El pasado 9 de septiembre se llevó a cabo el lanzamiento del segundo informe de desigualdad y pobreza del 2018 al 2020, en 14 ciudades y sus áreas metropolitanas (AM), dejando en evidencia varios puntos:
Que la precaria situación en que viven más del 15% de la población colombiana, que subsiste con ingresos inferiores a los necesarios les impide adquirir la canasta básica de alimentación.
Que entre el 2018 y el 2020 la incidencia de pobreza monetaria extrema aumentó 7 puntos porcentuales, de 8,2% a 15,1%, es decir, en el 2020 más de 7 millones de personas subsistieron con ingresos inferiores a $145.000 pesos.
Que a nivel urbano el porcentaje de la población que vive en condiciones de pobreza monetaria extrema pasó de 5,8% en el 2018 a 14,2% en el 2020.
Este importante documento nace de la alianza entre el PNUD, la Fundación Corona, y la Red Colombiana de Ciudades Cómo Vamos, que identificaron las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que son relevantes y medibles a nivel urbano y transversal para todas las ciudades.
Las cifras presentadas en este informe incluyen además, la autopercepción de pobreza, la inversión pública en atención a población vulnerable y una mirada prospectiva del cumplimiento de los ODS, que evidencian no solo el impacto de la pandemia en las condiciones de vida de la población, sino también la heterogeneidad que existe entre las ciudades del país y la necesidad de generar estrategias diferenciadas a nivel territorial.
La muestra arrojó también datos muy significativos sobre Quibdó, mostrando que la capital del departamento del Chocó, continua liderando la vergonzante lista de las ciudades con mayor índices económicos. El 30% de sus habitantes tienen ingresos inferiores a la línea de pobreza extrema y el 60% vive en esas condiciones. Presentando la cifra más alta de pobreza multidimensional según el Censo de Población y Vivienda del 2018
Además, Quibdó tiene enormes brechas de desigualdad comparada con otras ciudades capitales, pues posee los más bajos índices de educación, salud, desempleo, trabajo digno etc. Aunado a eso, el orden público se ha ido deteriorando sistemáticamente, convirtiéndola en una de las ciudades más peligrosas del país, con más homicidios por número de habitante.
La “Villa de Asís”, como se le conoce a la capital del Chocó, se ha convertido en escenario no solo de extorsiones y amenazas, sino también de una cruenta guerra entre grupos al margen de la ley, que se disputan los territorios para tráfico de armas y droga.
Hasta el momento no hay cifras oficiales de homicidios, pero se habla de 124 muertos en lo que va el 2021, unos números escalofriantes, que hacen alejar al más valiente inversionista y creando una percepción de temor entre sus habitantes.
Este clima de terror, repercute directamente en la economía de la ciudad, una ciudad que fue golpeada por el encierro obligatorio duramente los picos más altos de la pandemia del Covid 19, pero mientras que en el resto del país, ya inició la reactivación económica, los quibdoseños siguen confinados a causa de otra clase de pandemias: La pobreza y el miedo.