...

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