¡Respetemos la fila!

Publicado por: maria.vargas el Mié, 10/03/2021 - 09:44
Por: Daniel Quiroga.

Desde que somos niños nos han inculcado una serie de principios y valores como, respetar a los mayores, pedir el favor, dar las gracias y reconocer a quienes anteponen su bienestar por el nuestro, entre otros.

Está comprobado que los niños aprenden principalmente con el ejemplo, por eso, si quieres enseñarle a un niño a ser responsable, honrado y respetuoso de las normas, debes asegurarte de que tú también lo seas. Aunque parece básico, muchos no lo hacen.

A partir de pequeñas acciones llenas de significado, podemos marcar el comportamiento de futuros profesionales; algunos se dedicarán a la medicina, la arquitectura, las artes y otros al servicio público, pero ¿cómo educar niños que en su adultez sepan honrar los roles que desempeñan? Esto todavía es una asignatura pendiente.

En mi columna anterior hablé sobre la importancia de respetar la fila y sobre cómo diferentes casos e irregularidades en los planes de vacunación de otros países de la región, nos recordaban lo importante que es respetar un proceso que tanto nos ha costado y que, de su éxito, depende que nuestra región pueda finalmente recuperar su rumbo.

En Colombia, el plan de vacunación todavía no ha llegado con la rapidez que esperamos y tristemente, comenzamos a ver cómo la fila empieza a irrespetarse y lo más desalentador es ver que quienes se saltan la fila sean personas que pertenecen al sector público.

La confianza en lo público y en el gobierno es cada vez menor (hablaré de esto en próximas columnas) y esto no solo pasa por la polarización y la politización de todos los espacios, sino por las actuaciones irresponsables de quienes son parte de los gobiernos (nacionales y locales). La política debe ser el arte de servir a otros, no a sí mismo. 

Los funcionarios públicos en muchos casos son héroes sin capa. Están llamados a transformar la realidad, pocos saben quiénes son, pero se les ataca permanentemente y ante la duda, son señalados. Por eso, cuando se esté en la función pública se debe ser intachable.

Esta semana vimos cómo una funcionaria (aparentemente sin contrato) de la Alcaldía de Bogotá, logró vacunarse argumentando que se encontraba priorizada porque en sus funciones del día a día debía relacionarse con adultos mayores.

Esto no solo es un acto reprochable, sino una reflexión sobre cuál es la verdadera tarea del funcionario público. El servicio a nuestro país y a nuestras instituciones debe verse más allá de los privilegios y las comodidades. Debe tomarse bajo la premisa de la vocación del respeto a lo público, del compromiso desinteresado y asumir retos difíciles, entendiendo que uno está “prestado en el cargo” porque las personas pasan, pero las instituciones quedan.

Esto no quiere decir que los funcionarios públicos deban ser los últimos en la fila, o no deban recibir compensaciones justas por hacer su trabajo. Tampoco quiere decir que, no tengan derecho a gozar de sus periodos de vacaciones (por favor no hacerlo en la mitad de una crisis en el pico de la pandemia).

Sin embargo, aprovecho este espacio, para reconocer que la Alcaldía de Bogotá ha marcado la parada del ritmo de vacunación en el país. Aunque falta mucho por hacer, han demostrado eficacia y velocidad con lo que se tiene disponible. Lastimosamente, el esfuerzo de cientos de personas se ve opacado por un solo funcionario que busca la cultura del atajo y sabemos que no será el único caso en el país.

Todos, sin importar las conexiones, las ventajas o los cargos, debemos respetar la fila. Esta fila existe, porque la vida de alguien corre más peligro que la nuestra. La tarea es de todos, todos hemos sufrido las consecuencias del COVID-19 y todos debemos esperar pacientemente por su solución.

Más allá de discutir si la priorización existía en este caso u otros (que sabemos que no) invito a reflexionar a los funcionarios sobre cómo el servicio público debe convertirse en ejemplo, y no en objeto de señalaciones. 

Nos lo decían desde niños, hoy nos lo dicen como adultos, sin embargo, las consecuencias han cambiado.