Un sueño que podemos hacer realidad

Papa Francisco

Falta una semana para que celebremos la Navidad y nos preparemos para finalizar el año. Se dice que estas fechas son para recordar lo bueno, analizar en retrospectiva lo realizado y redireccionar nuestras acciones.

Durante la Navidad se exalta el amor y la solidaridad. Su más clara representación es la de compartir una cena con la familia y personas cercanas, intercambiando regalos y buenos deseos. Ésta es una fecha que despierta en todas las personas del mundo un sentimiento de esperanza y durante la cual se invocan y promueven los vínculos positivos entre los seres humanos. Sin embargo, creo firmemente que está Navidad debe tener un sentido muy diferente a todas las que
hemos vivido:

En primer lugar, no podemos olvidar que la pandemia nos obligó a celebrarla durante el 2020 desde el miedo y la distancia; y en 2021 en círculos muy reducidos, sin los habituales desplazamientos y evitando grandes concentraciones.

Si bien lo más duro del Covid parece estar atrás, este nos dejó una reflexión sumamente importante que tenemos que rescatar durante esta Navidad, aplicarla en nuestro comportamiento y promoverla con nuestros seres queridos y personas en general: cada uno de nosotros depende de los demás para asegurar el bienestar común, y sin bienestar común no existe el bienestar individual.

En segundo lugar, el 2022 ha sido el año durante el cual se evidenció, de manera contundente, la urgencia de cambiar nuestro comportamiento, individual y colectivo, frente a la naturaleza como el único camino posible para alcanzar la sostenibilidad del ser humano.

Muchos se preguntarán qué relación tiene esto con la Navidad. La respuesta, a mi manera de ver, es obvia. Sostenibilidad significa equidad, igualdad de oportunidades, trabajo decente y respeto por la naturaleza, entre muchas otras de sus variables.

Nada necesitan más hoy nuestras familias y sociedad que la sostenibilidad. En Navidad, cuando se comparte y se solidifica desde el amor y la solidaridad nuestro núcleo social por excelencia, es necesario, a la vez, pensar en el futuro que estamos construyendo para nuestros seres queridos. Y es aquí donde la reflexión en esta fecha tan especial cobra mayor importancia:

Recientemente la pandemia y las problemáticas asociadas al cambio climático desnudaron, en todos los países, inmensas problemáticas económicas y sociales, que evidenciaron la desigualdad como uno de los principales impedimentos para el desarrollo sostenible que tanto se requiere.

Existen muchos cambios que se requieren para retomar el rumbo. Sin embargo, es clara nuestra obligación de promover desde los hogares un nuevo comportamiento que, desde la solidaridad y responsabilidad individual, permita generar el bienestar común y el respeto por la naturaleza.

Celebremos esta Navidad con la mayor cantidad de nuestros seres queridos, abracémoslos como hace mucho no lo hacemos, festejemos en grande, pero también, como lo dijo en una ocasión el Papa Francisco, “…nos vendría bien estar un poco en silencio, para oír la voz del Amor”.

El amor al prójimo y el amor por nosotros mismos nos permitirá construir un mundo con igualdad de oportunidades para todos, respetando el mayor regalo que nos ha dado Dios, nuestro planeta. Feliz Navidad y próspero 2023.

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