Son más de 10 billones de pesos

Mucho se ha hablado en los últimos días sobre el propuesto Cupo de Endeudamiento solicitado por la administración Distrital, el cual busca acceder a recursos adicionales para la ejecución del Plan de Desarrollo 2020 – 2024 “Un Nuevo Contrato Social y Ambiental para la Bogotá del Siglo XXI”, discutido y aprobado por el Concejo de la ciudad en mayo de este año. Sin embargo, el debate al respecto ha sido polémico, pues mientras en la discusión del Plan, el gobierno mencionó una cifra correspondiente a 4.5 billones de pesos para responder a los retos y desafíos de la ciudad, en los últimos días la mandataria aumentó esa cifra solicitando un cupo de endeudamiento de 10.7 billones de pesos.

Un panorama que resulta preocupante si se tiene en cuenta el momento y el escenario económico sobre el que se formuló y aprobó el Plan de Desarrollo con el que cuenta hoy la ciudad, el cual, en retrospectiva, parece haber sido bastante optimista, partiendo de una estimación del crecimiento para Bogotá a partir de un modelo en “V”, que pronosticaba una recuperación rápida después de la caída resultante de la crisis producida por la pandemia, contemplando 90 días de aislamiento como el escenario más crítico. 

Sin embargo, la realidad hoy es otra: duramos más de 160 días de aislamiento, el crecimiento del país ha llegado a un -15,7% y el desempleo se ubicó en un 23,6% para junio de 2020 y un 20,20% para julio, marcando una diferencia abrumadora en comparación con estos mismos meses en el 2019 (9,4% y 10,7%, respectivamente). Sí, es cierto que se han establecido reactivaciones graduales para ciertos sectores económicos, sin embargo, las reactivaciones de otros tantos aún están truncadas y resultan lentas. Situación que se hace bastante notoria en el caso de los restaurantes, bares, hoteles y demás sectores que dependían en gran medida del turismo, el cual generó al menos 300 mil empleos en el 2019, y reportó unos ingresos de 2.464 millones de dólares, de acuerdo con el Instituto Distrital de Turismo (IDT, 2020).

De igual forma, partiendo de esta visión optimista, se estimó que el crecimiento de la ciudad para el 2021 podría estar entre 5,0% y 6,5%, apreciación que tampoco parece ser realista, de no haberse tenido en cuenta las cuarentenas prolongadas en localidades, la interrupción de las actividades productivas de negocios que ya estaban reiniciando labores y la inexistencia de una reactivación de labores de forma generalizada.

Por otra parte, tanto en la propuesta inicial del Plan de Desarrollo como en la solicitud del cupo de endeudamiento, el monto que estaría destinado al sector del desarrollo económico se queda bastante corto. Pese a lo que uno pensaría, la distribución de los recursos determina altas partidas a temas como educación y salud, mientras asigna un porcentaje pobre e insuficiente al principal sector a robustecer en aras de la reactivación económica.

Situación similar ocurre con los recursos provenientes del gobierno nacional, los cuales lejos de estar destinados a reactivar e inyectar a los sectores económicamente más golpeados por la pandemia, en especial al clúster del turismo, los restaurantes, bares, y la industria del entretenimiento, parecen estar encaminados a subsidiar programas de índole más asistencialista, a excepción de los proyectos de ampliación de la Red de Metro Regional y el SITP.

En este orden de ideas, es claro que el ojo debería ponerse en robustecer el sector de los servicios, la industria y el comercio, como sectores claves para apuntarle a recuperar el empleo, bajar los niveles de pobreza y recuperar económicamente la ciudad, es decir, a fortalecer el tejido empresarial de restaurantes, la industria del entretenimiento y los sectores dependientes del turismo, los cuales representan el 79% del PIB de la ciudad.

Sin embargo, este debate deja más preguntas que respuestas para una realidad bastante compleja, pues por mencionar alguna cifras según la Asociación Colombiana de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Acopi), durante la pandemia solo el 15% de las PYMES han sido receptoras de beneficios por parte del Gobierno Nacional o Distrital y el 38% de las que sobreviven están aún en alto riesgo de cierre. Según la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco), el 31% de comerciantes manifiestan haber cerrado definitivamente sus negocios y según el Informe de Calidad de Vida realizado por Bogotá Cómo Vamos, el desempleo en jóvenes se ubica en un 33.3%, situación que se agudiza teniendo en cuenta las cifras proporcionadas por el Instituto para la Economía Social (IPES), en las que establece una representación del 41,1% del sector informal dentro del universo total de la fuerza laboral disponible y activa en Bogotá, lo cual hoy también simboliza la destrucción del tejido productivo. 

Finalmente, aunque quedan varios interrogantes abiertos, y algunos puntos en los que se espera un debate serio y riguroso que deje como resultado la consolidación de esfuerzos reales para impactar positivamente el flujo de caja de los sectores dinamizadores de empleo, generar incentivos que permitan el uso del comercio electrónico formal, poner en marcha la política pública de generación de empleo decente, ofrecer seguridad jurídica a los comercios para su operación, entre otros, lo cierto es que resulta fundamental apalancar la posible recuperación de los sectores más afectados por la pandemia, los cuales han realizado incalculables esfuerzos económicos por superar la crisis y adaptarse a las nuevas exigencias.

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