De la mayoría de los políticos lo que tememos es que no cumplan lo que prometen en campaña. De unos pocos tememos justamente lo contrario, van a cumplir lo que prometen. Ya imaginarán que me refiero a uno en particular que desde hace años se desvive por ser presidente de Colombia sin tener la más mínima capacidad para regir los destinos de su país pero sí, y de sobra, la de destrozar lo poco que hemos logrado construir con esfuerzo. No lo quiero mencionar y aconsejaría que guardemos su nombre en el anaquel de los checheres condenados al olvido.
¿Cómo lograr olvidarnos de ese tipo si le dedican portadas mostrándolo como un gigante al lado de sus menospreciados contendores? ¿Cómo dejar de escucharlo cuando los medios se complacen en poner altavoz a sus ridículas peroratas que avergonzaría hasta al mismo Chávez, su maestro y patrocinador como bien lo denunció el Pollo desde España?
“¿Por qué no te callas?” le estará diciendo Chávez desde el infierno a su protegido repitiendo lo que le soltó el rey Juan Carlos de manera muy comprensible al estar hasta la coronilla de las estupideces del sátrapa venezolano en plena Cumbre Iberoamericana ya hace catorce años. Nosotros, incapaces de mandar callar a nadie y menos a quienes cargan con tan largo prontuario, quisiéramos taparnos los oídos cuando ese personajillo de opereta se da aires diciendo cuanta locura llega a su pobre entendimiento. Pero algo nos lo impide, tal vez el cobarde temor de que va a llegar al poder.
¿Realmente creemos que el país puede caer tan bajo? Pues… si. Por desgracia... si. Ya sea por ser, de nuevo, víctimas de un tremendo fraude o por negligencia y estupidez. Lo que sea, nos puede llenar de vergüenza. Si ese señor se hace presidente es que no merecemos nada mejor y nos corresponderá resignarnos al triste destino de cubanos, venezolanos y nicaragüenses.
¿Qué hacer? Propondría, para comenzar, que dejemos de mencionarlo por las redes. Sé que va a ser difícil abstenernos pero tenemos que dejar ese maldito vicio.
También que pongamos toda la atención en quienes hacen propuestas serias, verdaderamente inteligentes y confiables.
Y, lo más importante, que dejemos el temor. Un guerrillero de cuarta que se hizo apresar para no tener que ir a una operación de alto riesgo, no debería atemorizar a nadie.
Además, su cola de paja está muy cerca al fuego. Saab, el Pollo y Otoniel tienen muchos secretos que saldrán a la luz cuando canten en los Estado Unidos.
Considero que ya somos grandecitos como para seguir teniéndole miedo al coco.
