“Maté a un atracador”: taxista

Mié, 15/01/2014 - 10:26
Eran las siete de la noche de 13 de octubre de 2008. Jesús Fonseca, de 48 años, quien hasta ese entonces llevaba 15 años conduciendo taxi y tenía más de 20 de experiencia como conductor de servic
Eran las siete de la noche de 13 de octubre de 2008. Jesús Fonseca, de 48 años, quien hasta ese entonces llevaba 15 años conduciendo taxi y tenía más de 20 de experiencia como conductor de servicio público, estaba a punto de terminar su jornada de trabajo. A último momento, hacia las 8:30 de la noche, decidió recoger a un joven bien vestido, de unos 18 años y apariencia universitaria. El muchacho le hizo el ‘pare’ en la avenida 19 con carrera octava, en el centro de Bogotá. Pedía que lo llevarán hasta la localidad de Ciudad Bolívar. Antes de que el pasajero subiera al vehículo, negoció la carrera con Fonseca. Se pactó que el servicio costaría 15.000 pesos. En medio del camino el pasajero empezó hablar con Jesús. Le comentaba que estaba a punto de terminar una carrera universitaria y que se encontraba peleando con su novia, entre otros asuntos. “Él me hizo conversa de varios temas para ganarse mi confianza”, dijo Fonseca, quien además indicó que cuando llegaron al barrio, a pocas cuadras del destino, el aparente estudiante universitario hizo una llamada a su “mamá” para avisarle que estaba a punto de llegar a su destino. “Por aquí”, dijo el pasajero. De inmediato sacó un billete de 20.000 pesos para pagar la carrera. Ésta sería una carrera más con feliz término. Sin embargo, otro hombre se acercó a la ventana del conductor y apuntó con un arma de fuego a la cabeza de Fonseca. Al mismo tiempo, el  “pasajero” sacó un cuchillo y le dijo “bájese del carro”. Fonseca, padre de dos niñas, una de siete y otra de nueve años, siempre supo de los riesgos que corría su oficio y de alguna manera estuvo preparado para afrontarlos. No tenía planeado poner resistencia y menos por algo que no era suyo (el taxi era alquilado). Estaba dispuesto a entregar  cuanto le  pidieran los ladrones. El supuesto estudiante se pasó a la silla del conductor y emprendió la huida en el taxi Hyundai Atos, en ese entonces último modelo. Mientras tanto Jesús miraba alrededor para tratar de pedir auxilio, pero no vio a nadie. Lo único que había era un potrero. “Me robaron el taxi”, pensó. Pero la pesadilla estaba lejos de terminar. El hombre del revolver seguía apuntándole. Según Fonseca, éste tenía aspecto de estar alicorado o bajo efectos de drogas y dijo “a las niñas lloronas hay que matarlas”. Jesús empezó a suplicar por su vida y pedirle al asaltante que no lo matara. “Le dije que tenía familia pero me ordenó que empezara a caminar dentro del potrero” Jesús, pese a que no se considera agresivo y de hecho dice que solo recuerda que participó en una pelea de colegio en épocas de juventud, entendió que si no hacía algo, lo asesinarían. Se lanzó sobre el asaltante y le dio varios puños con todas las fuerzas en brazo del asaltante que sostenía el arma. ”Era él o era yo, pero no podía ser yo”. A su vez, el delincuente golpeó con la cacha de revolver la cabeza de Jesús. Forcejearon por algunos minutos en el suelo hasta que sonó un disparo. “Apenas escuché un tiro pensé que me habían matado”. Jesús tenía sangre sobre su camisa, pero no sentía ninguna herida. Después advirtió que de la quijada del asaltante salía un hilo de sangre. Jesús salió corriendo y encontró una estación de policía a unas siete cuadras. En medio del llanto le contó a los uniformados lo que le había sucedido. “Después los lleve hasta el potrero”, dijo. No había nada qué hacer. El atracador estaba muerto, junto al arma. Del taxi no volvió a saber nada. El otro asaltante logró su cometido y robó el vehículo. Proceso judicial Esa fue la primera parte de la historia. A partir de ahí empezó la lucha judicial con la cual Jesús pretendía demostrar su inocencia de la acusación interpuesta por la Fiscalía en su contra de homicidio simple. De acuerdo con la legislación colombiana, este tipo delitos tienen penas de 12 a 25 años de prisión, y Fonseca no estaba dispuesto a pagar un solo día de cárcel. Tuvo que vender su casa para contratar a varios abogados y en total, según él estima, gastó 35 millones de pesos en el proceso judicial. No entiende por qué tuvo que gastar tanto dinero, si él era la víctima. “Lo único que hice fue defenderme”, sostiene con algo de indignación. Estuvo detenido durante seis meses en la cárcel La Modelo hasta que un juzgado lo absolvió y declaró su inocencia. Curiosamente compartió celda con ‘haladores’ de carros y atracadores. “Hablé con varios de ellos y me sorprendió su apariencia. En la calle jamás uno se imaginaría que son ladrones”. Como su fuera poco, la familia del atracador muerto pedía 100 millones de pesos de indemnización, aunque finalmente no logró su cometido. Fonseca entendió que las personas que se dedican a robar taxis, por lo general, no son los típicos maleantes de mala apariencia. Incluso algunos en verdad estudian alguna carrera profesional. Además, en la cárcel se enteró que por cada taxi robado y de modelo reciente, los ‘deshuasaderos’ pagan entre un millón quinientos y dos millones de pesos. Consecuencias Después de salir de la cárcel, Fonseca que presentarse a algunas diligencias judiciales. La fiscalía apeló la decisión que lo absolvió, pero, por lo menos, esta vez podía enfrentar el proceso en libertad. Prometió no volver a conducir un taxi. Empezó a trabajar en una camioneta de servicio público. “Es más seguro. Sólo hacía acarreos”, dijo. Sin embargo, la dicha se le acabó cuando el dueño la vendió. Siguió buscando quien le alquilaba una camioneta de servicio especial pero no tuvo éxito. Entonces, tuvo que volver hacer lo que se había prometido no volver hacer: manejar taxi. Taxi, Taxistas, Jesus Fonseca, KienykeJesús Fonseca junto al taxi que conduce actualmente Lleva un año y medio manejando taxi. No es último modelo y por eso no cree que se lo roben. Aunque sabe que corre el riesgo que le hurten el producido y los equipos de comunicaciones: la ‘tablet’ y radioteléfono. Hasta el momento no le ha pasado nada pero por cada pasajero que se sube siempre piensa que alguno de ellos tiene la intención de hacer daño y ganar plata fácil. Cifras De acuerdo con el reporte de la Policía Metropolitana, durante el 2013 se registraron 113 atracos a taxistas, de los cuales solo 13 fueron denunciados ante las autoridades. En las primeras semanas de enero se presentaron siete atracos. En uno de ellos, los asaltantes, dos hombres de aproximadamente 30 años y una mujer embarazada, le propinaron un disparo en la cabeza a Hugo Herrera, de 28 años, por no tener dinero cuando fue atracado, murió dos días después en el Hospital del Tunal. Luego que en la mañana del pasado lunes cerca de 1.000 taxistas bloquearan las principales vías capitalinas solicitando seguridad por parte de los organismos públicos, la Policía puso 20 nuevos puestos de control, patrullas móviles y otra serie de disposiciones que se adoptaron contra la inseguridad que viven a diario los taxistas. ¿Es suficiente?
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