Una revisión interior

Publicado por: david.palencia el Jue, 18/03/2021 - 08:57
Creado Por
Armando Martí
Por medio de una mente receptiva y un corazón abierto, es posible preparar de manera muy especial nuestra eminente partida de este mundo.

Cada uno de nosotros posee cualidades únicas, las cuales podemos compartir con los demás. Las historias que hemos acumulado durante los años de existencia en el planeta son muy importantes.

Este es uno de los actos valientes que hacemos en la vida: la confesión ante uno mismo, ante otra persona y ante Dios de todos nuestros secretos para revelar los matices más oscuros del alma y liberarla del peso de la mentira.  

Lo anterior se logra mediante la expresión de sentimientos a través de la palabra hablada y escrita, como creando una especie de “diario personal” en donde se plasman todas las lecciones aprendidas durante el ensayo y el error de la existencia.

Por medio de una mente receptiva y un corazón abierto, es posible preparar de manera muy especial nuestra eminente partida de este mundo. Igualmente, es importante el acto de perdonarnos a nosotros mismos y después ofrecer este perdón a quienes nos hicieron o hicimos daño.

Pero, ante todo, la decisión más sanadora para nuestra alma es la de agradecer inmensamente el haber conocido la magnitud del amor, cuyas vibraciones nos conectan al corazón de nuestros padres, pareja, hijos, amigos y personas que se cruzaron en el camino y quienes, en ese momento transformativo nos devuelven la paz necesaria con el fin dar el paso hacia la luz del conocimiento de nosotros mismos.

De esta manera, comprendemos que no somos dueños de nuestra vida y que, en medio de las pruebas y desafíos, siempre hubo una fuerza espiritual cálida y confiable, protegiéndonos.  

Por esta razón, es fundamental reeducarnos para erradicar aquellas creencias negativas limitantes mediante el refuerzo de actitudes amables y compasivas, con el propósito de vivir en paz experimentado el momento presente con sobriedad y sin exageradas expectativas.

Recordemos que, así como existe un mundo material también existe un maravilloso mundo espiritual. Somos en apariencia frágiles, pero esencialmente eternos. Poderosos en nuestro interior y conectados al espíritu de Dios. Esa es la grandeza del ser humano.

Por: Armando Martí